El declive de los serial killers y El auge de la economía compartida

 

 

 

La economía compartida entre particulares que propicia Internet está conquistando cada parcela de nuestra vida: compartimos coches con desconocidos en BlaBlaCar; alquilamos nuestra casa en Airbnb o la intercambiamos nuestro hogar con unos neozelandeses a los que jamás veremos.

BlaBlaCar

Airbnb

intercambiamos

 

La tendencia se extiende allí donde llegan las redes ubicuas y el Smartphone y tiene, cómo no, su origen en Estados Unidos, donde varias de las citadas páginas de servicios peer-to-peer están ayudando a socavar los pilares de la economía tradicional. Un análisis de Ben Cooper en The Verge añade un ingrediente a la ecuación: el declive de los asesinos en serie en aquel país, desde su cénit en los años 80 hasta la actualidad, cuando se han convertido en una rara avis, y el consiguiente repunte de la confianza hacia los desconocidos en aquella sociedad.

The Verge

Vayamos con los serial killers, un “producto cultural” genuinamente americano. La gráfica que ilustra este artículo ilustra la escalada del número de asesinos en serie en las décadas de los 70 y los 80 y su paulatino descenso en las últimas dos décadas, hasta volver hoy a los niveles de hace medio siglo. Evidentemente, 200 asesinos en serie son insignificantes estadísticamente para una población de 300 millones de personas, pero sus crímenes “tienen un impacto en la conciencia nacional, la cuestión de si crees o no que un extraño te va a hacer daño”, señala el artículo.

La desconfianza hacia el extraño (y alguna película del estilo ‘La matanza de Texas’) hizo que prácticas hasta entonces populares como hacer autostop se volvieran marginales.

Curiosamente, el declive del serial killer tiene una componente tecnológica, además de la policial (los crímenes violentos han disminuido enormemente en EEUU desde los años 80 hasta la actualidad): “Hoy existe un nivel de identidad que previene que los depredadores puedan moverse impunemente de una comunidad a otra. Una búsqueda en Google hace más difícil que dejes tu historia detrás”, señala Mike Aamodt, profesor de psicología especialista en asesinos en serie. Actualidad y noticias

El autostop ha vuelto a las carreteras americanas y europeas en otra modalidad: a través de Internet y el teléfono móvil, y como una modalidad de “compartir gastos” más que como “te hago un favor”. En redes como BlaBlaCar conductores y pasajeros se puntúan mutuamente, de modo que sabes a priori la jaez de tus compañeros de viaje. España no ha sido nunca una potencia mundial en asesinos en serie (aunque haberlos, haylos), pero nuestro país no es ajeno al zeitgeist dominante: la desconfianza hacia el extraño –y la proliferación de autopistas- dificultaron durante décadas viajar en autostop.

haylos

La recuperada confianza en los extraños se sustenta en un factor adicional, según escribe Popper: el retorno a las ciudades, revirtiendo el éxodo rural que tuvo lugar durante los 70 y los 80. La alta densidad del entorno urbano es un caldo de cultivo idóneo para las apps peer-to-peer.

“Hubo un tiempo en el que confiábamos en una cadena de hoteles como Hilton. La marca hacía que la gente se sintiera segura pasando la noche allí. Cada vez tenemos menos confianza en esas jerarquías establecidas, en cambio depositamos más en una red de conexiones entre la gente”, concluye el artículo.

Visto en The Verge. Gráfico extraído de ‘Extreme Killing: Understanding Serial and Mass Murder’.

The Verge

‘Extreme Killing: Understanding Serial and Mass Murder

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La economía compartida entre particulares que propicia Internet está conquistando cada parcela de nuestra vida: compartimos coches con desconocidos en BlaBla

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