A la hora de hablar de la historia de los ordenadores a menudo se cita el ENIAC como el primer ordenador de la historia, aunque esto es matizable.
Vista parcial del ENIAC y algunas de sus programadoras
Es cierto que el ENIAC fue el primer ordenador electrónico de propósito general capaz de ser reprogramado para llevar a cabo tareas distintas y que además era Turing completo, lo que quiere decir que -al menos teóricamente- puede hacer cualquier cálculo que cualquier otra computadora es capaz de hacer, independientemente de cuanto tiempo pueda llevarle.
Sin embargo el ENIAC carecía de algunas de las características comunes a todos los ordenadores actuales, especialmente debido al hecho de que el programa que le indicaba lo que debía hacer en cada momento no estaba almacenado en su memoria sino que se «escribía» cambiando l disposición de múltiples cables e interruptores en sus unidades de programación, y tampoco funcionaba utilizando la lógica binaria sino que su funcionamiento estaba basado en el sistema decimal.
En este sentido, y aunque ya hace años que el Reino Unido perdió su liderazgo inicial en el campo de la informática, fue el EDSAC, un ordenador británico el primero en entrar en funcionamiento con todas las características de los ordenadores.
De hecho, sería otro ordenador basado en el EDSAC y fabricado también en el Reino Unido, el LEO I, que entró en funcionamiento en 1951, el primer ordenador de negocios de la historia.
Una instalación típica de un LEO I
Pero por supuesto ninguno de estos ordenadores apareció de la nada, y aún sin necesidad de irnos a las máquinas de diferencias o analítica de Charles Babbage, hay una serie de máquinas que se les adelantaron y que en algunos sirvieron de inspiración a sus diseñadores aunque algunas de ellas nunca llegaron a funcionar del todo bien, otras se convirtieron en callejones sin salida desde el punto de vista tecnológico, y otras fueran secreto de estado durante años.
La primera que cabe mencionar, aunque ni en los Estados Unidos ni en Inglaterra se supo nada de ella hasta mucho después, fue el Z3 del alemán Konrad Zuse. Completado el 1941 en Berlín, durante la segunda guerra mundial, se le considera el primer ordenador binario programable y completamente automático de la historia, aunque estaba construido con 2.000 relés, unos componentes electromécánicos que lo colocaban en un camino tecnológicamente a extinguir, algo que su propio creador sabía, y aunque solicitó los fondos y los materiales para construir una versión electrónica, el régimen nazi se los negó al no considerarlo estratégicamente relevante.
Reproducción del Zuse Z3 del Deutsches Museum
Aún así fue utilizado, entre otras cosas, para realizar análisis estadísticos en el diseño de alas de aviones hasta su destrucción durante un bombardeo en 1943, aunque en la actualidad se puede ver en el Deutsches Museum de Munich una réplica construida en los años 60 por el propio Zuse, quien después de la guerra siguió fabricando ordenadores.
En cualquier caso, el Z3, debido a las circunstancias en las que fue construido, en principio solo sirvió como influencia en los posteriores desarrollos de Zuse, aunque años más tarde sería reconocida su importancia a nivel conceptual, llegándose incluso a demostrar en 1998 que era Turing completo.
Otra máquina a la que la segunda guerra mundial condenó a la oscuridad fueron los Colossus que se utilizaron en Bletchley Park, el centro de operaciones británico para la interceptación y decodificación de mensajes cifrados enemigos durante la guerra.
El panel inclinado de la izquierda se usaba para programar las posiciones de partida del análisis
Su objetivo en concreto era descifrar los mensajes creados utilizando las máquinas Lorenz SZ 40 y SZ 42 que utilizaban los alemanes para comunicarse vía teletipo, para lo que comparaban los mensajes codificados interceptados cada día con una simulación que hacían a nivel interno de las distintas combinaciones posibles de las doce ruedas dentadas que incluía cada máquina Lorenz. Fotos Porno y actrices porno
Cada uno de los Colossus utilizaba 2.400 válvulas termoiónicas, y dado que se sabía que normalmente estas se estropeaban con más frecuencia al encenderse o apagarse cada uno de los diez Colossus que había en Bletchley Park se dejaba siempre encendido, apagándolos solo cuando se producía algún fallo.
Los Colossus fueron los primeros ordenadores electrónicos programables de la historia, aunque dado que su lógica interna estaba diseñada específicamente para intentar averiguar la posición de las ruedas de las máquinas Lorenz que producía los mensajes que se introducían en él esto limitaba sus posibilidades de programación, lo que hacía que no fueran Turing completos.
Pero por orden directa de Winston Churchill todos los Colossus menos dos fueron destruidos al final de la segundo guerra mundial, así como sus planos, y su existencia fue clasificada como un secreto de estado, por lo que durante muchos años su papel en la historia de la informática fue desconocido.
Esto, de todos modos, no evitó muchos de los pioneros británicos de la informática tuvieran claro que era posible diseñar ordenadores electrónicos de alta velocidad aunque no pudieran utilizar directamente la experiencia ni los diseños adquiridos en Bletchley Park.
De hecho no sería hasta la década de los 70 cuando se levantó el secreto sobre la existencia de estas máquinas, y hoy en día es posible ver una reconstrucción de uno de ellos en el Museo Nacional de Informática, situado, apropiadamente en Bletchley Park. Esta reconstrucción fue posible gracias a que a pesar de las órdenes de Churchill muchos ingenieros no destruyeron sus cuadernos de notas, además de que en los Estados Unidos quedó bastante material sobre los Colossus sin destruir. Además, algunos de los diseñadores originales de las máquinas seguían con vida cuando se planteó la posibilidad de hacer esta reconstrucción, con lo que pudieron colaborar activamente en el proyecto.
Una última máquina que conviene no dejar de lado en esta prehistoria de la informática es la llamada Atanasoff-Berry Computer, o ABC, que en la actualidad es considerado por algunos como el primer dispositivo computacional electrónico y digital, pero que quizás no habría tenido un hueco en esta historia de no ser por un lío de patentes.
Reproducción del Atanasoff-Berry Computer
El ABC fue diseñado única y exclusivamente para resolver ecuaciones lineales, con lo que ni con mucho era Turing completo ni programable, y además no era automático, pues el operador tenía que irle indicando cual era el siguiente paso a realizar. Y aunque en 1942 se hicieron algunas pruebas con él aún faltaba mucho como para poder decir que funcionaba de un modo fiable cuando el proyecto fue abandonado por John Atanasoff al dejar la Universidad de Iowa para ponerse a trabajar en asuntos relacionados de nuevo con la segunda guerra mundial.
El asunto es que cuando en 1967 Honeywell interpuso una demanda para invalidar la patente del ordenador que había sido concedida por el ENIAC a Sperry Rand, donde trabajaban J. Presper Eckert y John Mauchly, los padrs del ENIAC, uno de sus argumentos fue que en junio de 1941 Mauchly había tenido la oportunidad de echarle un vistazo al ABC y que habría sacado de él muchas de sus ideas, algo que Mauchly siempre negó.
En cualquier caso, el 19 de octubre de 1973 el juez de distrito Earl R. Larson declaró invalidada la patente del ENIAC aceptando el argumento de que en este se habían aplicado muchas ideas del ABC, algo que el propio Atanasoff reconoció en una entrevista tiempo después que ni se había planteado hasta que un abogado de IBM le había planteado la idea en 1954 precisamente con la idea de acabar con la patente de Eckert y Mauchly.
Como los otros dos ordenadores protagonistas de esta anotación, el ABC no sobrevivió al paso del tiempo y cuando la Universidad de Iowa reconvirtió en aulas el sótano en el que había sido construido se deshizo de todos sus componentes excepto de uno de los tambores de memoria, aunque también hoy en día puede verse una reconstrucción en el Centro Durham de Computación y Comunicación de la Universidad Estatal de Iowa.
Y estos tres son solo un ejemplo de la multitud de máquinas prácticamente desconocidas que uno puede encontrarse al meterse en el mundo de la historia de la informática, que todo sea dicho, probablemente tiene mucho que agradecerle al juez Larson por haber echado aquella patente atrás.
Algunos protagonistas desconocidos de la historia de los ordenadores
A la hora de hablar de la historia de los ordenadores a menudo se cita el ENIAC como el primer ordenador de la historia, aunque esto es matizable.
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2024-10-04
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