Un clásico de los veranos, una vez acabadas las clases, es que los profesores pidan a sus alumnos que lean durante los meses de calor para no perder el hábito. El día en el que padres y profesores se ven las caras para la entrega de notas se fragua todo, con algún que otro consejo y las recomendaciones de rigor. Sin embargo, parece que los progenitores no están por la labor de comprar libros a sus retoños.
Un estudio publicado recientemente, sobre los hábitos de lectura de los niños británicos en 2014, revela que los padres de uno de cada cuatro infantes no obligan a sus hijos a leer en verano. El resto de conclusiones tampoco deja mucho margen para la esperanza: ni siquiera un crío de cada seis ha recibido un libro como regalo, e incluso uno de cada cinco asegura que nunca ha visitado una librería.
Las cifras son indudablemente malas, pero mejores que las del año anterior. Los progenitores parecen estar más preocupados ahora por el tiempo que sus hijos pasan leyendo, aunque siga siendo insuficiente. En cuanto a las diferencias entre niños y niñas, ellas demuestran un mejor comportamiento lector que ellos.
Los niños no leen mucho y los padres no hacen demasiado por remediarlo. El escritor James Patterson ha ofrecido sus particulares claves para enmendar unas cifras que pueden ser dramáticas. En su opinión, los padres creen que tienen que estar al lado de los hijos para desarrollar destrezas muy prácticas como aprender a jugar al fútbol o montar en bicicleta, pero olvidan que “nuestro trabajo es conseguir que nuestros hijos lean, así que debe haber libros en la casa”. Para Patterson, conseguir el hábito de la lectura es tarea de los padres y no de la escuela.
El propio escritor, que ha publicado tanto novelas infantiles como de suspense, vivió esta experiencia en su familia: cuando su hijo tenía ocho años y llegó el verano, le dijo que iba a tener que leer cada día “a menos que quieras vivir en el garaje”. La amenaza funcionó y el niño leyó hasta doce libros en aquellas semanas.
¿Qué hacer?
Tampoco hace falta intimidar a las criaturas para que lean. En realidad, es casi mejor que los padres pongan de su parte y pasen un tiempo con los hijos realizando esta actividad. Entre los consejos que dan los expertos está buscar con ellos libros que de veras les motiven. ¿Que les gustan los dulces? Vamos a buscar un libro de recetas para cocinar con niños. ¿Acaso es la plastilina lo que les apasiona? Uno de manualidades puede ser tan conveniente como un cuento.
Los recursos deben ir más allá de los libros: en casa debe haber revistas o periódicos con información que pueda ser de interés para los más pequeños, e incluso es interesante que los niños también escriban cuentos o un diario. Por supuesto, acompañarlos a una biblioteca o a una librería es una idea estupenda.
Aunque los compromisos laborales y domésticos de los padres no permitan encontrar el tiempo necesario para iniciar a los más pequeños en el apasionante mundo de la lectura, la tecnología es ya una herramienta más para crear el hábito en los chavales. El propio Patterson da consejos para ello en su web: acudir a páginas web especializadas como ReadKiddoRead (creada por él mismo para guiar a los padres), Guys Read e incluso a la sección de libros del sitio web de Oprah Winfrey. En castellano, nada mejor que la inmensa Biblioteca Digital Internacional para niños para iniciar a los más pequeños y guiarlos en sus primeros pasos por la literatura.
El propio Patterson da consejos para ello en su web
Oprah Winfrey Videos de incestos y xxx gratis
Biblioteca Digital Internacional para niños
En definitiva, la batalla no está perdida del todo. Tan solo hay que ponerle empeño. Quién sabe, quizá alguno de los niños que ahora están en casa sean el próximo premio Nobel gracias a unos padres comprometidos.
Con información de Acculturated, National Literacy Trust y ¡Colorín Colorado!. Imágenes de Shutterstock y San José Library
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comodibujar
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2025-01-19

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