A ver, twitteros: que levante la mano el que no se ponga a pensar, mientras ve una película en el cine, qué va twittear al salir de verla. Es más: muchos tenemos que reconocer que nos contenemos para no sacar el móvil e ir comentando el film mientras estamos en la sala, para no molestar a los demás. Estamos enganchados al invento sí, pero hay que tener un mínimo de sentido común.
Fruto de esa urgencia que nos lleva a comentar la película mientras la vemos, han surgido iniciativas como la del Performing Arts Center de Nueva York, que nos da opción de comprar asientos para una zona reservada para twitteros: son los llamados “twitt seats”.
Como si fueran fumadores o glotones, estos tienen su propia zona para poder hacer agudas observaciones sobre el film proyectado. En realidad, todo parece indicar que la gente lo usa de la manera habitual en la que se usa la red: para soltar muchos, muchos chascarrillos.
El crítico Harlan Jacobson, responsable de esta iniciativa, engloba la experiencia dentro de unas actividades llamadas “Talk Cinema”, que animan a la discusión de cada título proyectado mediante cine forum, sesiones de preguntas y respuestas y, también ahora, sesiones de twitteo en vivo, con butacas seleccionadas para este menester, buscando no molestar al resto de los espectadores.
El problema, sin embargo, es que tener a 100 o 150 personas todas pendientes de sus smartphones, con la pantalla encendida y dando toquecitos es imposible que no moleste a los espectadores más cercanos a la zona.
Es más: sorprende que esta idea sea impulsada por una asociación que proyecta selectos ejemplos de cine de autor de todo el mundo. Y es que la atmósfera sacro-cinéfila bien puede ser arruinada ante las risitas de los usuarios de la red social, ahogándose en un festival de chistes malos en pelis que no se prestan a ello.
La siguiente película en poder ser comentada en una sala, el 13 de Marzo, es “Habemus Papa”, de Nanni Moretti. Previamente se pudo hacer en “Borat”, “Brokeback Mountain”, “Amélie” y “Waking Ned Devine”. Aún peor será la cosa si se deja hacer también en cualquier estreno: la cantidad de “spoilers” en los que pueden incurrir nuestros amigos sin desearlo haría descender nuestro interés por verla. A nadie le gusta que le arruinen la película, aunque sea sin querer.
Para bien o para mal, se trata de una iniciativa pionera en el campo de la exhibición cinematográfica. Muchos creen que los asientos para twitteros serán una realidad de aquí a pocos años. Claro que hay salas que se niegan en redondo. En la famosísima Alamo Drafthouse de Austin, Texas, (un cine de aforo limitado donde a uno le sirven la cena en unas lujosas butacas) ya se han mostrado contrarios a la idea.
“No importa si es una obra en directo o una película: si vas es para meterte en la historia y dejarte llevar por ella. Usar Twitter durante un show me parece un acto de desesperación”, declaró su director, Tim League.
La idea surgió del mundo del teatro, allá por 2009, cuando la Compañía de Ópera Lírica de Kansas reservó 100 asientos para que se twitteara la última interpretación del HMS Pinafore. El propio director artístico de la obra también se encontraba comentando y respondiendo a las preguntas y observaciones de los espectadores.
A partir de entonces, muchas compañías teatrales habilitan en sus funciones un área reservada para aquellos que deseen twittear, buscando generar publicidad en tiempo real. Según sus defensores, con decenas de personas usando un mismo hashtag, puede generarse un efecto boca a boca que es muy bienvenido para publicitar las obras.
Eso sí: los asientos suelen ser laterales, o limitados a algunas filas al fondo de la sala. Ruega que no te toque uno de esos por error.
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Irene Friedman, habitual de una sala de teatro y conciertos de Cincinnati, pudo asistir a una de esas sesiones y no quedó muy contenta: “sus pulgares se movían más rápido que los dedos de un violinista. En ocasiones, se daban codazos y leían lo que la otra persona tenía en su pantalla. Ni siquiera aplaudían al final de cada acto. Como estaban mirando sus móviles, se perdían lo que estaba pasando en el escenario.”
De momento, en España, no hay ninguna sala que se ofrezca a hacer algo semejante, aunque todos sabemos que muchos lo hacen igualmente. Puestos a comentar películas “en vivo”, mejor hacerlo desde casa o en iniciativas como el video chat “Cine Basura”, donde se habilita una sala de charla al tiempo que se emite una película mala en streaming. Allí nadie nos va a pedir que dejemos de usar nuestro querido smarphone.
Fuentes: Read Periodicals y Usa Today
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