Bienvenidos a la liga salvaje

 

 

 

Semenya, ¿no podía haber elegido otro nombre para disimular?

Semenya, ¿no podía haber elegido otro nombre para disimular?

Las revelaciones de la última redada contra el dopaje, la llamada Operación Galgo, me recuerdan a aquella frase del cínico capitán Renaud en el café de Rick de “Casablanca”: “¡Qué escándalo, qué escándalo! En este garito se juega”. Lo sorprendente no es que algunos atletas se dopen; lo realmente sorprendente sería que algunos atletas NO se doparan. El deporte profesional actual consiste, a grandes rasgos, en una carrera armamentística entre los inventores de sustancias para mejorar el rendimiento por esconder las mismas y los comités antidoping por hallarlas. Las medallas se ganan en la pista pero la verdadera competición tiene lugar en el laboratorio.

 

Por ello no puedo estar más de acuerdo con el ex ciclista americano Floyd Landis, que ha tirado por la calle de en medio en el escabroso asunto: Hay que legalizar el dopaje”. Yo voy más allá: no sólo hay que legalizar el dopaje sino incluso crear una competición paralela para superhumanos a la que llamaré la Liga Salvaje (disclamier: el nombre no es mío sino que lo leí hace varios eones a un columnista del extinto Diario 16 de cuyo nombre no logro acordarme) en la que todo valga.

Hay que legalizar el dopaje

disclamier:

En la Liga Salvaje el doping no se permite: se fomenta. Igual que se fomentan las modificaciones genéticas de los deportistas para lograr así la excelencia en sus respectivas disciplinas. Así, los halterofílicos tendrán bíceps de un metro de perímetro y cuellos de buey (literalmente), de modo que puedan levantar varias toneladas de peso sobre sus cabezas. Los jugadores de baloncesto, voleibol y saltadores de altura podrán medir tres o cuatro metros para lograr mates y records fuera del alcance de los humanos corrientes. Fotos Porno y actrices porno

Los nadadores podrán acoplarse aletas dorsales para mejorar su penetración en el agua y se reirán de los trajes deslizantes de Pekín 2008 porque sus pieles ya incorporarán material genético tomado de los tiburones. Las sucesivas generaciones de nadadores incorporarán membranas interdigitales para impulsar la brazada y protobranquias para ese derrochador y obsoleto gesto de la respiración.

Los ciclistas, una especie que ya tiene avanzado mucho camino gracias a décadas de experimentación química, podrían acoplar a sus organismos genes de los tibetanos, de modo que la subida al Tourmalet sea el equivalente a la rampa de Monserrat para los humanos molientes.

Y así sucesivamente. Gracias a la Liga Salvaje nos quitaríamos de un plumazo los controles andipoding, pero también a los médicos tramposos, a los entrenadores ventajistas y a toda la caterva de encargados de velar por la pureza del deporte, esa entelequia. Bien mirado, todo lo que he contado aquí está ya sucediendo en las pistas y en las piscinas. Lo que pasa es que aún no nos hemos enterado.

Bienvenidos a la Liga Salvaje.

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2024-10-26

 

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