La escasez de fuentes de agua pública es un problema común en muchas capitales, tanto en las más calurosas como en las más frescas. En las últimas décadas, las administraciones han olvidado lo beneficioso para el ciudadano que resultan las fuentes para beber en la calle (en contraposición al creciente aumento del consumo del agua embotellada), lo que ha desembocado en que dejen de atender a su conservación o instalación.
En Madrid, por ejemplo, las fuentes del municipio se han reducido a menos de la mitad. Si hace treinta años había alrededor de 4.000 fuentes, en la actualidad quedan menos de la mitad, 1.843; y una buena parte están criando telarañas. En climas rigurosos como el verano madrileño, las fuentes también actúan de salvavidas, sobre todo para trabajadores en exteriores y personas mayores, que pueden ahuyentar el riesgo de golpe de calor encontrando una fuente de agua fresca en el camino.
En Vancouver, en Canadá, también últimamente aprieta el verano. El año pasado tuvieron una ola de calor nunca antes vista, que pilló de sopetón a las autoridades municipales de una ciudad muy preparada para el frío, pero no tanto para la canícula.
La idea que han puesto en práctica este verano pasado consiste en el despliegue de un sistema de fuentes adicionales y portátiles en lugares de alta afluencia y de paso estratégico, que ha ido acompañada de una aplicación para el iPhone que permite encontrarlas según la geolocalización de cada una.
Vancouver tiene alrededor de 250 fuentes de agua potable gestionadas por la Junta de Parques, y unas 25 gestionada por el departamento de ingeniería municipal; pero hasta ahora los residentes no contaban con una manera efectiva de localizarlas. Por eso la aplicación telefónica de geolocalización también lo que pretende es impulsar una manera de beber agua en Vancouver que ayude a decir “adiós” a la botella de plástico, permitiendo al ciudadano rellenar su botellín reutilizable en las fuentes existentes, ocultas a sus ojos desde hace años.
Respecto a las fuentes, o “estaciones de agua potable” portátiles que han instalado este verano, basta con un operario que las conecte a la manga riega más cercana para que funcionen de manera autónoma. Existe una versión con ruedas, que ya pudo testarse con grandes multitudes en los JJ.OO, y una versión de temporada, que anclan en el suelo durante el verano y luego retiran cuando refresca.
Mejorar la percepción pública de estas fuentes y del agua municipal en general es sólo un factor en el fomento de un mayor consumo el agua del grifo. Y los residentes en Vancouver quiere liderar esta corriente de abastecimiento más sostenible; no por nada el agua de la ciudad es conocida como “el agua de grifo más pura del mundo” y el 100% proviene de pozos que aprovechan tres acuíferos subterráneos.
En la actualidad, las fuentes de agua potable de la ciudad se apagan de noviembre a abril. Con el fin de impulsar esta independencia del agua embotellada, la ciudad pondrá a prueba a partir del próximo mes dos fuentes resistentes a las heladas, para que puedan funcionar durante todo el invierno.
Si resultan exitosas en uso, se pretende pasar a una campaña más agresiva, que instalaría pequeñas fuentecillas en las fachadas de los edificios, para que residentes o visitantes puedan rellenar sus botellas de agua, independientemente de que haga mucho frío o les toque una ola de calor insoportable.
Más info: la campaña “Summer Heat in Vancouver”
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2025-01-12
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