¿Ser amable, considerado y esforzarse por los demás está en los genes? A priori podría pensarse que lo agradable que somos con los demás es consecuencia del entorno y de las experiencias que nos ha tocado vivir. Pero no; los genes predisponen desde el óvulo a una persona para que se sienta la bondad y las obligaciones sociales con mayor fuerza, para que diga la verdad en un jurado como testigo o para cargarse con el trabajo de los demás en la oficina sin rechistar.
Así lo dice un estudio de la Universidad de Edimburgo, que también ha encontrado que las mujeres son naturalmente más “pro-sociales” y que esta habilidad está incrustada en sus genes, mientras que los hombres tienen que currárselo mucho más para lograrlo.
El estudio se basó en una muestra de casi 1.000 parejas de gemelos, de los cuales 361 pares eran idénticos. En este caso los gemelos tienen la misma composición genética. Comparándolos a los gemelos no idénticos, cuyos genes varían, permite a los investigadores buscar el impacto de la genética en determinadas situaciones, diferenciando de otros factores como el medio ambiente en que viven.
Todos los gemelos, idénticos y no tanto, fueron interrogados sobre temas que incluían si declararían voluntariamente por un accidente de tráfico como testigo, cuánto de felices podían llegar a ser cuando hacían más de su parte en el trabajo o si estarían dispuestos a pagar más impuestos para garantizar una mejor salud para todos.
El objetivo era desentrañar y diferenciar los efectos de la genética, de la crianza y de otros factores en el comportamiento. Los resultados indicaron que no es sólo el medio ambiente el que influye en tales sentimientos de obligación social, sino que los genes afectan a este tipo de comportamiento y, sobre todo, en las mujeres.Te recomendamos Significado de los nombres
El psicólogo Gary Lewis, de la Universidad de Edimburgo, afirma que los datos confirman este patrón distinto de los efectos entre los sexos. Para las mujeres, esta personalidad prosocial estaba generada por un 48 % de factores genéticos y la otra mitad por factores ambientales. Pero para los hombres las influencias genéticas de la “prosociabilidad” eran mucho más modestas, no llegaba al 20 por ciento.
Lewis, cuyas conclusiones se publican en la revista Biology Letters, afirma que diferenciar la capacidad de comportarse de una manera pro-social es un requisito previo para la vida social a gran escala y que se puede trabajar desde la infancia si sabemos distinguir los que tienen ese “gen de la bondad”.
Biology Letters
Esta presencia de la empatía y la conducta de ayuda, incluso en los niños pequeños, es sugestivo de una capacidad innata para comportarse de una manera pro-social cuando sean mayores. Y si son niñas, esta capacidad se manifestará con mayor fuerza.
Vía Scotsman
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2025-01-05
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