Solo hay que bucear en el pasado reciente de la mayoría de países para confirmar que la economía es cíclica. El reflejo de la crisis de los últimos años se puede encontrar volviendo la vista atrás unas cuantas décadas. No obstante, las circunstancias y la reacción de cada estado varían con el tiempo.
Un ejemplo de ello es Brasil: si ahora los recortes son la receta contra el descenso del PIB, hace 25 años el país carioca logró salir de una brutal hiperinflación gracias a una estrategia totalmente distinta. Un experimento disparatado que acompañó a las medidas llevadas a cabo por los gobiernos de entonces: alguien se atrevió a crear una moneda falsa para salvar la economía del país.
En 1993, Edmar Bacha, economista de la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro, fue llamado a Brasilia por el entonces ministro de Finanzas, Fernando Henrique Cardoso, que cuatro años después se convertiría en presidente de Brasil. Según cuenta Bacha, el nuevo ministro le dijo que acababa de ser nombrado para esa cartera, que él no sabía nada de finanzas (es sociólogo de formación) y que necesitaba su ayuda.
Cardoso había llamado al teléfono correcto: desde su época de estudiante, Bacha y otros colegas analizaban la inflación del país, un quebradero de cabeza para otros gobiernos que llegaba entonces a su punto álgido. La tasa de inflación alcanzó el 80% mensual y los brasileños se estaban acostumbrando, desgraciadamente, a ver cómo los precios cambiaban en cuestión de horas. A ese ritmo, algo que costara un cruzeiro (la moneda oficial en aquellos momentos) podía llegar a valer mil cruzeiros al acabar el año.
Por si fuera poco, las diferencias entre ricos y pobres y las desigualdades sociales suponían todo un abismo. Bacha también sabía algo de eso. De hecho, en la dictadura militar (1964-1985) escribió una fábula sobre el rey de un país ficticio llamado Belíndia, situado “a medio camino entre Occidente y Oriente”, en el que algunos de sus habitantes vivían como si fueran belgas mientras otros lo hacían como si fueran indios. Después de estudiar durante tantos años la economía de su país, la llamada de Brasilia le permitía poner en práctica algunas de sus ideas para sanear la economía de la patria.
una fábula sobre el rey de un país ficticio llamado Belíndia
Bacha y sus tres compañeros acudieron a la capital y explicaron su idea: había que desacelerar la fabricación de monedas y billetes y, al mismo tiempo, convencer a la vez a la gente de que el dinero que atesoraban seguía teniendo valor. Proponían crear una nueva divisa que siempre se mantuviera estable para que la confianza de los brasileños no se viniese abajo. Era febrero de 1994. Nacía así la llamada Unidad Real de Valor (URV).
El URV nunca se llegó a acuñar. En realidad, su única función era hacer que los brasileños mantuviesen una percepción fija sobre el valor de las cosas y dejasen de fijarse en el baile de precios provocado por la inflación. Para ello, los precios de los productos, los salarios y los impuestos empezaron a ser medidos en esta falsa moneda, con su equivalente en cruzeiros. El valor en URV siempre se mantenía fijo, aunque el precio en cruzeiros variara. Así, por ejemplo, un cartón de leche podía costar 1 URV, que eran 10 cruzeiros. Al mes siguiente, ese 1 URV se podía haber convertido en 20 cruzeiros. Para entonces, la gente habría dejado de pensar en la moneda oficial y solo tendría en cuenta los valores estables.
Y así fue. En pocos meses se pudo comprobar que los precios en URV se mantuvieron. La gente confiaba en su sorprendente estabilidad. Había llegado el momento de llevar a cabo la segunda parte del plan: convertir el URV en la moneda en curso. Así, el 1 de julio de 1994 el URV dejaba de ser un experimento disparatado para convertirse en la nueva moneda oficial de Brasil, el real. Bacha recuerda el miedo que tenía por aquel entonces: “Estaba muy asustado. ¡Estaba cruzando los dedos!”. Además, cuenta que pasó “seis meses de su vida en el Congreso intentando convencer a prácticamente todos los diputados de sus planes”.
Bacha recuerda el miedo que tenía por aquel entonces
Esta falsa moneda que nació para que los brasileños recuperaran la confianza en base a la estabilidad de una divisa (aunque fuera inventada) fue uno de los hitos más importantes del llamado ‘Plano Real’, el plan de choque de Cardoso y su equipo para equilibrar la economía brasileña. Además, se iniciaron procesos de apertura comercial, se privatizaron varias empresas públicas y se reestructuró la deuda externa. Fotos Porno y actrices porno
Una vez que la moneda fue implantada, la inflación galopante que el país sufría desde hacía tres décadas desapareció: del 43,1% mensual durante el primer semestre de 1994 hasta el 3,1% del segundo y el 1,7% de 1995. El país, a día de hoy, sigue teniendo problemas de inflación, pero no de las mismas dimensiones. Bacha vio que sus tesis funcionaban, cumplió con la petición que Cardoso le había hecho y, por si fuera poco, también consiguió quedar bien con sus hijos.
¿Por qué? Porque cuando Bacha viajó a Brasilia para hablar con el ministro de Finanzas, también se reunió con el mismísimo presidente del país, Itamar Franco, al que pidió un autógrafo para sus retoños. Franco les escribió el siguiente mensaje a los vástagos del economista: “Por favor, decidle a vuestro padre que trabaje rápido para el beneficio del país”. Y vaya si lo hizo. Como para no estar orgulloso de ese padre.
Con información de NPR, O Estado de Sao Paulo y Wikipedia (1, 2). Imágenes de Shutterstock
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2024-11-02
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