Internet y las redes sociales están generando grandes modificaciones en el comportamiento del consumidor. Desde el nacimiento del Internet 2.0 los internautas pasan de ser consumidores pasivos de información a usuarios activos que permiten a cualquier persona convertirse en periodista, músico o director de cine y divulgar su trabajo para que todo el mundo lo vea, lo valore y lo comparta si le gusta. Pero esta nueva realidad junto con la presencia continua de Internet en nuestras vidas también está generando otro cambio drástico en el consumidor. El ensayista americano Nicholas G. Carr en su ya famoso artículo “¿Está Google volviéndonos estúpidos?” publicado en la revista “The Atlantic” analiza como la nueva forma de consumir información en Internet, a saltos y en diagonal, influye mucho en nuestra capacidad de concentración y reflexión. De alguna manera se esta “readiestrando a nuestro cerebro a recibir información de una manera muy veloz y en pequeñas porciones”. El usuario activo de Internet y de redes sociales en especial, está sometido a una cantidad tan elevada de estímulos con los que tiene que interactuar (si quiere seguir siendo activo) que tiende a convertirse en un consumidor ansioso que necesita ver, contestar, compartir información sin tan siquiera procesarla. Nos estamos convirtiendo en personas eficaces en la multitarea, pero incapaces de mantener la atención en nada más de varios minutos.
¿Qué cantidad de enlaces en Facebook reciben un “like” por parte de amigos en menos tiempo del que se necesita para leer una noticia o ver un vídeo? ¿Cuál es el número de comentarios a una noticia polémica en un periódico de gente que sólo ha leído el titular o los comentarios de otros usuarios? (sólo en un medio más de 5000 comentarios en un día a la noticia de la ley antitabaco) ¿Cuánta gente comparte información de su estado en una red social y se siente frustrada si no recibe comentarios en la primera hora? ¿Cuánta gente ve completo un vídeo de Youtube de más de cinco minutos?Te recomendamos Ofertas en colchones
Desde un punto de vista de marketing y publicidad este nuevo tipo de consumidor supone un gran reto para los anunciantes que invierten mucho esfuerzo en estudiar a los consumidores y sus patrones de comportamiento. Un adulto normal que viva en una ciudad media ya recibía una media de 3000 impactos publicitarios al día hace 5 años (según datos de Zenith Media). Con la incorporación de las redes sociales a nuestra vida y el resto de fuentes de información que nos hacen estar permanentemente conectados (Smartphones, Tablets y demás dispositivos) esta medición a día de hoy, se vuelve una tarea mucho más compleja. El eterno problema de la publicidad ahora se agudiza, ya no sólo por lo difícil que es llamar la atención de un consumidor, si no porque este nuevo tipo de consumidor ha cambiado. Ahora está deseando expresarse con inmediatez y compartir con su red cualquier cosa que le llame la atención, pero no tendrá problemas en destrozar la reputación de una marca o de un producto se siente engañado o defraudado, y todo a mucha mayor velocidad que antes. En el futuro, los consumidores que ahora son niños o adolescentes, agudizarán este patrón aún más. Un reto interesante para los anunciantes de hoy que deben evolucionar a la misma velocidad que las nuevas tecnologías o dejarán de entender a sus consumidores.
Por Carlos Vasallo
Los consumidores impacientes
Internet y las redes sociales están generando grandes modificaciones en el comportamiento del consumidor. Desde el nacimiento del Internet 2.0 los internautas
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2025-01-22
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