Como otras franquicias de los 80, la de ‘Mi pequeño pony’, ha visto como su popularidad resurgía gracias al impulso nostálgico, que ha propulsado una nueva serie dibujos y juguetes. Grandes y chicos vuelven a disfrutar peinando de las larguísimas crines de colorines de estos caballitos.
Claro que lo que pocos saben es que en realidad, podemos rastrear su origen mucho, mucho antes. A finales del siglo XIX, concretamente, donde unos ponies con gigantescas melenas asombraban a los asistentes de las ferias de los EEUU, y aún hoy, podemos ver a uno de estos animales disecado por ahí.
En 1910 se publicó un libro llamado ‘Zoología Experimental‘, donde aparecía un pony llamado Lynus, que disponía de una cola de más de 6 metros y unas cabelleras de 5’5 metros de largo. Dado que sus padres también tenían unas crines de longitud inusitada, concluyeron rápidamente que se trataba de un gen dominante.
Por los datos que se han conservado, Lynus actuaba bajo el nombre de “El Rey Salvaje de los Caballos-Maravilla de Oregon”, paseándose por todo el país y asombrando al personal. Antes de ser capturado, se convirtió en una leyenda local, siendo muchos los cazadores que se interesaron por intentar capturarlo, aunque solo uno lo consiguió, claro.
¿Sería Linus la inspiración de los pequeños ponys? Pues es bien posible. Él, o su hijo. Porque como las melenas equinas eran hereditarias, Linus tuvo descendencia, bautizada como… Linus II, ‘El retonno’. En 1891 la revista ‘Scientific American’ le dedicó unas páginas, para asombro de sus lectores. Las medidas de sus caballeras eran 4 metros, casi 3 metros en la frente, y la cola de 3,5 metros. Linus II también tuvo su apodo: “El Sansón de los caballos’, aunque no tenía una fuerza especial, claro está. Todo sobre el cafe
El mismísimo Napoleón era un admirador de este tipo de monturas, y si aún podemos ver uno de cerca, es gracias a él. Eso sí: está disecado. El francés regaló un caballo muy singular a su sobrino, que está disecado en el ‘Museo de las palomitas’ de Marion, Ohio. Y, como no, también tenía un apodo rimbombante. En este caso: ” ‘Príncipe Imperial“.
‘Príncipe Imperial’ fue comprado a Napoleón en un viaje que Jacob Howser realizó a Francia en 1869. Allí, quedó maravillado por el animal, y pagó una auténtica fortuna de la época: 3000 dólares. Por lo visto, recuperó su dinero con creces, exhibiéndolo en circos y ferias de los EEUU.
El caballo murió en 1888, pero siguió dando réditos: tanto Howser, como sus hijos, como sus nietos siguieron exhibiéndolo una vez disecado, en circos en verano, y en su propia casa en invierno, llegando a aparecer en desfiles. Subido en una carroza y sin moverse claro. El museo de las palomitas se ha convertido, por tanto, en lugar de peregrinación para los fans más acérrimos de ‘Mi pequeño Pony’.
Visto en Io9 y Roadside America
Los pequeños ponys de la vida real
Como otras franquicias de los 80, la de ‘Mi pequeño pony’, ha visto como su popularidad resurgía gracias al impulso nostálgico, que ha propulsado una nu
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2024-12-22
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