La música y la comida siempre han seguido caminos paralelos dentro del campo de las artes, confluyendo la mayoría de las veces en el hilo musical de un restaurante o en la banda que ameniza una cena romántica.
Por eso ahora muchos chefs del mundo, tan dados a combinar disciplinas en cada bocado, harán castañuelas con conchas de almeja para recibir un nuevo menaje procedente de los laboratorios de la Universidad de Ochanomizu, Japón, unos utensilios que abren un campo increíble para hacer del acto de la comida una experiencia, si cabe, más divertida.
Los investigadores han desarrollado un tenedor musical cuyo sonido varía dependiendo de la resistencia de los alimentos que se están comiendo. Bautizado como el EaTheremin, básicamente es la fusión de un tenedor y un theremin, y se basa en la capacidad del cuerpo para conducir la electricidad (en especial el interior húmedo de la boca) y así cerrar un circuito eléctrico.
Esto significa que cada tipo de alimento que pincha el tenedor tiene un sonido distinto según la parte del cuerpo donde te lo lleves. Y también que, según la forma de preparar el alimento (con base en sus proporciones de grasa y agua, su flexibilidad o su textura), se obtienen distintos sonidos.
Por ejemplo, al pinchar y acercarse a la boca la piel del pollo frito se “puede crear un efecto de vibrato” que hará a Ramoncín abrazar el vegetarianismo. Incluso si un alimento tiene una consistencia diferente en el interior y el exterior, la diferencia en los valores de la resistencia crea un sonido más complicado.
Aunque los ruidos que lanza el prototipo de EaTheremin necesitan un hervor (se parecen mucho a cómo sonarían unas espinacas de Fukushima al acercarlas a un medidor Geiger de radioactividad), los creadores afirman que las melodías ganan mucho cuando se come en compañía, en plan Big-Band, cada uno con su tenedor musical. También los investigadores están pensando en utilizar este sistema en cucharas y tazas.
Las cucharas podría ser usadas con alimentos líquidos o para jugar con los tropezones de la sopa. Al dividir los electrodos entre dos utensilios, el sistema podría utilizarse con ambos al mismo tiempo, permitiendo, por ejemplo, un sonido variable al verter una bebida en un vaso.
El objetivo de estos cubiertos musicales es, al final, crear un buen ritmo en la comida que haga que la gente quiera comer más o trate de comer alimentos que no le gustaban antes. Una idea genial para acostumbrar a los niños a comer de todo, mientras se les afina el oído en el solfeo básico.
Pero viéndolo más allá, este tipo de cubiertos también podrían servir para discernir que lo que nos estamos comiendo está en buenas condiciones (después de todo, se puede decir mucho sobre la calidad de un pollo frito sólo por su crepitar) o si realmente nos están dando gato por libre; o merluza de Sudáfrica por la del Cantábrico, que se dice ahora.
En ese sentido, se da al comensal una nueva forma de saber lo que está comiendo gracias al sentido del oído, un recurso ideal al que muchos cocineros con inquietudes sabrán sacar partido.
Fuente: Dig Info
Investigadores japoneses crean el “eatheremin”, un tenedor musical cuyo sonido varía con los alimentos que comes
La música y la comida siempre han seguido caminos paralelos dentro del campo de las artes, confluyendo la mayoría de las veces en el hilo musical de un resta
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2024-12-29
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