“There are places in the world where people do not dream of rocket-powered unicorns and dancing wild animals with diamond-coated wings. Yes, there are places in the world where people give up dreams”.
“There are places in the world where people do not dream of rocket-powered unicorns and dancing wild animals with diamond-coated wings. Yes, there are places in the world where people give up dreams”.
“Hay lugares en el mundo donde la gente no sueña con unicornios propulsados por cohetes y animales salvajes bailando con sus alas decoradas con diamantes. Sí, hay lugares en el mundo donde la gente ha dejado de soñar”.
“Hay lugares en el mundo donde la gente no sueña con unicornios propulsados por cohetes y animales salvajes bailando con sus alas decoradas con diamantes. Sí, hay lugares en el mundo donde la gente ha dejado de soñar”.
“An Awesome Book” es el libro mas inspirador que he podido leerles a mis hijos en los últimos años. Llegó a casa y arrasó y es, de largo, el libro preferido de mi hija pequeña. Confieso que es incluso más inspirador para mí, porque a ella le quedan aun unos años para poder entender el enorme significado que tiene, y a mí, sin embargo, me recuerda cada momento esos lugares en el mundo donde la gente ya no sueña. Dallas Clayton lo escribió e ilustró en 2008 y yo se lo he leído a Valentina cien veces. En los próximos años, mientras crece, perderá o aumentará su capacidad de imaginar y de soñar. Que pase una cosa u otra depende mucho de mi.
Tengo mucho cuidado con lo que leen mis hijos. En cada cuento hay un mensaje dictado por una mente adulta que quiere aportar su granito de arena en el crecimiento de sus pequeños cerebros. Muchos de ellos forman inconscientemente parte del problema. El cuento de la Lechera por ejemplo. Una niña que soñaba con vender su leche, con los beneficios conseguidos aumentar su negocio y hacer más inversiones y al final llegar a tener una producción entera… ¿Tienes ambiciones empresariales? Pues para empezar: el cántaro al suelo! Aquí de soñar nada.
Seguro que los fundadores de Pascual o de Central Lechera Asturiana no leyeron este cuento. Yo sí y siempre me pareció una injusticia.
Y que me decís de Hansel y Gretel, unos niños abandonados, que en la primera casa que entran se los quieren comer. Por el amor de Dios, ¿En cuantos cuentos se quieren comer a algún niño?. ¿Cómo no vamos a crecer desconfiando del tipo de al lado?
O el de “La cigarra y la hormiga”. Un cuento con un mensaje frustrante e irreal. La hormiga, trabaja, trabaja y trabaja, y es verdad que el trabajo le salva, pero también es verdad que desperdicia su vida por acumular para poder seguir acumulando. Qué opciones te da una existencia así: ser un jeta y morirte, cosa con poco reflejo en la vida real (no hay más que ver la televisión y ver a montones de cigarras forrándose sin hacer nada) o currar como un bestia y bueno, al final morirte también pero sin haber aprovechado la vida para hacer algo. Echo de menos un insecto en el medio que generara valor, que trabajara sin descanso y a la vez cantara, y que se divirtiera y luchara por crear algo que hiciera su planeta un poco mejor.
¿Y en el mundo real?
Mi amigo Juan va al colegio y le dicen que su hijo no va bien en las clases de educación artística. El profesor le confiesa que va a tener que ponerle mala nota porque, aunque trabajador, el chico es poco disciplinado y a su parecer no dibuja bien. El chaval, un crack, con posibilidades de ser el próximo Pollock, sufre porque no entiende que está haciendo mal. El profesor sin darse cuenta y sin mala intención, dedica parte de su esfuerzo a hacer que sus alumnos crezcan pensando en diferentes colores, pero impidiéndoles que se salgan del formato que les ha marcado como correcto ¿Cómo vamos a cambiar el mundo si nos enseñan a ser todos básicamente iguales? ¿No está la innovación precisamente en esa forma de pensar?¿Qué es lo importante cuando creamos, reforzar nuestro sentido de hacer las cosas como los demás o ser libres para instalarnos fuera de esas líneas? Blog sobre salud
En el lado opuesto, como mi amiga Kath Hart, productora ejecutiva de Pocoyó, me recuerda a menudo, la obligación de hacerles entender a nuestros hijos la importancia que tienen sus actos. Un ejemplo que siempre me pone es cuando uno de ellos se da un golpe y miramos al mueble determinado y decimos. “¡Mala mesa!”, o “¡mala silla!” o “¡malo suelo!”… Empezamos mal desde el mismo principio. Responsabilidades fuera. El culpable como siempre, otro.
“¡Mala mesa!”
“¡mala silla!”
“¡malo suelo!”
Son ejemplos al azar, es verdad, pero es real que educamos a nuestros hijos a la defensiva. Inculcamos en ellos un sentimiento de autoprotección para que se preparen como adultos y cuando llegan se han quedado sólo con la parte mala de ser niños. Crecemos caprichosos, miedosos, pensando egoístamente sólo en nuestra merienda y en tener todos los juguetes que podamos: coches, casas, televisores, novios y novias. Muchos, la mayoría, mirando al estado o a la empresa en la que trabajamos como a un padre que tiene la obligación de darnos y de decirnos que hacer. Crecemos sin capacidad de tomar riesgos, de construir proyectos o nuevas realidades y para colmo con el sentimiento de que nunca tenemos lo que merecemos. Crecemos ademas, con la capacidad de soñar y de crear atrofiada por tantos consejos y tanta búsqueda de la “mejor educación”. Llegamos aquí, como un guante dado la vuelta.
Nos han educado así. Dejamos por el camino las cosas que nos hacían NIÑOS con mayúsculas para convertirnos en adultos con minúsculas. Rendidos a demasiadas cosas. Adultos decepcionados con la vida de adultos, y que de alguna manera, incluso con buena intención, como aquellos que cuentan cuentos, trasmitiendo esa decepción a la siguiente generación.
He oído decir muchas veces que los americanos tiene una mentalidad bastante infantil. Supongo cuando se dice eso, se dice con desprecio. Para mi, es lo contrario, creo que con todos sus fallos, su parte de niños es la que les hace reinventar las cosas cada poco tiempo. Los servicios de la nube, las pantallas táctiles en los móviles, el cine en 3D, el nuevo coche eléctrico… Ojalá nosotros nos esforzáramos más en desarrollar esa mentalidad
Necesitamos soñar más, necesitamos ser más niños y también necesitamos utilizar la parte del adulto y del sentido común que es necesaria para acometer decisiones complicadas, traumáticas o que requieren de un gran esfuerzo y un compromiso especial. Sacrificio, trabajo y riesgo, y sueños, imaginación y juego… todo lo contrario de lo que la mayoría busca. ¿Qué quedó de aquello de hacer Transformers con cajas de cartón, de luchar contra Godzillas gigantes con rayos de hielo, o de vender teletransportadores de hamburguesas a los amigos de nuestros padres? ¿No fue para eso para lo que nos hicimos mayores?
Niños y adultos con mayúsculas
“There are places in the world where people do not dream of rocket-powered unicorns and dancing wild animals with diamond-coated wings. Yes, there are places
comodibujar
es
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2025-01-14

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