Spotify, la publicidad como castigo

 

 

 

Comparado con Spotify, MySpace parece una página creada en el difunto Geocities y Pandora un fallido intento (fue bonito mientras duró) de convertirse en lo que es Spotify: la base de datos definitiva de la música. Puede que aún no esté “todo” (o mejor aún: “en Spotify no hay nada”, como dicen los snobs) pero lleva camino de ser la Fonoteca Universal.

Spotify

MySpace

 

Geocities

Pandora

en Spotify no hay nada

Pero todo tiene un precio: en el caso de Spotify, los 10 euros que cuesta la suscripción mensual al servicio Premium y que te libra de sus pertinaces anuncios. Cualquiera que escuche habitualmente la radio online sabe de qué le hablo: estás deleitándote con los acordes de “Nutty”, de Thelonious Monk y cinco minutos después surge inopinadamente de los altavoces el avance del último disco de Porta, el barbilampiño rapero.

Nutty

Más allá del fastidio que pueda causar, ese tipo de publicidad no se diferencia de cualquier otra de una radio comercial: abruptas interrupciones con peregrinos “consejos” comerciales, el peaje a pagar por la gratuidad del servicio.

Pero Spotify se ha dado cuenta de hasta qué punto puede resultar molesta su publicidad y la utiliza como puya para redirigir el público hacia el redil del servicio Premium. Así, lo que en otros medios gratuitos –periódicos, TV, Internet- es una autopromoción hacia determinados contenidos del medio, en Spotify se convierte en una suerte de castigo para los usuarios que no hemos pasado por caja. Y, como buen castigo, busca generar una dosis de sufrimiento suficiente como para lograr su objetivo aunque no tan alta como para disuadir al usuario para conectarse de nuevo. Fotos Porno y actrices porno

Volvemos a abrir Spotify. Hoy nos ha dado por revisar la ácida discografía de Brian Eno. Al finalizar los 4 minutos y 20 segundos de “Just another day” nos sobresaltamos al escuchar la voz disonante, gritona y estridente de un tipo: “¡Hola, soy un anuncio de Spotify. ¿Quieres librarte de mí?!”. En ese momento –mientras intentas en vano silenciar el anuncio- te planteas seriamente si vale la pena pagar los 10 euros de impuesto revolucionario.

“Just another day”

De momento, sólo 2 de cada 100 usuarios pagan por el servicio Premium, una cifra nada desdeñable teniendo en cuenta que miles de usuarios se incorporan cada día al servicio, en uno de los virales más impresionantes de la Red actual. Según el modelo de Chris Anderson (ver “La economía del gratis total”) ese 2% está subsidiando al 98% que preferimos soportar la publicidad intrusiva de la radio online en la esperanza de que tarde o temprano surgirá una alternativa gratuita.

“La economía del gratis total”

Hace unos meses The Guardian trató de estimar la rentabilidad de Spotify…y no llegó a ninguna conclusión, pues muchos de los cálculos están realizados a partir de especulaciones, pero una cosa es prístina: la empresa sueca necesita como agua de mayo esos suscriptores Premium para ser rentable. Así que nos van freír a publicidad hasta que claudiquemos.

The Guardian

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Spotify, la publicidad como castigo

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Comparado con Spotify, MySpace parece una página creada en el difunto Geocities y Pandora un fallido intento (fue bonito mientras duró) de convertirse en lo

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2024-10-26

 

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