Para situar a Barack Obama en la Casa Blanca en 2008, la maquinaria electoral demócrata tuvo que gastar más de 750 millones de dólares, de modo que cada voto “costó” unos 10,5 dólares. Si el próximo martes, el presidente Obama quiere salir reelegido le saldrá un poco más caro: un 30% más, concretamente, según los cálculos de los analistas.
El coste de las campañas electorales ha aumentado exponencialmente en las últimas tres décadas, pasando de los 300 millones de dólares que gastaron Reagan y Carter en 1980 a los más de 5.800 millones que llevan gastado todos los candidatos (incluyendo partidos minoritarios y elecciones primarias) durante esta larga carrera presidencial. No es país para candidatos pobres.
No es ajena a esta espiral inflacionista la decisión tomada en 2010 por la Corte Suprema que EEUU, que eliminaba cualquier límite en la donación de las empresas a las campañas políticas, anulando una norma previa de 2002 que trataba de poner freno a las donaciones corporativas.
El gráfico que abre este artículo está elaborado a partir de la información de Open Secrets y Political Maps. En él se puede apreciar que en 5 de las últimas 8 elecciones presidenciales el candidato que más dinero logró recaudar fue el que finalmente alcanzó la presidencia. En las otras tres el presidente ya estaba en la Casa Blanca, de modo que la tarea para desalojarle corría a cargo del aspirante. Igual que sucede en España, el presidente electo suele tener media reelección ganada, al sumar el control institucional a su propia maquinaria electoral. Romney lleva gastados 60 millones de dólares más que Obama, pero sus posibilidades de desbancar al demócrata del Despacho Oval son cuando menos inciertas.
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Si al final el candidato que gana es el que más dinero tiene, ¿por qué no cobrar por votar? El lo que cínicamente proponen desde Freakonomics; el llamado mecanismo de voto de Glen (por su inventor, Glen Weyl) plantea que cada elector pueda votar las veces que le dé la gana aunque, eso sí, cada voto le costará un poco más que el anterior: 1 dólar el primero; 4 el segundo; 9 el tercero; 16 el cuarto y así sucesivamente. ¡Pero eso favorecerá a los ricos!, grita el demócrata convencido del sufragio universal.
Desde luego, reconoce su inventor, pero mucho menos que el sistema actual: “Con este mecanismo alguien que gaste 40 millones de dólares sólo podría emitir 500 votos, mientras que actualmente alguien que invierta 40 millones en la campaña electoral, evidentemente espera influir en muchos más de 500 candidatos”. Puestos a ser capitalistas, proponen, seámoslo de verdad y pongamos un precio al voto. Yes, we can!
Con información de PSL, NYT, Freakonomics, USA Today, Open Secrets y Political Maps.
La mejor democracia que el dinero puede comprar
Para situar a Barack Obama en la Casa Blanca en 2008, la maquinaria electoral demócrata tuvo que gastar más de 750 millones de dólares, de modo que cada vot
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2025-01-13
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