Con Kiss protagonizando realities, Fortu de estrella telecinquera, dibujos animados como Metalocalypse o films como ‘Rock of Ages’ (con ese Tom Cruise con falsa melena), parece imposible creer que en su día los metaleros protestaban por la marginación del metal. Pero es así. Los heavys sanotes y modernos de hoy en día, que usan Twitter y emplean su dinero en montarse estudios caseros con carísimos instrumentos, están muy lejos de aquellos metaleros que probaban el caballo y compraban sus cintas en el rastro. ¿Qué rasgos diferenciaban a un macarra fan de Scorpions de un heavy rolero? Aquí están algunas de las claves.
El Mullet
Las pintas de los héroes melenudos estaban bien para ellos, para señores de 30 años que viven de vender el sueño de la estrella del rock. Para los pobres chavales, sino querían un capón en casa, tenían que conformarse con dejarse el pelo algo largo por detrás.
Y ahora… Está a la orden del día llevar o haber llevado melena. Si no has tenido greñas, no has tenido adolescencia.
Las navajas
El estilismo marginal (el mullet siempre fue algo gitano) y las acusaciones de violencia se resumían en que las hordas metaleras eran vistas como maleantes (y bien que lo disfrutaban). Los jebis “se lo hacían de legal”, pero hey, había que protegerse. Nunca se sabía cuando un punk o un rocker iba a saltar de algún oscuro callejón.
Y ahora… En los bolsillos se llevan el smartphone y un saquito con dados de rol.
La conciencia de clase
El heavy metal en España era una música para currantes del metal y el ladrillo. Ser “de barrio” era muy valorado y señal de autenticidad. Las hordas vikingas abundan en Vallekas, Carabanchel o en ciudades dormitorio. O eso dejaban entrever las pullitas en la Heavy Rock de locutores como Mariskal o El Pirata, donde se utilizaba el adjetivo “universitario” como despectivo (que se lo digan a Crom).
Y ahora… Los jóvenes de las clases más bajas se inclinan por el hip hop o el reaggeton. Los fans de Nightwish pueblan las facultades, principalmente de letras. Carreras como Historia deben la mitad de su alumnado a las letras de Maiden y Tierra Santa.
Integrismo musical
El heavy solo escucha heavy y todo lo demás es una basura comercial. Los 40, el enemigo; baladas, una por disco. Los teclados son para Mecano, y los grupos tienen que cantar en español. Y si aparecen bandas más comerciales a lo Europe, la posición se radicaliza y hay que empezar a escuchar sólo thrash metal.
Y ahora… Gamma Ray hace versiones de Pet Shop Boys, Kreator de Michael Jackson, Angelus Apatrida cantan en inglés y a todo el mundo le parece que no pasa nada.
La falta de sentido del humor
El jebi era algo muy serio. Era “la voz de la calle”, y donde estaban los verdaderos músicos que “se lo han currao”. Y las letras verdaderamente buenas, las que escribían ellos. Ojito con las bromas o desprecios de cualquier tipo. Spinal Tap nunca se estreno aquí. Ni en vídeo.
Y ahora… Gigatrón, El Reno Renardo, NanoWar y otros grupos de “cachondeo” que se ríen de sus tópicos son aclamados por las hordas de las tachas.
Las revistas de cómics
Santa cantaba a los “héroes de papel” que poblaban las habitaciones de los fans de Obús. La lectura del ‘Zona 84’, ‘Cimoc’ o ‘La Espada Salvaje de Conan’, y la iconografía de Moebius y Luis Royo entroncaba directamente con las portadas y temáticas de sus bandas favoritas.
Y ahora… Estas revistas dejaron de existir hace mucho. Las nuevas generaciones optan por Death Note o, directamente, pasan de los tebeos y prefieren la Play.
Las fiestas del PCE
Para atraer a los jóvenes descontentos, nada mejor que una buena descarga de los grupos más poderosos. Sin ir más lejos, en 1984 programó una maratoniana sesión de 10 horas de duración con Ángeles del Infierno, Barón Rojo, Banzai…
Y ahora… El cartel del pasado año lo constituían Chambao, algún grupo punki y un festival de flamenco.
La homofobia
“¡Esos son maricones!” era la manera más rápida y eficaz de despreciar a algún grupo angelino de tremendos cardados. Kiss hacían “el trenecito” y el look de Poison ponía nerviosos a los chavalitos de incipiente bigote y pelo “micrófono” que poblaban la Barrabás. Los Shy aún se acuerdan de las que le cayeron en Madrid por la peculiar imagen de su cantante, cardado y teñido de rubio platino. Blog para amantes del chocolate
Y ahora… Vaya a cualquier garito heavy, espere a que pongan un videoclip de Judas (que lo pondrán) y llame “maricón” a Halford o haga alguna broma sobre su condición de homosexual. No tardarán en afearle el gesto. E igual hasta se gana alguna galleta.
El lloriqueo
“La sociedad nos margina por no ser borregos”. La sección “Tú mismo” de la Heavy Rock era un poema (muchas veces, literalmente). Desde las quejas ante la discriminación en TVE a la incomprensión en tu clase porque preferías a los Accept antes que a Mecano, el discurso era siempre el mismo. No nos aceptan porque somos especiales.
Y ahora… Los hipsters llevan camisetas de Iron Maiden, Fortu de Obús es una estrella de Telecinco y los niños tocan canciones de DragonForce en el Guitar Hero.
Los trabajos manuales
Las habilidades obtenidas en las aburridas clases de dibujo y manualidades tenían su recompensa cuando se llegaba a la adolescencia: personalizar las carpetas y decenas de cintas que constituían la discoteca de los jebis. Las chaquetas vaqueras se pintaban a mano con rotuladores de varios colores para copiar logos y las tijeras y pegamento dejaban las revistas despobladas de fotos de Dio.
Y ahora… El disco te lo bajas y, si eres muy fan, te lo compras por “apoyar” el movimiento. Y el merchandising, siempre oficial. No seas cutre.
Imágenes de Red Baron Fan Club, Metalzone, Master Taekwondo y Coveralia
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Diez rasgos inequívocos con los que podías identificar a un jebi en los 80s (y que ahora no se llevan)
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2024-12-28
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