Nadal, el ranking atp y la felicidad relativa

 

 

 

Desde hace más o menos un año estamos asistiendo en directo a la caída libre de Rafael Nadal, paradigma del superdeportista español del siglo XXI. Sus castigadas articulaciones están sufriendo no sólo la presión física del deporte de elite sino también la exigencia de seguir en la cúspide del tenis mundial. Esta exigencia tiene una vertiente humana/deportiva –Nadal es un ganador nato en un entorno altamente competitivo en el que ganar no es una opción- y una superestructural/económica: el joven tenista es un fabuloso negocio para su entorno, los anunciantes, los medios de comunicación y el propio circuito. Y los inversores siempre exigen el retorno.

Nadal fue efímeramente número uno del ranking ATP, casi un año entre 2008 y 2009. Como es bien sabido, esa clasificación compara los resultados de la temporada de cada tenista con los de la temporada anterior: cada jugador defiende los puntos obtenidos el año pasado, de modo que para no perder puestos en el ranking es necesario, por lo menos, ser igual de bueno que el año pasado. Nadal no sólo lucha contra Federer, Del Potro, Murray y otros terminators de la pista sino, sobre todo, contra sí mismo. El listado de ATP actúa en Nadal 2010 como una sombra del colosal Nadal 2009, su propio fantasma de las Navidades pasadas.

 

ranking ATP

terminators

¿Cuán desdichado se siente Rafa Nadal en su situación actual, perdiendo sistemáticamente contra los mejores, arrastrando una lesión que amenaza su futuro como tenista? Tal vez, tan desdichado como una madre que ha perdido su trabajo y no pueda alimentar a sus hijos. La comparación puede parecer forzada y fuera de lugar pero déjenme desarrollarla. Objetivamente la situación de Nadal es envidiable: es joven, guapo, triunfador, multimillonario y, salvo improbable catástrofe, tiene la vida resuelta. Cualquiera firmaría por cambiarse por él, ¿verdad?

Sin embargo, a sus 23 años ya ha sido el mejor, de modo que comparativamente ya no puede mejorar. Como mucho puede aspirar a mantenerse igual: todo lo que no sea ganar es un fracaso. Retirarse de un partido añade humillación al fracaso. A sus 23 años y con una vida de fábula el mundo está sembrado de amenazas para Nadal. Su felicidad relativa es endeble (evidentemente no tengo ni idea cómo se siente Nadal por dentro: todo esto es un ejercicio retórico para llegar a una teoría que desarrollaré a continuación).

Volvamos con esa mujer, quien a duras penas logra alimentar a sus hijos. (No hace falta irse a un país miserable: seguimos en España). Puede que esa familia esté habituada a pasar apreturas, así que la penosa situación actual se parece a otras muchas que, mejor o peor, lograron superar. Supongamos que, gracias a su perseverancia, esa madre consigue aprobar unas oposiciones y logra un puesto de trabajo en la Administración, uno de ésos por los que pelean con ahínco miles de personas, muchos de ellos desesperados. Podemos imaginarnos que la alegría de nuestra protagonista no tiene nada que envidiar a la del mallorquín cuando gana alguno de sus Roland Garros.

 

pelean con ahínco miles de personas

La felicidad o infelicidad no se puede estirar hasta el infinito y más allá. Todos vivimos en una franja similar, acotada por nuestra realidad cotidiana, nuestra historia y las expectativas de cara al futuro. Estudios psicológicos han demostrado que tanto las personas que han tenido un golpe de suerte repentino (una herencia o el gordo de la Lotería) como quienes han sufrido una tragedia (quedarse parapléjico en un accidente) retornan al cabo de tres o cuatro años al mismo nivel de satisfacción vital en el que se encontraban antes del acontecimiento. En otras palabras, sus circunstancias externas han redibujado la regla de las expectativas pero su felicidad relativa se ha comportado como una goma elástica que, de pronto, recuperara su tamaño y forma original.

[Por cierto, en una conocida página sobre Rafa Nadal uno de los artículos más leídos se titula “Un hombre destrozado”. ¿Se refiere a Rafa? Negativo: habla del mejor jugador de la historia del tenis, Roger Federer, cuando perdió el Open de Australia (y, eventualmente, el número uno) frente al español.] HERRETE | Descúbre su verdadero significado

conocida página

Un hombre destrozado

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