Después del fracaso

 

 

 

Un socio, y gran amigo, me contó una vez una conversación que tuvo con su padre.

-“Hijo, hay una razón por la cual yo nunca empezaré una compañía”.

-“Hijo, hay una razón por la cual yo nunca empezaré una compañía”.

-“Y ¿cuál es?”, le preguntó mi amigo.

-“Y ¿cuál es?”, le preguntó mi amigo.

-“Qué como soy mucho más listo que tú, puedo ver todos los problemas a los que me tendría que enfrentar”.

-“Qué como soy mucho más listo que tú, puedo ver todos los problemas a los que me tendría que enfrentar”.

Lo decía con cinismo y, muy posiblemente con admiración por los, no pocos, logros empresariales de su hijo, pero también como una advertencia ante lo que puede suponer no prestar demasiada atención a los contratiempos que una mente super-racional es capaz de identificar de antemano.

 

En este caso, la frase le llegó a este amigo mío, tras un sonoro revés empresarial, pero igual le habría valido para un divorcio o para cualquier otra desgraciada aventura. Lo curioso es que aunque parezca lo contrario, esa frase era una declaración de amor, basada en la idea de que no queremos ver sufrir a los que queremos de verdad.

Miedo al fracaso, pánico a sentirse señalado como perdedor o a enfrentarte a unos padres “que ya te lo avisaron”. Terror a perder lo ganado o conquistado, a caer de tu estatus social, a que tu familia se deshaga, a que ese fracaso te lleve a más fracasos. Desazón por no saber cuánto de ese descalabro fue por mala suerte, por tu propio diseño vital o simplemente por tu culpa. Ansiedad porque no sabes cómo volver a empezar, ni si sabrás volver a empezar o si tendrás siquiera fuerzas para volver a empezar. Una odiosa sensación de mirarte en un espejo y no ser capaz de saber quién eres.

Es lógico que dé miedo fracasar, para eso vale el miedo. El miedo está muy bien diseñado y es igual que ese padre que quiere evitarte que sufras.

Hablemos claro, fracasar no mola.

Dejadme que os cuente una historia de fracaso. En al año 1999 vendí mi empresa Teknoland a Terra/Teléfonica de España, fue una operación muy grande(para mi), en siete años la compañía había pasado de dos a ochenta profesionales, trabajábamos con las mayores cuentas de España y facturábamos casi doce millones de euros, creciendo a una velocidad imparable… Conseguimos que Terra entrara en el capital a un valor de cuarenta y ocho millones de euros (valor de compañía). Ocho años antes, yo vivía con mi roomate, Gerardo, un actor de la Fura dels Baus, en una boardilla de Lavapiés con mil goteras y sin calefacción. Pasamos de 0 a 100 en milisegundos

Terra/Teléfonica de España

La cosa no quedo ahí, durante los siguientes dos años la empresa creció y creció, haciendo cosas extraordinarias y también, es verdad, cometiendo algunos errores. Oficinas en todo el mundo, compras de negocios en Latinoamérica, road-shows, bancos de inversión, seiscientos empleados, mil portales y una trascendente cultura de empresa. Muy chulo y todo lo que quieras, pero cuando nos quisimos dar cuenta “la burbuja de Internet nos explotó en la cara” y el 14 de febrero de 2001 suspendimos pagos. La mitad de los profesionales de la compañía y todos los clientes, que son los únicos activos que un negocio de servicios tiene, desaparecieron en un solo día igual que los protagonistas de la serie “4400”.

 

Y, si subir y llegar hasta ahí arriba había sido en un jet, bajar fue como hacerlo en un misil anti-bunker que perforó, con mucho, el suelo.

Una crisis de ese tipo se parece a un accidente de coche. Ves venir el accidente, intentas reaccionar y ves que el auto no responde y que el desastre es inminente. Te cubres la cara cuando notas el impacto. El airbag no ha saltado y el cinturón de seguridad hace tiempo que va suelto. Te ves proyectado por el parabrisas delantero, rodeado de millones de cristales. Este es el momento de una suspensión de pagos por ejemplo, o de un divorcio o una separación traumática. Aun no hay dolor físico, pero tu cuerpo y tu cabeza sabe que ahora va a venir lo más gordo. Y así es. Sales rebotado contra el coche de enfrente y golpeas tu cuerpo por todos lados y mientras, tu cabeza intenta poner en orden, por un lado el dolor que recibes y por otro, el cómo te ha podido llegar a ocurrir esto. Videos de incestos y xxx gratis

Denuncias, demandas, dinero perdido, sueños destruidos, eres capaz de verlo… y también de ver que aun no se acabado y ahora es el suelo el que centra tu atención porque ruedas y rebotas contra él, rompiéndote algún hueso mas, y ruedas y ruedas otro poco hasta que te detienes… Y entonces llega un momento surrealista de paz mezclado con magulladuras y semi-inconsciencia, que equivale a los concursos de acreedores, a los “antesamigos” que quieren lo suyo, a las acusaciones públicas de ser “una lacra-especuladora”, al desprecio general, al “se veía venir”, a tu familia asustada, al incierto “qué pasará…”, al “qué será de mi…”, al “se lo merecía”…

Esa es la caída, ahora queda el post-accidente, las camillas, las operaciones, la habitación del hospital… y la rehabilitación: seis meses, un año, dos, tres… El problema de caerse de muy alto es que no es fácil dejar atrás un fracaso gordo y hay que salir de ahí poco a poco y con mucho esfuerzo.

Suena, y fue, desolador.

Pero entonces ocurrió algo sorprendente

Los siguientes nueve meses, a pesar del ruido general a mi alrededor, los dediqué a curarme las heridas y a reponerme, a buscar con sentido y a edificar. Con un poco de perspectiva te das cuenta de que no va a ser tan difícil y aunque sí, es verdad que da mucha pereza, también lo es que en los años anteriores, y en tu propio fracaso, están las guías de muchas cosas que se pueden evitar y que te pueden hacer ir más rápido que la primera vez. Es el valor de la experiencia, y cuanto más dura, más enriquecedora. El llegar a hacer algo de nuevo no es más difícil, curiosamente si estás mentalmente preparado hay muchas partes que resultan mucho más sencillas. Hay mucha más gente que te ha visto hacer las cosas bien de la que crees. A lo que mas miedo tiene el propio fracaso, es al tiempo, a tu salud, a tu energía y a tu memoria, porque pueden convertirle a él, tan “ruín”, en un amigo importantisimo

Pienso muchas veces en esa época, y en esa enorme derrota. Y aunque ha sido tras muchos años de seguir trabajando, hoy no tengo duda de que fue una bendición de ese ángel de la guarda que tengo, que me dio la oportunidad de empezar un proyecto como Zinkia y de construir una serie como Pocoyo que ven millones de niños en el mundo…

Zinkia

Pocoyo

Ese enorme fracaso fue profesionalmente una extraordinaria oportunidad de cambio y una experiencia que me ha llevado a hacer ahora las cosas que hago. Con la distancia el amargo fracaso se vuelve un trazo más en el dibujo de las cosas por las que estás dispuesto a luchar en tu vida. Pasa a ser algo mágico que le da perspectiva a tu vida. Sí, fue una mierda, pero sí, me trajo hasta aquí.

Utiliza el fracaso a tu favor, si sales de él, es una oportunidad de hacerte más duro, más fuerte, más listo, más potente, más preparado y de que el éxito aparezca de nuevo. Mira la cantidad de fracasados en el mundo que luego no lo fueron, a Thomas Edison le dijeron que era retrasado y que no llegaría a ningún sitio… y en fin, el tío llegó a casi todos; a Steve Jobs le echaron de Apple porque decían que era un desastre, y ahora, ….qué se puede decir de él. Aprender a fracasar y aceptarlo como parte del proceso de ser mejor, es parte del camino de crecer.

Si hoy invierto en proyectos de otras personas les pido que me cuenten sus fracasos, y que me cuenten que aprendieron de ellos. No hay nada que avance sin fracasos, a veces muy pequeños y a veces muy grandes. Nadie hace los 18 hoyos de un campo de golf el primer día que saca los palos. Y del que te diga “a mi todo me sale bien” desconfía, porque lo más probable es que lo que le salga mal, le salga contigo.

Ya sabes, siéntete orgulloso de tus fracasos como los soldados lo hacen de las heridas que no acabaron con ellos.

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-“Hijo, hay una razón por la cual yo nunca empezaré una compañía”. Un socio, y gran amigo, me contó una vez una conversación que tuvo con su padre. U

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2025-01-23

 

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