Echa raíces, hace la fotosíntesis... y es un robot

 

 

 

Siempre que hablamos de robots, la primera imagen que nos viene a la mente es la de un dispositivo electrónico con destrezas propias del ser humano. Equipados con elementos que hacen las veces de manos, otros a modo de ojos y, normalmente, con la capacidad para moverse y realizar las actividades que cualquiera de nosotros desearía ahorrarse en su día a día. Tal vez por culpa del cine, esa es la imagen de estas máquinas que se ha instalado en el imaginario colectivo. Pero, atentos, porque las cosas están cambiando.

Cansados de observar a sus semejantes para transmitir su comportamiento y habilidades a los seres que fabrican con chips, cables y carcasas de plástico o aluminio, ciéntificos de todo el mundo se han propuesto observar la naturaleza para trasladar a la robótica las cualidades del resto de seres vivos. Desde robots capaces de imitar los modos de los pájaros para recargar sus baterías en nidos situados en las copas de los árboles, hasta, por qué no, máquinas capaces de aprender de la forma de vida de las plantas.

 

robots capaces de imitar los modos de los pájaros

Este último es el propósito de los investigadores del proyecto ‘Plantoids’. Capitaneados por Barbara Mazzolai, del centro de microbiorobótica del Istituto Italiano di Tecnologia, se han propuesto crear una planta robot, para así conocer mejor las estrategías que emplean estos seres naturales para su supervivencia, y como aprovechan al máximo cada uno de sus recursos para ser aún más eficientes.

Barbara Mazzolai

Istituto Italiano di Tecnologia

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Como explica la coordinadora de este proyecto, que cuenta con el respaldo de la Unión Europea, son muchos los aspectos biológicos propios de las plantas que se pueden aplicar a la ingeniería para mejorarla. Sobre todo en lo que a las raíces se refiere. Su crecimiento adaptativo, la capacidad para penetrar en el suelo en cualquier dirección o la optimización del consumo de energía son algunas de las lecciones a aprender, siempre según Mazzolai.

No es la primera vez, eso sí, que la tecnología trata de sacar partido a los procesos naturales de las plantas. En proyectos anteriores, ya hubo quien trató de mejorar el mecanismo de fotosíntesis a través de medios tecnológicos, insertando finos tubos de carbono en las hojas para hacer más eficaz este proceso. Hubo también quien puso en marcha el prototipo de un robot capaz de aprovechar la energía de las plantas, convirtiendo los elementos nocivos para el medio ambiente que estas procesan en el combustible para poner en marcha la máquina.

 

insertando finos tubos de carbono en las hojas para hacer más eficaz este proceso

n robot capaz de aprovechar la energía de las plantas

Pero, en este caso, como comentábamos, los responsables de ‘Plantoid’ han puesto el foco en las raíces. En torno a ellas, este proyecto persigue dos objetivos. En primer lugar, conocer y trasladar al funcionamiento de los artefactos tecnológicos la forma en que las raíces consiguen explorar y adaptarse de forma eficaz al entorno subterráneo. En segundo lugar, estudiar aquellos aspectos más desconocidos de las raíces, como la capacidad para compartir información sensorial y tomar decisiones colectivas entre sus diversas partes.

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Para ello, han creado un dispositivo compuesto por una red de brazos mecánicos que ahondan en la superficie terrestre, guiados por los sensores que incorporan. Lo más asombroso es que no solo son capaces de detectar el lugar en el que llevar a cabo su excavación, sino también de coordinarse de forma conjunta. Así, imitando el ejemplo del reino vegetal, podría conseguirse una gestión más eficiente de la energía. Cada raíz de Plantoid porta en su ápice, además de sensores, impulsores y unidades de control que conectan este extremo con el tronco del robot.

Esta parte, situada en la superficie terrestre, también jugaría un papel determinante a la hora de suministrar energía a esta planta robótica. Entre los objetivos que persigue el proyecto ‘Plantoid’ también se encuentra dotar a esta máquina de los recursos necesarios para que sea completamente autónoma a la hora de recargar sus baterías. Ya sea a través de las placas solares situadas en sus hojas o convirtiendo el viento en electricidad, los investigadores pretenden imitar al máximo el modo de vida de una planta. Solucion de crucigramas

Tanto es así que el equipo de Barbara Mazzolai también persigue convertir los nutrientes que las raíces encuentran bajo tierra en otra fuente de alimentación. Para lograr este propósito, los sensores que guían a la raiz estarán preparados para detectar productos químicos, así como para medir la humedad, la acidez del suelo, la temperatura y la gravedad, de tal forma que puedan localizar los puntos del subsuelo donde haya una mayor concentración de nutrientes.

Ya hay quien habla de cómo trasladar toda esta tecnología a nuestra vida cotidina. Y es que, más allá del estudio del medio ambiente y nuestro entorno, algunos plantean que el desarrollo de estas raíces podría tener aplicaciones en ámbitos como la medicina, por ejemplo para realizar endoscopias. Gracias a su flexibilidad y su capacidad para reducir la fricción con las paredes que las oprimen, estas ‘plantas’ podrían crecer en el interior del cuerpo humano con facilidad. Otros aseguran que, aprovechando su gran capacidad de anclaje, podrían servir para la investigación espacial. El tiempo tendrá la última palabra. Mientras tanto, nosotros tendremos que cambiar la concepción que teníamos de los robots y admitir, una vez más, que prácticamente nada es imposible.

 

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Con información de Phys.org, Plantoid Project, New Scientist, Mashable y The Economist.

Con información de Phys.org, Plantoid Project, New Scientist, Mashable y The Economist.

Phys.org,

Plantoid Project

New Scientist

Mashable

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2024-10-09

 

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