Seis señales inequívocas de que el verano ha llegado para quedarsecooking ideas

 

 

 

Por más que el calendario marque que el 21 de junio comienza el verano, todos sabemos que, en la práctica, no es así: en Sevilla el verano empieza en abril y en Galicia puede llegar retrasarse hasta el 20 de julio.

Por eso, al margen del inaguantable calor y la ausencia de nubes en nuestros cielos, existen una serie de signos sociales que rápidamente nos mostraran de que el verano ya ha llegado a cualquier punto de la geografía española.

Gente corriendo por todos los lados

Uno no se da cuenta de lo abandonada que tiene la “operación bikini” hasta que le toca ponerse la ropa de verano. Es cuando esos rezagados se ponen las pilas a última hora –como quien se pone a estudiar para un examen en la víspera- y salen a la calle a hacer ejercicio como si no hubiera un mañana para intentar quitarse los quilos que consideran que les sobran. Las calles y parques se llenan de gente empeñada en sudar la gota gorda, exprimiendo los últimos momentos para perder peso y tonificar su cuerpo.

 

A estos también se suman aquellos que se pusieron en serio en enero, lograron su peso deseado en abril pero que, a causa de pequeños descuidos, han ido recuperando lo perdido los meses previos al verano.

Queridos amigos, no pretendáis conseguir en dos semanas lo que no habéis logrado en dos meses.

El cataclismo de la estética

Sabemos que ya es verano porque, efectivamente, hace calor y nos vestimos más fresquitos; pero también porque el gusto por el buen vestir cae estrepitosamente. Es cuando descuidamos por completo nuestra imagen personal en a favor de una vestimenta que permita que no muramos de calor.

descuidamos por completo nuestra imagen personal

Así pues, las calles se inundan de brazos flácidos mostrando las melenas de los sobacos, camisas desabotonadas mostrando un frondoso bosque, esas horribles túnicas que se ponen las señoras a partir de cierta edad, las sandalias que dejan al descubierto todo tipo de atrocidades (cayos, uñas largas, pelos, juanetes…), las publicitarias para protegernos del sol, etc.

También es cierto que los hombres suelen agradecer esta época del año por ver a las mujeres mostrando más carne, pero eso pertenece a otro capítulo.

Efluvios corporales

Cuando el calor aprieta, nuestro cuerpo pone en marcha su sistema de refrigeración, por eso sudamos. Y según dónde vivamos, nos podemos pasar todo el verano sudando como pollos.

Lo peor no suele ser cuando sudamos, sino cuando son los demás quienes chorrean a nuestro lado: en el metro, en la cola del súper, en el trabajo o en cualquier otro lugar o situación que implique contacto físico con otras personas. Y mucho peor que entrar en contacto con los efluvios corporales del prójimo, es cuando este desconoce la existencia de unos productos milagro llamados desodorantes o descuida su aseo personal. Entonces nos tocará sufrir el latigazo del verano y el calor de la manera más desagradable.

 

Turistas hasta en la sopa

No podían faltar en la lista: ¡los turistas! Quienes vivan en lugares poco turísticos no conocen la sensación de sentir que tu ciudad se va volviendo más y más pequeña y te sientes ahogado desde el instante en el que sales de casa.

Las terrazas y los restaurantes están a rebosar a cualquier hora del día, el trasporte urbano es un infierno y los puntos mencionados en las guías de viaje son intransitables. Pero lo peor de todo es cuando te toca pasar por uno de esos lugares de camino o la vuelta del trabajo.

Constantemente te cuzas con hordas de turistas disfrutando de sus vacaciones en terrazas o en la playa mientras que a ti te toca ir a pringar y no ves el momento de que lleguen tus ansiadas vacaciones.

Niños nocturnos Trucos de los Sims 4

Cuando los colegios –esos centros donde los padres y madres meten a sus vástagos mientras ellos están en el trabajo– finalizan las clases, los chavales toman las calles. A cualquier hora, en cualquier lugar. De pronto, hay niños y niñas ociosos por todas partes, incluso en la calle en la que vives e incluso durante la noche.

Los chavales aprovechan el fresquito nocturno y la posibilidad de poder salir “en horas de mayores” a la calle para corretear y gritar –con o sin balón- mientras tú estás en la cama intentando dormir porque a la mañana siguiente tienes que madrugar, y mucho.

La muerte de la televisión

Junto con el fin del curso escolar –y esto también va inevitablemente sujeto a fechas- la televisión también termina. Las parrillas de todos los canales –autonómicos como nacionales- se llenan de rancios programas de verano, series y películas del paleozoico, e informativos que dan pura lástima.

Ante ese panorama, uno decide desenchufar la tele y darse a la lectura (ya lo decía Groucho Marx) hasta que llegue septiembre para no sentirse tan estúpidamente engañado.

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2025-01-11

 

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