Algunas cosas de la vida y de la empresa que aprendí mientras jugaba al ajedrez (ii)

 

 

 

La partida de ajedrez más bonita que he jugado en mi vida la jugué un marzo de 1999 en un campeonato organizado por mi escuela. En sí misma no tuvo nada de creativa, ni de profunda, ni siquiera de compleja. Simplemente fue una declaración de principios y de amistad en el sitio en que menos lo hubiera esperado.

No me había ido del todo mal hasta aquel momento pero cuando vi que enfrente de mí se sentaba uno de mis mejores amigos, me di cuenta de que aquella no iba a ser una partida normal. Para empezar, ese era el primer campeonato que los dos jugábamos en nuestra vida. En cada descanso, entre partidas, nos contábamos los resultados. Estábamos emocionados, era realmente un día muy importante para los dos después de aquellos seis meses de clases. ¡Nuestra primera competición oficial!

 

He dedicado muchas tardes de mi vida a jugar al ajedrez con mis amigos. Nada serio, pequeños retos sin mucha profundidad. He perdido un millón de veces y he ganado otras tantas. A veces se ríen de ti, a veces te ríes tú. Cuando juegas con alguien al que tienes cariño o respeto, perder o ganar si no te juegas nada, es fácil. Parte del atractivo es ese. Pero este caso era diferente. Esta vez nos jugábamos algo y ese algo, por pequeño que parezca, era para nosotros importante de verdad.

Los dos empezamos la partida muy serios y concentrados. Típica apertura y todo ese rollo académico. Sin casi mirarnos a los ojos y pegándole duro al reloj cada vez que uno hacía un movimiento. Las cosas iban más o menos como suelen ir las cosas en la primera parte hasta que, a punto de colocar una pieza, escuché en voz muy baja:

“David, no puedes hacer eso”.

“David, no puedes hacer eso”.

Al levantar la cabeza, vi a Fernando señalándome con la barbilla algún caballo o algún alfil que se me habría quedado despistado. Técnicamente no se puede dar marcha atrás pero Fer no estaba dispuesto a ganarme por un despiste, así que decidimos seguir desde ahí. Unos cuantos movimientos mas y esta vez fue él el que metió la pata, y yo el que le avise de que debía rectificar. Y así fuimos equivocándonos por orden: primero uno y luego el otro, una vez y otra vez. Jugando los dos con blancas y los dos con negras, juntos en un bando y juntos en el contrario. Al final aquello dejo de ser serio y trascendente y paso a ser divertido, era como jugar con uno mismo pero con cuatro ojos y cuatro manos. Por supuesto fue imposible “ganarse”, y por supuesto aquello acabó, aunque de una manera un tanto irregular, en tablas.

La única vez que he jugado con un gran amigo un campeonato, la única vez en la que nos enfrentamos juntos por algo importante, ninguno de los dos estaba dispuesto a dejar que el otro perdiera. Y aunque no me hubiera sentado mal perder y me consta que a Fernando tampoco, recuerdo nuestro comportamiento como un compromiso de lealtad inquebrantable entre dos amigos. He aprendido muy bien que los valores del juego se reproducen fielmente en la vida real, sobre todo en la competición anónima. El mal perder, el ansia por ganar a cualquier precio, las trampas… y también lo contrario: la generosidad, el respeto y la deportividad. Fernando Piquer y yo llevamos casi 20 años trabajando juntos, fue mi socio en Zinkia y cómo no, ahora soy su socio en Bitoon. Solo estoy dispuesto a ganar si gana él y él solo está dispuesto a ganar si gano yo.

 

Fernando Piquer

Zinkia

Bitoon

Quería acabar el artículo que empecé hace unos meses sobre “ajedrez, vida y negocios” y sobre esas pequeñas cosas que aprendí mientras estudiaba y jugaba. Me faltaban cuatro o cinco ideas que no quería dejar sin escribir y creo que la historia con la que empiezo este post es bastante ilustrativa de que es lo que debemos buscar en un socio y en nosotros mismos como socios. (ver los puntos anteriores en Algunas cosas de la vida y de la empresa que aprendí mientras jugaba al ajedrez (I))

“ajedrez, vida y negocios

(ver los puntos anteriores en Algunas cosas de la vida y de la empresa que aprendí mientras jugaba al ajedrez (I))

(ver los puntos anteriores en Algunas cosas de la vida y de la empresa que aprendí mientras jugaba al ajedrez (I))

Imagina situaciones en la vida como en una gran partida, una compañía, una negociación, una acuerdo, un proyecto…Ya, ya sé que la vida y los negocios no son esto. Pero si eres de los te gusta entender las cosas con imágenes o con metáforas, puedo decirte que jugando al ajedrez, yo al menos, encontré algunas.

7. El gambito o perder para ganar

Un gambito es el sacrificio de una pieza en la apertura para ganar una posición más favorable en la parte intermedia de una partida. En el mundo de la empresa muchas veces esa es una gran manera de empezar algo. A mí al menos me ha funcionado bien, sobre todo cuando comenzaba en el mundo de los negocios. ¿Cómo podía empezar una compañía siendo un novato si no era dejando que alguien ganara más que yo? Empresarialmente hablando, jugar esta especie de gambito me ha dado muchas posibilidades, a veces porque me dio la oportunidad de aliarme con alguien con mucha más experiencia que yo, a veces porque al tener menos, limitaba mi compromiso y me permitía mirar en más sitios al mismo tiempo y a veces porque perder un poco es una buena forma de salir de una mala situación y así poder entrar en otra mejor. Skins de Fortnite

 

8. La amenaza es más fuerte que la ejecución de la amenaza

Cuando hablo de “amenazas” no hablo de las “amenazas” tipo mafioso (¡en ese sentido “amenazar “es algo muy feo!), sino de la tensión que se genera frente a una acontecimiento futuro que no quieres o no quieren que ocurra. En ajedrez cuando una pieza es “amenazada”, o sea que puede ser “tomada” o “comida” en el siguiente turno, se encadenan una serie de defensas y ataques que mantienen el foco de la partida en un punto determinado del tablero. A más ataques más defensas. Cuantos más efectivos interviene en la operación más importante es ese espacio. Sin embargo en el momento que la pieza es capturada, se suceden casi automáticamente una serie de movimientos que desembocan en una nueva posición. Lo curioso aquí es que mientras la amenaza existe, todo gira alrededor de ella, pero cuando es ejecutada la presión desaparece y solo queda aceptar las “bajas” y colocarse de la mejor manera posible para continuar jugando. En el mundo de los negocios, que no es un mundo fácil y está lleno de circunstancias complejas, muchas veces pasa lo mismo. Un evento es más fácil que se negocie mientras las “amenazas” no se ejecuten. Los grandes empresarios saben manejar estas fórmulas, porque aquí no se trata de faroles sino de piezas realmente bien colocadas o no.

9. La estructura

Las partidas de ajedrez tienen una estructura definida: aperturas, medio juego y finales. Como en una partida, un negocio generalmente se podría dividir en tres fragmentos.Apertura o start-up: Empezar algo esta lleno de mecanismos que es mejor saberse casi de memoria. De la idea al contexto donde ejecutarla. De los planes de negocio a la selección de tus primeros colaboradores. De las posibilidades financieras al modelo societario o la constitución de un consejo de administración. Cada detalle debe estar cubierto, así que lo mejor es hacerlo con mucho cuidado porque un mal movimiento al empezar lo puedes pagar caro mas adelante.

Apertura o start-up

Medio juego o crecimiento: la parte más creativa que depende mucho de las situaciones a las que te lleve el mercado y las decisiones que hayas ido tomando. Aquí es donde se desarrolla la estrategia, donde tienes que utilizar tu cintura y tus experiencias anteriores y en donde generalmente se definirá el éxito de cualquier proyecto, así que por supuesto cuanto más hayas “jugado” en la vida, mejor.

Medio juego o crecimiento:

Y por último los finales o las salidas, que pueden ser la venta de la compañía o de tus acciones, o cualquiera de esos pomposamente llamados “eventos de liquidez”. Esta fase puede no existir, puede que nunca quieras acabar o puede que al igual que en una partida ya hayas perdido hace rato. En el caso de que te llegue la oportunidad recuerda que aunque no lo parezca es una fase muy técnica, que lleva su tiempo y donde no hay que cometer errores si quieres salir ganador. En resumen: estudia mucho y no te confíes. No te equivoques al principio; si te va bien, no te equivoques a la mitad y si te va muy bien, no te equivoques al final.(¿sencillo verdad?)

Y por último los finales o las salidas

y 10. Tenlo siempre presente: todo el mundo pierde alguna vez

La última de esta serie y tal vez la mas importante. Recuérdalo bien: todos (y quiero decir todos) pierden alguna vez. Los buenos y los muy buenos. Exponerte a perder es la manera de enfrentarte a situaciones que te hacen mejorar, experimentar con fórmulas que desconoces y avanzar. Perder es parte del juego, te guste o no. No tengas miedo a perder, se llega a ser bueno ganando, pero también perdiendo.

twitter.com/DavidCantolla

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Dificilmente puedo encontrar una foto mas adecuada para ilustrar mi ”mejor” partida que con esta de “ajedrez basado en la confianza”. Creo que es una obra de Yoko Ono del 2002 (no estoy seguro) via:16 miles: cc, TY!

Dificilmente puedo encontrar una foto mas adecuada para ilustrar mi ”mejor” partida que con esta de “ajedrez basado en la confianza”. Creo que es una obra de Yoko Ono del 2002 (no estoy seguro) via:16 miles: cc, TY!

Creo que es una obra de Yoko Ono del 2002 (no estoy seguro) via:

16 miles

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: cc, TY!

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Algunas cosas de la vida y de la empresa que aprendí mientras jugaba al ajedrez (ii)

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La partida de ajedrez más bonita que he jugado en mi vida la jugué un marzo de 1999 en un campeonato organizado por mi escuela. En sí misma no tuvo nada de

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2024-12-31

 

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