Vaca tudanca de Cantabria. Imagen de GonzoFoto (CC, Flickr).
En los Estados Unidos pronto las Grandes Praderas estarán libres de las alambradas que las afean desde que se inventara el alambre de espino en tiempos del Viejo Oeste y ovejeros y cowboys dirimieran a tiros quién tenía derecho a qué. Dentro de unos años los campos del Medio Oeste volverán a tener el aspecto que tuvieron durante millones de años antes de la llegada del Hombre Blanco y su manía de parcelar: inmensas extensiones abiertas, un verdadero mar de hierba hasta el horizonte, campo abierto.
estarán libres de las alambradas
Pero esto no significa que las vacas que hoy pastan en aquellas tierras (sus primos los bisontes fueron exterminados) vayan a recuperar la libertad. Lo que va a ocurrir es que las carísimas vallas van a ser reemplazadas por un sistema de realidad virtual vacuna, y los plácidos bovinos van a obedecer órdenes llovidas del cielo. Las grandes praderas van a regresar porque satélites en órbita controlarán a las vacas y las mantendrán dentro de cercados invisibles.
El truco no puede ser más sencillo: la vaca recibe un pendiente en la oreja que contiene un receptor GPS y un pequeño electroestimulador, y se la deja libre. En su ordenador el granjero marca los límites que el animal no debe traspasar. Y cuando la vaca se aproxima a esta frontera perfectamente invisible y decide probar la hierba más verde (que siempre está justo al otro lado), una descarga eléctrica en toda la oreja la obliga a replanteárselo.
Como las vacas son mamíferos inteligentes, aunque no lo parezca, bastan unos pocos electroshocks auriculares para que aprendan dónde está el límite. Dentro de unos años será perfectamente normal ver rebaños de vacas en las praderas estadounidenses detenidas por paredes invisibles para nosotros, pero perfectamente reales para ellas. Un código informativo superpuesto sobre su visión del mundo real. Una forma de realidad aumentada dependiente de los satélites de geoposicionamiento.
Que es la razón de que Galileo sea tan importante. En estos tiempos de crisis económica y recortes sociales salvajes el programa europeo de satélites de geoposicionamiento Galileo puede parecer el despilfarro por excelencia: miles de millones de euros gastados en poner en órbita carísimos aparatos dedicados a duplicar (aunque algo mejor) lo que ya hace el sistema GPS. ¿Por qué no gastar ese dineral en cosas más útiles? ¿No será que más de un político se está llenando los bolsillos con una de esas chorradas enormes que los gobiernos adoran?
Pensamos un momento: si la ganadería va a depender de las señales de geoposicionamiento, si hasta una industria tan clásica y tan de base como ésa va a necesitar en el futuro de estos satélites, ¿podemos depender de un sistema estadounidense, o ruso, o chino? Si localizar la posición de uno sobre la superficie del globo va a ser clave en la economía europea del mañana, ¿podemos permitirnos el lujo de que el interruptor lo tenga un rival? Y no hablamos ya de enemigos, simplemente de rivales comerciales. ¿Podría el Congreso, o la Duma, resistir la tentación de amenazar con desconectar los satélites en medio de un enfrentamiento comercial?
Hoy en día las señales del GPS las utilizamos todos, cada vez más, y en más lugares. Nos guían cuando viajamos en coche, pero cada vez más también cuando paseamos por nuestra ciudad y buscamos una tienda, un restaurante, un cine. En la industria el GPS cada vez se utiliza más y para más cosas, desde localizar flotas (de camiones, de trenes, de barcos) hasta guiar taxis; desde controlar minas a cielo abierto hasta organizar entregas de paquetería. Hasta los bancos y los brokers financieros utilizan las señales del GPS para sincronizar sus compraventas en un tiempo universal (en esencia el GPS es un reloj). Sobre nuestra realidad se ha superpuesto otra, invisible excepto con aparatos intermediarios; un mapa en el que estamos siempre localizados, y con el que interactuamos de múltiples maneras. Pronto hasta las vacas sabrán leer ese mapa y obedecer sus órdenes.
Y por eso ningún país o conjunto de países que aspire a seguir siendo una potencia en los próximos años puede permitirse depender de un sistema de geoposicionamiento ajeno. Sería una nueva forma de esclavitud; una debilidad mortífera. Porque si hasta las vacas obedecen las señales que vienen del cielo, nadie puede controlar las tuyas. O estarás en sus manos.
Realidad aumentada para vacas y la importancia de galileo
En los Estados Unidos pronto las Grandes Praderas estarán libres de las alambradas que las afean desde que se inventara el alambre de espino en tiempos del Vi
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2024-11-28
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