THEKPV (The Hybrid Electric Kinetic Photovoltaic Vehicle); intenten recordar estas siglas porque bajo ellas se esconde un concepto de híbrido entre vehículo fotovoltaico y sistema electrocinético, construido por un sólo hombre con sus propias manitas (de nombre Terry Hope), que no dejará indiferente a nadie.
Se trata de una especie bicicleta solar de paneles desplegables con freno regenerativo y no utiliza ni una ni dos fuentes de energía para desplazarse: utiliza tres. La bicicleta, a la que ni siquiera le han puesto pedales conscientes que con tanto power se basta y se sobra, utiliza un generador fotovoltaico que recarga una batería de litio con condensador para funcionar al aire libre.
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Aparte de la energía solar, la bicicleta también convierte la energía cinética del frenado de nuevo en electricidad, que también sirve para la alimentación de la batería. Para ello utiliza un sistema de captación muy similar al que pusieron en práctica varias escuderías de F1 durante el año pasado. Y durante la noche o días nublados puede conectarse a la red eléctrica para cargar todo en un suspiro, entre 15 a 45 minutos y con una vida media de 10.000 recargas.
El sistema de generación fotovoltaico está compuesto por dos grupos de paneles solares. El primero está diseñado como parte de la carrocería aerodinámica (se doblan con la velocidad) para mejorar el coeficiente de arrastre; y el segundo grupo solar sólo se despliega cuando se haya completado la carga de la batería principal.
Este panel solar adicional puede proporcionar energía alternativa directa al motor, a la electrónica de a bordo y también utilizarse para cebar un acelerador e impulsar aún más el vehículo. Todo el conjunto está engarzado con mimo a un chasis de policarbonato Lexan y aluminio (al contrario que el metraquilato, el policarbonato no se cuartea y no hace feo) y su tara, baterías incluidas, no llega a los 20 kg de peso, suficientes para ser impulsados con soltura con el motor de 424 W de salida que mueve la rueda trasera.
Cierto es que Terry Hope hubiera hecho muy bien en poner unos pequeños pedales, por si a uno le sorprenden un nubarrón en medio de una cuesta larga; o incluso haber integrado todo el conjunto en un cuadro de bicicleta normal, con las ruedas más grandes. Pero es que está diseñado para, un día no muy lejano, convertirse en un concepto plegable que quepa en una maleta, como se puede ver en la última foto con el sistema desmontado a la buena de Dios.
De todas formas, con la velocidad que alcanza el ingenio, parece que los pedales le sobran por completo y sin ellos podría igualmente conquistar al Jaime de Marichalar que todos llevamos dentro.
Eso sí, con tanta célula solar cortante haciendo de quitavientos, mejor no ir demasiado rápido. Por si las moscas.
Más info: THEKPV
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2024-11-07
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