Mucho se ha hablado estos días de WikiLeaks, demasiado. Desde el impacto social, político y económico que está causando las filtraciones, cada día más grandes e importantes, hasta el arresto y negación de fianza a uno de sus fundadores, Julian Assange, ayer en el Reino Unido.
Pero una de las discusiones paralelas sobre WikiLeaks que más me ha llamado la atención viene de un sector relativamente conservador del periodismo que intenta equiparar, poner en sus propios términos, tal vez para poder racionalizarlo, para lograr entender que es “esto” que está revolucionando a todo el mundo.
El mundo periodístico que se pelea entre llamar, o no, periodismo a WikiLeaks es el mundo periodístico tratando de ponerle un nombre antiguo a cosas nuevas. No aplica. La discusión no debería ser si el sitio de filtraciones y sus actividades constituyen periodismo o no.
Doy un poco de contexto por medio de un ejemplo: El otro día leía cómo uno de estos periodistas que se autodescriben como gurús al ser superados por el progreso que ellos mismos teorizaban hace unos años, trataba de justificar su labor como periodista reafirmando las funciones de su carrera en un mundo donde las primicias se hacen por medio de Twitter y la información de primera mano la tiene nada más y nada menos que WikiLeaks.
¿Y que tiene que ver la plataforma con el medio? Dicho sector relativamente conservador pareciera que se autoimpone una confusión de medio por mensaje para tratar de justificarse a si mismos y evitar la pregunta de fondo que todos deberíamos estar haciéndonos hoy: ¿Por qué hizo falta que llegue el internet y que se funde un sitio llamado WikiLeaks para que empecemos a enterarnos de todas estas cosas que, supuestamente los medios tradicionales debieron contarnos hace años?
Es como si algunos periodistas, algunos defensores y algunos responsables de estos medios tradicionales se pusieran una venda en los ojos y evitaran a toda costa aceptar la existencia de algo nuevo que es sumamente alejado de la realidad periodística que ellos quieren que exista por medio de pseudo-acusaciones del valor periodístico (o no) de WikiLeaks.
¿Por qué tomó la existencia de un Assange y compañía para que El País, The Guardian, El New York Times y otros decidieran publicar información tan sensible pero tan reveladora con potencial de cambiar al mundo para siempre? Yo no puedo creer que al menos algo publicado por WikiLeaks pasó primero por las manos de un prestigioso medio tradicional.
Assange y compañía
«La revelación masiva de documentos secretos es un gran reto para el periodismo» continua nuestro gurú autodeclarado en su artículo reivindicativo de la necesidad del periodismo tradicional. Lamentablemente, la revelación masiva de documentos secretos por medio de un sitio absolutamente independiente lo único que refleja es la continua pérdida de importancia que están teniendo los grandes medios como fuentes de información.
La revelación masiva de documentos secretos es un gran reto para el periodismo
El mundo está cambiando, mucho.
WikiLeaks es uno de una gran serie de componentes del cambio que estamos viviendo hoy con respecto a la forma en que nos informamos y compartimos información. La estructura tradicional de comunicación masiva está tan caduca y tan vieja que quienes aún viven en ese mundo no pueden llegar a comprender las implicaciones reales de la existencia de estos componentes y las consecuencias que traerán en un futuro a mediano plazo.
No tiene sentido discutir si WikiLeaks es una nueva forma de periodismo porque son cosas totalmente diferentes, es como discutir si una nave espacial es un coche o no. No podemos ponerle nombres viejos a cosas tan nuevas ni tratar de racionalizar algo tan diferente con un modelo que está muriendo. Elchat Directorio de chats en español
Es hora de cambiar.
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2024-10-14
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