El dodo es un ave con cierto parecido al flamenco, pero más gordo y bajito. O al menos, lo era. Será mejor que no preguntes dónde lo podemos ver en libertad, o simplemente vivo, porque lamentablemente tenemos que recordarte que se extinguió hace varios siglos. Concretamente, a finales del siglo XVII, por culpa de los propios humanos.
De aquella época nos han quedado varios dibujos que nos permiten imaginar cómo eran aquellos animalillos, pero si las ilustraciones no te bastan, aún queda una opción: en el Reino Unido se conserva un dodo real (o lo que queda de él).
El Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford guarda la cabeza momificada de un dodo hembra. No está del todo claro cuál es su origen, pero se cree que procede de un dodo que se llevó hasta Inglaterra procedente de las islas Mauricio, en el océano Índico, donde residía el pobre animal. En Europa, sirvió en vida como atracción para los asombrados ciudadanos.
Cuando el animal murió, fue embalsamado y entregado a John Tradescant el Viejo, un naturalista que en todas sus expediciones fuera de las islas británicas recogía especímenes y bulbos de flores. Era el regalo idóneo para él. Tradescant falleció en 1662 y su colección, dodo incluido, fue a parar a Oxford.
Desgraciadamente, el preciado pajarillo no recibió el trato que merecía y el cuerpo conservado fue descuidado: casi un siglo después, en 1755, el museo descubrió que el animal había sido atacado por varios bichos, como piojos, y solo habían salido indemnes la cabeza y una pata. El equipo de la institución quemó el resto y conservó lo que todavía se encontraba en un relativo buen estado.
Por desgracia, sus restos no pueden ser vistos por cualquiera. Lo que queda del patoso dodo (un nombre que le pusieron los navegantes portugueses y que significa “estúpido, loco”, haciendo referencia a los torpes movimientos del animal y la facilidad para cazarlo) solo está disponible para los investigadores, que han sabido sacarle partido: gracias a estos restos se han podido hacer pruebas de ADN con las que se ha confirmado que el animal vivo que más se le parece genéticamente es la paloma de Nicobar, un animal que habita en Indonesia y otras islas del océano Índico y que destaca por su vivo plumaje.
Más allá de la momia de dodo conservada en Oxford, distintas excavaciones arqueológicas han contado entre sus hallazgos con restos óseos de otros ejemplares que permiten investigar aún más sobre esta especie para hacernos una idea bastante aproximada de cuál era su fisonomía. Por ejemplo, a comienzos del siglo XX se encontró un esqueleto completo que fue escaneado en 3D en 2014 para intentar discernir cuál sería su forma original.
Años antes, un equipo que estaba trabajando en las islas Mauricio, hábitat natural del dodo, dijo encontrar unos huesos en buen estado que permitirían aportar más datos sobre un animal que nos es prácticamente desconocido y que se ha convertido en un símbolo de la destrucción provocada por el ser humano, ya que fueron los navegantes y descubridores los que terminaron con él al saquear los bosques en los que se alimentaba o llevar las enfermedades europeas.
En cualquier caso, para aquellos que no sean investigadores y hasta que estos se pongan de acuerdo en su forma original, lo único que nos queda es ver dos réplicas del dodo en el mismísimo Museo de Historia Natural de Londres, realizadas de acuerdo a los viejos dibujos y las conclusiones de los científicos. Fabricados con yeso y plumas de cisne y ganso, en él destacan su enorme pico y su corpulencia. A falta de pan, buenas son tortas. Salarios y Sueldos medios 2023
dos réplicas del dodo en el mismísimo Museo de Historia Natural de Londres
Con información de mental_floss, Wikipedia (1, 2), BBC y Vice. Imágenes de H M Coterill, Wikipedia (1, 2) y Shutterstock
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comodibujar
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2024-12-19
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