La máquina automática de ahorro

 

 

 

En la prehistoria de los cajeros automáticos, cuando la banca electrónica sólo podía ser una utopía, hizo su aparición en las escuelas americanas de los años 20 una proto-máquina que, cuando menos, se convirtió en punta de lanza para inculcar en la próxima nueva clase media la necesidad del ahorro, mediante la cesión del dinero al sistema bancario.

Efectivamente, si miramos estos barros, también se pueden ver otros lodos de la eclosión de muchos de los males que hoy nos atenazan. Pero, por aquel entonces, los bancos no eran odiados; de hecho un banco podía ser el mejor amigo de un niño, el lugar ideal donde depositar su dinero en vez de en un viejo cerdito de porcelana.

 

Y lo demostraron intentando popularizar la “máquina automática de ahorro”, una suerte de hucha gigante de hierro fundido con aspecto de inexpugnable banco a escala que se utilizó, entre otros lugares, en las escuelas americanas para fomentar los hábitos ahorrativos de los alumnos hasta la década de 1930.

Esta suerte de bancos automáticos era máquinas tragamonedas colocadas en las paredes de las escuelas, en un corredor muy frecuentado por los alumnos. Tenían ranuras para monedas de diferentes importes y el alumno sólo tenía que colocar una moneda en la máquina y girar una manivela, recibiendo un sello que representaba el importe de la moneda introducida.

Estos sellos eran pegados en una carpeta que se le proporcionaba y después de que la carpeta estuviera llena de cupones se llevaba al banco para actualizar su montante en la reluciente cartilla que entregaban a cambio. Era entonces cuando el titular podía pedir crédito para comprarse un capricho, a pesar de que no dejaba de ser su propio dinero pero ahora en otras manos. Fotos Porno y actrices porno

Cada escuela contaba con un cajero que trabajaba en unión con el banco, para que por lo menos se mantuviera un doble control, tanto de la universidad como de la entidad de crédito.

Según un artículo aparecido en el Washington Post del 19 de julio de 1923, en el informe anual hecho público por el presidente de la Comisión Nacional sobre el Ahorro, los alumnos universitarios “ahorraron” 57,846.32 $ con este tipo de máquinas automáticas durante ese año, un buen augurio para el establecimiento permanente de las máquinas automáticas de ahorro en todas las escuelas superiores.

Así ocurrió hasta que llegó la crisis de 1929 e hizo saltar por los aires el sistema financiero mundial, viendo estos alumnos, ya universitarios recién licenciados, como los bancos hacían un sonoro catacrack y, con ellos, se esfumaban por el aire sus ahorros y el futuro de toda su generación. Lo llamaron “La Gran Depresión”.

La Gran Depresión”

Vía Shorty

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En la prehistoria de los cajeros automáticos, cuando la banca electrónica sólo podía ser una utopía, hizo su aparición en las escuelas americanas de los

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2024-10-10

 

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