Óscar López, el ministro florero

No espero mucho de España, dado el panorama actual. Me refiero a mis compatriotas, que justifican lo que ocurre solo porque "al menos no gobierna la derecha", un consuelo absurdo y desalentador. Es difícil entender cómo hemos llegado a tal polarización, destruyendo la convivencia y el Estado en tan poco tiempo. La degradación institucional es evidente: donde antes había figuras como Mendizábal o Maura, hoy están Yolanda Díaz, Montero, Bolaños u Óscar López.

Óscar López es un claro ejemplo de cómo la política se ha envilecido. Un personaje sin talento, colocado en el poder por intereses partidistas. Al frente del Ministerio de Transformación Digital, su gestión es desastrosa y perjudicial para España. El fracaso más evidente es la pésima ejecución de los fondos europeos: del PERTE Chip, dotado con 12.000 millones para semiconductores, apenas se han usado 330 millones (un 2,6%). Una oportunidad perdida para impulsar la industria tecnológica, ahogada en burocracia y falta de ambición.

La cancelación del proyecto de Broadcom, que iba a invertir 1.000 millones de dólares en España, es la prueba definitiva de esta incompetencia. Falta de diálogo, desinterés político y dejadez institucional han acabado con cientos de empleos de alta cualificación. Y, como broche final, tras este desastre, el gobierno firma un absurdo acuerdo de Ciberseguridad con Mauritania, un país con infraestructuras obsoletas y mínima conectividad. Un gasto inútil que demuestra sus prioridades equivocadas: propaganda en lugar de soluciones.

Óscar López no gestiona, solo cumple órdenes propagandísticas. Ha convertido un ministerio clave en un escaparate de anuncios vacíos y promesas incumplidas. Mientras otros países atraen inversiones, España pierde oportunidades por pura ineptitud. No podemos permitir más ministros decorativos. O cambiamos el rumbo, o el futuro digital de España lo decidirán otros, desde fuera y en otro idioma.