El arte y el alcohol no siempre casan bien. Así lo demostraba Amy Winehouse cada vez que subía al escenario acompañada de una copa de vino. Entre canción y canción, la artista no dudaba en apurar un sorbo del cáliz que tenía al lado del micrófono. Y todo para refrescar las cuerdas vocales, o eso debía de pensar ella…
No era la única. En el mundo del teatro, más que para afinar la voz, el alcohol se ha convertido en el instrumento perfecto para hacer que el espectador no se acabe durmiendo en la butaca, o en este caso, en el taburete de un bar. Según cuenta The Wall Street Journal, varias compañías de Nueva York han comenzado a recorrerse los pubs de la ciudad buscando entretener a los clientes con una buena cerveza y una inspiradora obra de Shakespeare.
Según cuenta The Wall Street Journal
Romeo y Julieta, Hamlet o Macbeth son obras un tanto complicadas de entender, si se interpretan con los versos originales. Basta con un par de chupitos de whiskey o unos cuantos tragos de cerveza para transformar la obra en algo más inteligible, divertido y, sobre todo, único. Como cuenta Scott Griffin, fundador de la compañía Drunk Shakespeare (Shakespeare Borracho, en inglés), lo que hace atractiva la actuación es que cada vez es diferente.
https://www.vimeo.com/26965657
Cada grupo de teatro tiene, eso sí, su propia forma de combinar el alcohol con la obra. Los actores de Drunk Shakespeare necesitan tomarse al menos cinco chupitos de whiskey para comenzar a actuar. Además, invitan a uno de los espectadores a que beba para comprobar que no se hacen trampas.
A los intérpretes de Shotspeare, por su parte, les obliga el público a echarse un trago en mitad de la actuación. Cuando un espectador descubre que bajo su asiento hay una tarjeta que lleva escrito ‘shotspeare’, grita la palabra y ordena, de este modo, que los actores peguen un trago a su cerveza.
Cada compañía suele especializarse en una obra y una bebida. Si a los neoyorquinos de a pie les apetece disfrutar de Macbeth, pueden acudir al Queen’s Bar and Grill y tomarse unos chupitos de whiskey con Drunk Shakespeare. Si tienen la noche tierna, Romeo y Julieta, interpretada por Shotspeare y al lado de unas cervezas. Y la misma bebida, si acuden a ver Hamlet en el McGee Restaurant and Pub, de la mano de Three Day Hangover. Todas ellas en el barrio de Hell’s Kitchen.
Ver teatro en un bar puede parecer cosa de modas, pero nada más lejos de la realidad. El por qué del ‘boom’ de este tipo de compañías radica en el precio de las entradas de las obras de Broadway, que está alrededor de los 76 euros, mientras que las actuaciones alcohólicas rondan los 11 euros.
A pesar de la presencia del alcohol, los actores consumen con moderación y animan a que los espectadores también lo hagan. En Drunk Shakespeare, se definen como bebedores profesionales y, más que borrachos, cuando actúan andan un poco achispados. Desde la página de Shotspeare, recomiendan al público que beba de forma responsable.Te recomendamos Juguetes educativos
En Estados Unidos, la edad mínima para consumir alcohol está en los 21. De ahí que los adolescentes no puedan disfrutar de esta peculiar forma de teatro. Aún así, si disponen del dinero, los mayores de 18 siempre podrán acudir a Reino Unido y entretenerse con el Fringe Festival de Escocia, donde siguen la misma tradición.
Que no se escandalicen los fanáticos de Shakespeare, porque seguro que el escritor inglés hubiera aprobado de buen grado la nueva forma de interpretar sus obras. Ya lo decía en Macbeth: “La bebida señor, es un gran provocador”.
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Con información de The Wall Street Journal, Drunk Shakespeare, Shotspeare, Three Day Hangover y Shakespeare Exchange
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2025-01-01


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