En aras del buen gusto, la decencia y el saber estar, constantemente hemos sido privados de nuestros placeres corporales más humanos. Pero los expertos coinciden, lejos de ser groseros o de mal gusto, muchos de los “malos” hábitos que procuramos reservar para nuestra más sabrosa intimidad resultan ser saludables y no darles rienda suelta podrían perjudicarnos.
Comer en el sofá
La clásica escena: te haces un bocata con lo que más te gusta o, simplemente, te sirves una ración de lo que toque en el plato y te escabulles a la sala a sentarte en el sofá viendo la tele.
Pues bien, expertos en la materia (en medicina, no en sentarse en el sofá) afirman que comer en una posición relajada, sin tensiones, tranquilamente y tomándonos nuestro tiempo, como por ejemplo en el sofá viendo la tele (programas que no nos alteren demasiado, claro) es bueno para la salud, ya que favorece a la digestión, siempre y cuando lo hagamos en una postura erguida y sin echarnos demasiado para atrás o encorvarnos, para evitar la indigestión. Aunque esto no quiere decir que debamos dejar de comer en la mesa, si la compañía y el ambiente es bueno y relajado, nos ahorraremos los equilibrios y malabarismos en el sofá.
Eructar
Siguiendo con las digestiones y los valses gástricos, llegamos a la liberación de gases estomacales. Si bien es cierto que eructar hasta hacer tambalearse los cimientos del edificio en el que estás es muy grosero y asqueroso (sobre todo si puedes llegar a adivinar todos los platos del menú que ha ingerido la persona en cuestión sin siquiera abrir los ojos), no se trata más que de una inocente expulsión de gases propia del proceso digestivo y que si reprimimos, podría provocarnos ardor de estómago. Al no eructar, los gases se quedan en el estómago y hacen que la válvula que separa el esófago del estómago se relaje y, por consiguientes, que el ácido estomacal suba hacia el esófago.
De modo que la próxima vez que alguien os llame la atención u os mire mal por eructar, ya sabéis lo que tenéis que decir: “Es por salud”.
Foto de muffinn, CC
Foto de muffinn, CC
Peerse
Y siguiendo con el sabio proverbio de “mejor fuera que dentro”, avanzamos en nuestro recorrido digestivo hasta llegar más abajo, al intestino, donde se generan los malditas flatulencias al fermentarse las proteínas y los carbohidratos de los alimentos que ingerimos. ¿Qué podemos decir de los dichosos pedos que la inmensa mayoría de la población no haya experimentado ya, directa o indirectamente?
Está claro que esos gases que nuestro cuerpo genera hay que liberarlos tan pronto como llaman a la puerta. Contenerse los gases provoca hinchazón y dolor abdominal, todos sabemos lo que es ir con gente en el coche y lo mal que se pasa aguantándote un pedo; uno, porque muchas veces es casi imposible y para ello tienes que contraer hasta los músculos de las pestañas y, aun así, los muy traicioneros se escapan; y dos, porque tener el cuesco ahí paseándose por tus intestinos es muy molesto y hasta doloroso. ¡Así que…que corra el aire!
Foto de Anna-Mollie, CC
Foto de Anna-Mollie, CC
Morderse las uñas
Mucha gente se muerde las uñas, ya sea porque no puede vérselas largas, por nervios, por un impulso incontrolable o por la pereza que supone levantarse a por el cortaúñas. Se dice también que es un instinto heredado de nuestros antepasados de las cavernas, que al no tener herramientas para cortarse las uñas, se las mordían. Lo cierto es que además de destrozarnos los dedos, cuando nos llevamos las uñas a la boca ésta entra en contacto con toda las bacterias y demás elementos vivos tan poco deseables que hemos ido recopilando a lo largo de nuestra actividad diaria como primates que somos. Fotos Porno y actrices porno
Como dice el refrán, lo que no te mata te hace más fuerte, y no le falta razón. Al mordernos las uñas, exponemos nuestro organismo a bacterias que nuestro sistema inmune tratará de combatir. Digamos que es una especie de entrenamiento: el sistema inmune guarda muy bien en su memoria contra quiénes ha luchado y así, al volver a encontrarse con sus viejos contrincantes, tendrá asegurada la victoria. Ya lo veis, el exceso de higiene nos debilita, así que ¡guerra al jabón!
Foto de woodleywonderworks, CC
Foto de woodleywonderworks, CC
Escupir
Mientras corremos por la ciudad, jugamos a fútbol con nuestros amigos, nos batimos en duelo al tenis con nuestro jefe o tenemos que echar un sprint mortal para no perder el bus, tendemos a respirar por la boca en lugar de por la nariz, para así coger más aire. El problema es que al respirar por la boca, no calentamos y humidificamos ese aire para que el cuerpo absorba mejor el oxigeno, así que cuando el aire seco y frío de la calle llega a nuestra garganta, las células se inflaman y generan saliva para protegerse. Es entonces cuando sentimos la gran necesidad de desprendernos de ella, no sin antes asegurarnos de que no vaya a caer en un lugar inapropiado.
Foto: Cris Valencia, CC
Foto: Cris Valencia, CC
Fumar
No hace falta enumerar la enorme lista de daños y perjuicios que provoca el consumo de tabaco. Si a eso le sumamos que la sociedad cada vez ve con peores ojos a los fumadores, a más de uno se le irían las ganas de seguir fumando si no fuera tan difícil quitarse el mono de encima. Sin embargo, pese a la oscura reputación del tabaco, existen varios motivos para colgarle alguna que otra medalla. Por ejemplo, ironías de la vida, fumar reduce el riesgo de sufrir Parkinson, obesidad, ciertos ataques al corazón y lesiones en las rodillas. Por otra parte, potencia los efectos de los medicamentos coronarios, como el clopidogrel.
varios motivos para colgarle alguna que otra medalla
Visto en Daily Mail. Con información de Cooking Ideas 1 y 2
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Seis malas costumbres que son buenas para ti
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2024-10-11
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