Una de las viñetas que ilustran este artículo tiene gracia (poca, pero algo). La otra no. La mayoría de la gente puede captar la paradójica respuesta del personaje, deducir que es un chiste y reír (o no) a continuación. Sin embargo, ciertas personas no encontrarán nada gracioso en la situación.
El humor mezcla elementos que se oponen, desafía a la autoridad y, con frecuencia, contiene material sexual explícito. Además, el acto de reír supone una pérdida del autocontrol y la autodisciplina. Por todo ello, el fundamentalismo religioso es incompatible con el humor. Que el sentido del humor no es precisamente el fuerte de las religiones (ni de los regímenes totalitarios ni de los dogmatismos ni, en general, de aquellos que se toman demasiado en serio a sí mismos) ha quedado sobradamente demostrado a lo largo de la historia.
A partir de esta premisa el investigador Vassili Saroglou decidió poner a prueba el sentido del humor de un grupo de personas, agnósticos y religiosos, incluyendo integristas de varias fes. A los participantes del estudio se les enseñó una serie de viñetas como las que muestro arriba, para intentar medir el sentido del humor de los participantes.
Tal y como preveía el sociólogo, existía una fuerte relación entre el fundamentalismo religioso y el humor (la falta de): los fundamentalistas eran más dados a dar respuestas serias que los no creyentes o los creyentes tibios (de misa de 12, ya saben). Según escribe el agudo Richard Wiseman en su libro “Rarología”,
“Como sucede casi siempre con la investigación que demuestra una relación entre dos factores, es difícil separar la causa del efecto. Tal vez poseer un pobre sentido del humor lleva a una creencia religiosa fundamentalista. O quizás, según la hipótesis de Saroglou, ser fundamentalista impide a la gente ver el lado gracioso de la vida”.
Para desentrañar el entuerto, Saroglou procedió a un ingenioso segundo experimento. Esta ocasión los sujetos debían ver unas películas antes de responder el test. Unos vieron fragmento de pelis religiosas, documentales de peregrinación a Lourdes, mientras los otros vieron comedias francesas, esa rara avis. La conclusión:
rara avis
“La gente que vio los pasajes humorísticos produjo más del doble de respuestas cómicas que el grupo de control, y los que vieron las escenas religiosas quedaron terceros”.
Queda demostrado, en definitiva, que el fundamentalismo y el sentido del humor combinan peor que el baileys con tónica.
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2025-01-03
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