Por un pelo de langostino de Sanlúcar los floridos patios cordobeses no han sido declarados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Es lo malo de luchar contra castillos, gitanos y vírgenes; habíamos metido tantas candidaturas (5) que la UNESCO nos dijo que no valía repetir y que deberíamos elegir entre flamencos y geranios, que se parecían mucho. Y ganó el flamenco; como ganó la Junta de Andalucía frente a la alcaldía de Córdoba, que “plegó velas” ante el cante.
Estos títulos reconocen el crisol de nuestra diversidad cultural que debe ser conservado, una garantía de creatividad permanente que debe pasar de padres a hijos. Y aunque puede parecer que los patios cordobeses (que como todos los patios, son particulares) son poco más que una algarabía festiva primaveral, el concepto puede tener algunas connotaciones ecológicas que les pueden dar mayor universalidad.
Basta con irse al otro lado del mundo, en ciudades densamente pobladas donde el espacio urbano es limitado y casi no queda sitio para plantar un jardín. En el centro de Córdoba ponen las macetas en las paredes. Y en Osaka (Japón) también colocan esas macetas en las paredes; pero esta vez en las fachadas de los edificios urbanos.
El arquitecto y artista Gaetano Pesce construyó a principios de los 90 este “Organic Building” en Osaka, un edificio con un jardín vertical en sus fachadas formado por macetas interconectadas, la considerada su obra más famosa. Completado en 1993, el edificio orgánico es un hito cívico de la ciudad de Osaka, que desde entonces lo cuida y lo considera patrimonio municipal.
El exterior está cubierto con paneles de hormigón revestido de acero esmaltado, dejando espacio para las ventanas, con un acabado de color rojo que recorre las bolsas de extrusión que hacen de macetas. Dentro de estas macetas, fabricadas en fibra de vidrio, se encuentran más de 80 tipos de plantas autóctonas y árboles seleccionados en colaboración con horticultores de Osaka; y todos ellos son regados a través de un sistema hidráulico formado por tuberías mecánicas y controlado por ordenador, un método mucho más japonés que el palo de escoba con lata tradicional cordobesa.
La fachada del edificio orgánico tomar su rol conceptual de la planta del bambú, la más significativa de las especies de los jardines japoneses. Ciertas propiedades del bambú, como su verticalidad, la superficie ondulada y la tendencia a convertirse en una red de espacios entrelazados, pero únicos, hace posible visiones individuales y únicas también desde el interior del edificio.
El diseño se inspiró, en un principio, en el concepto del jardín como una metáfora del potencial de la comunidad urbana que lo cuida. La habitabilidad en Osaka es densa y extraordinariamente cara, así que un jardín horizontal independiente era imposible. La construcción orgánica fue diseñado para ser un jardín vertical en sí mismo, más que un edificio, y logró un ideal arquitectónico que por aquel entonces nunca antes se había experimentado con eficacia.
Tanto, que en 1994 el proyecto fue declarado Monumento Cívico de la ciudad de Osaka, que ha llevado a cabo su mantenimiento a perpetuidad. Hoy, 17 años después, el jardín está tan cuidado que, a buen seguro, podría competir en belleza con cualquier patio andaluz de premio. Y no sólo en primavera.
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2024-11-06
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