Soy un logotipo, y quieren matarme.

 

 

 

Mi nombre es logo y me apellido tipo. Tal vez no me conozcas, pero algunos dirían que soy de buena familia, hasta famoso. Muchos me reconocen o sólo con que les hables de mí ya se sienten más tranquilos y confiados. Por eso, allí donde voy, coloco en lugar bien visible mi escudo de armas. Ya sé, ya sé, es un poco anticuado eso de los escudos. Viene de la edad media cuando con las corazas, todos los caballeros eran iguales y tenían que distinguirse con su escudo dibujado en el casco.

Es un poco clasista, lo reconozco. Como si sólo por llamarme como me llamo ya tuviera derecho a algo. Pero yo no engaño a nadie. Me ha costado muchos años hacerme un hueco en mi comunidad. Siempre aseado, y retocando mi estilo con el paso de los años para no pasar de moda. Porque tengo el alma clásica, pero me va la marcha. Vaya, y ser moderno. Y renovarme me cuesta un dinero, no lo olvidéis.

 

Pero algo está cambiando. Tengo miedo. Ahora cuando salgo, me rodean un montón de tipos desconocidos, sin nombre. Son más y se venden barato. Son pandillas, nadie sabe muy bien su origen, pero las conocen como “las blancas”. Cada vez me cuesta más defender mi sitio, porque quienes vienen a por mí, ya no se comportan como antes. Hubo un tiempo en que me bastaba con salir en un anuncio para que me buscaran. Pero dicen por ahí que la gente ya no mira los anuncios. Incluso he oído que han matado al banner. Brrr… tengo miedo. Creo que ahora viene a por mi. Quieren matarme…

Pero pienso defenderme. Los tipos como yo tenemos mucho valor. Somos quienes marcamos la diferencia. Así ha sido siempre y así será. Pero tendré que luchar. Como siempre.

He estado investigando. Primero a mi competencia. Si, son muchos y más fáciles de conseguir. Pero también son más fáciles de olvidar. Me he fijado bien, y he descubierto que ayer les eligieron a ellos en lugar de a mí, pero hoy han elegido a otros distintos. Algo tienen que no consiguen repetir mucho tiempo. Y esos ojos. He observado los ojos de quienes los eligen y siempre miran de tapadillo hacia donde estoy yo. Me buscan con la mirada para asegurarse de que sigo aquí. A veces, hasta me cogen en sus manos un rato antes de llevarse a uno de esos… como llamarlos de forma políticamente correcta… genéricos.

Sé que me echan de menos. Si no me llevan con ellos como antes, debe ser porque ahora no pueden, pero seguro que quieren. Ellos no me matarán. Me quieren. O me querían. Ellos no me traicionarían tan fácilmente. El enemigo, pues, lo tengo en mi propia casa. Tal vez no me he dejado aconsejar muy bien.

Recuerdo cuando salía en la tele. Iba una semana por allí y luego todos venían aquí a verme. Con el tiempo tenía que ir más y más veces, incluso salir en muchas a la vez… y claro, la gente se cansaba de verme tanto. Algunos incluso me quitaban para ver otra cosa. Saturaron a la gente y ya sólo los más fieles me buscaban. Pero aún así eran muchos. Cómo Hacer Jabón Casero, Metodos y Recetas 2023

Y con la prensa, igual. Me ponían en una página de domingo, y triunfaba. Pero empezaron a ponerme en unas páginas nuevas, que llaman webs, y era un follón. La gente ya no se paraba a leer las noticias. Entraba, leía por encima y se iba a otro sitio. Entonces me dijeron que me esforzara por llamar la atención. Que cantara, me moviera mucho, incluso que me pusiera delante de ellos sin dejar ver la página hasta que me quitaran ellos. Mala idea. Ahora miran para otro lado y me ignoran. Nadie quiere escucharme.

Han sido las malas compañías. Por su culpa, han matado la prensa, la televisión y hasta los banners, ¡con lo interactivos que eran! Dios mío, creo que ahora vienen a por mi… Me han sacado a la calle para compartir experiencias, me han hecho hacer guerrilla… y ahora me obligan a dejarme manipular por cualquiera. Tengo que escucharles, tanto si les gusto como si no. Es patético. Me han liado en unas redes y no puedo escapar. Incluso me insultan cuanto quieren y yo tengo que aguantarme. Quieren que me haga amigo de todo el mundo. Creo que es el fin. Estoy perdiendo mi identidad y capacidad de influencia.

Necesito un consultor. Uno con experiencia. No uno de los que están como locos por experimentar nuevos tratamientos aunque se les mueran los pacientes. “Los experimentos -como decía mi abuela- con gaseosa”, que es más barata. Al fin y al cabo, si cada vez se fijan menos en mi, si cada vez somos más y si cada vez somos todos más parecidos, lo que tengo que hacer es reforzarme. Ser más transparente. Que todos sepan lo que hay detrás mía. Debo ofrecer siempre lo mejor que tenga, o no poner mi nombre en la firma. Debo seguir invirtiendo en estar a la última y ocupar los mejores espacios. Asociarme sólo con quien ofrezca la misma confianza que yo. Ser firme y no dejarme tentar por lo que quieren que ahorre en gastos para ganar más. Y puede que las cosas se estén poniendo feas, pero precisamente por eso, lo último que debo perder es el orgullo de ser quien soy. Eso, también lo decía mi abuela, “es pan para hoy, hambre para mañana” y como vi en una película que interrumpí una vez con un anuncio… “a Dios pongo por testigo, que jamás volveré a pasar hambre

Los experimentos -como decía mi abuela- con gaseosa”

es pan para hoy, hambre para mañana

a Dios pongo por testigo, que jamás volveré a pasar hambre

Foto: Creative Commons Flickr by h3rno

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Soy un logotipo, y quieren matarme.

Soy un logotipo, y quieren matarme.

Mi nombre es logo y me apellido tipo. Tal vez no me conozcas, pero algunos dirían que soy de buena familia, hasta famoso. Muchos me reconocen o sólo con que

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2024-12-26

 

Soy un logotipo, y quieren matarme.
Soy un logotipo, y quieren matarme.

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