Con la crisis, quien más quien menos se ha visto en la obligación de apretarse el cinturón, sobre todo quienes no quieren renunciar a sus vacaciones lejos de sus ciudades y hogares. Así, la tradición campista vuelve a aflorar con fuerza como alternativa barata de vacaciones frente a los hoteles o apartamentos.
Hay quienes adoran pasar sus vacaciones de camping y hay quienes lo hacen por ser la única manera de disfrutar de unas vacaciones low cost. Así que, armados con sus tiendas y demás aparejos, miles de españoles emprenden una aventura campista como destino vacacional.
Pero, seamos sinceros, no todo es de color de rosa cuando vas de camping. No tendrás la limpieza y el confort que te otorga un hotel y tendrás acceso a las situaciones más surrealistas que jamás hayas podido vivir, sobre todo si eres un principiante.
La gente es muy cochina
Cuando sientes la irrefrenable llamada matutina de la naturaleza, acudes a liberar tu interior al baño más cercano, que está a 300 metros de tu tienda. Vas de cubículo en cubículo, buscando el más limpio –o menos sucio-, y a medida que vas avanzando, tus esperanzas van decreciendo. ¡Qué guarra es la gente! Cuando al fin das con el retrete que cumple más o menos tus expectativas higiénicas, te encuentras con que está ocupado por la cucaracha más grande que has visto en tu vida. Pegas un grito, sales corriendo y descubres que ya no tienes ganas de ir al baño.
Diluvio veraniego
Es verano, pero en verano también llueve, y puede coincidir que el único chaparrón que caiga sea durante tu estancia en un camping. Tras un día de duro bochorno, el cielo se oscurece y empieza a llover como si no hubiera un mañana. Corres a la tienda y ahí te quedas hasta que deja de llover. Pues no, se tira toda la noche lloviendo y no puedes pegar ojo por la incertidumbre del “qué demonios estará pasando ahí fuera”. Cuando por fin consigues dormirte, unas húmedas gotas te despiertan. ¡Sorpresa! ¡La tela de la tienda ya no puede repeler más lluvia y ha empezado a filtrar el agua hacia el interior!
El sabotaje de los cuervos
Después de cenar a la escasa luz de las velas, dejas todo más o menos recogido: la basura en una bolsa y la comida para el día siguiente en otra, todo bien protegido en el pequeño avance de la tienda. Cuando amanece y sales de la tienda, descubres que esos cuervos tan bonitos y graciosos que veías durante el día por el camping han saboteado tu comida. Se han medito bajo la tela, han destruido con sus picos las bolsas y ahora toda la basura y la comida está esparcida frente a tu tienda. Juguetes educativos
Inquilinos nocturnos de seis y ocho patas
Por más que tomes las más estrictas precauciones, los insectos acabarán colándose en tu tienda sí o sí. De noche no los ves, entras en la tienda y te echas a dormir. Cuando amanece y los rayos matutinos iluminan tu hogar de verano, descubres a los nuevos inquilinos en las paredes de la tienda: una hermosa colección insectos de todo tipo y tamaño. Y a modo de plus, los mosquitos se han puesto las botas con tu suculenta sangre.
Vecinos voceras
Y si ya en tu piso de la ciudad tienes broncas con los vecinos y los decibelios, ¡qué decir cuando vas de camping! Si te tocan vecinos que hablan muy alto los maldecirás durante todo el día y la noche. Si son de los que están de jarana con la música hasta altas horas de la madrugada, tienes tres opciones: aguantar, pedirles por favor que se callen y bajen la música de una maldita vez, o unirte a ellos.
Ronquidos infernales
Un ruido te despierta en mitad de la noche. ¿Qué es? ¿Qué diabólico animal se encuentra en las proximidades de tu tienda? Oh, espera, es el alemán de la tienda de al lado, que ronca como una bestia prehistórica. Das vueltas y más vueltas, mientras urdes el más cruel de las venganzas contra su persona.
Noemí Rivera es capaz de armar una tienda Quechua de tres segundos en sólo dos
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Pesadilla en el camping: inevitables situaciones por las que no te gustaría pasar cuando vas de acampada
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2025-01-01

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