La evolución de los hogares del siglo xxi: de los aparadores con vajilLa a La pesadilLa de cables y enchufes

 

 

 

No hace falta tener una casa domótica y cubierta de tecnología de los cimientos hasta el tejado para darse cuenta de cómo han evolucionado –y están evolucionando- el interior de las viviendas en cuestión de pocas décadas.

Desde que los ordenadores entraron en las casas, hemos sido testigos de cómo muchos de nuestros documentos tangibles se volvían digitales. Luego fueron las fotos, las películas, la música, los libros… y así hasta que gran parte de nuestras vidas y aficiones se puede guardar en un simple ordenador; con las ventajas y los retos que ello supone. Enciclopedias, extensas cuberterías, vajillas de lujo, colecciones del kiosko… todos eso ha quedado desterrado de los salones de los jóvenes (y ya no tan jóvenes) emancipados de hoy.

 

No más papeles desparramados

Documentos, facturas, cartas… Hasta no hace mucho, esa era la realidad de muchos hogares y mesas de trabajo o estudio. Nos volvíamos locos archivando todos esos papeles para tenerlos ordenados y que se pudieran encontrar en un futuro.

Hoy, parece que hemos dado un respiro a los árboles y muchos de esos documentos se encuentran almacenados y más o menos ordenados (¡bendito buscador!) dentro del disco duro de nuestro ordenador: Facturas, recetas de cocina, documentos de todo tipo, apuntes, correo…

¿Dónde están los folios?

Del mismo modo que cada vez almacenamos menos papel en nuestros hogares, su necesidad es también cada vez más escasa. Escribimos las cartas a golpe de teclado y botón de “envíar”, cogemos notas en el teléfono móvil o decidimos crear un nuevo escrito directamente en el ordenador (en parte por comodidad y en parte por nuestra ininteligible letra). Y cuando necesitamos escribir alguna nota rápida (número de teléfono, dejar un aviso en casa o lo que sea) tiramos del primer trozo de papel con algo de espacio blanco que encontramos por casa.

Porque, pensadlo bien, ¿cuándo fue la última vez que necesitaste un folio? Tal vez junto con unas pinturas viejas, para entretener a algún visitante pequeñajo.

Los álbumes de fotos

Muchas veces, cuando en las noticias informan de algún incendio y entrevistan a alguno de los afectados, solemos oír cosas como: “Lo hemos perdido todo. Lo peor han sido los recuerdos, las fotos…” o “Salí corriendo, suerte que tuve ocasión de coger algunas fotos”. Porque hubo un tiempo, no hace tanto, en el que las fotos se guardaban sobre papel, en pesados álbumes que, en el caso de los más fotógrafos, ocupaban buena parte del espacio de casa.

Hoy en día todas las fotos quedan almacenadas en el ordenador. Si bien en un principio (momento de transición) sí que solíamos imprimir muchas de las fotos que sacábamos, poco a poco nos vamos rindiendo. Total, si en la pantalla del ordenador –que casi siempre está encendido- también se ven…

Un lugar especial para el ordenador

El ordenador ya se ha convertido en un electrodoméstico más en la gran mayoría de los hogares españoles. Un aparato que también necesita su espacio: una mesa apropiada si se trata de uno de sobremesa, o algo más sencillo si se trata de un portátil.

 

Y el problema surge con dónde colocarlo. ¿En el salón? No, no hay sitio y molesta cuando la TV está encendida (y viceversa). ¿En la cocina? Locura. ¿En alguna habitación? La pelea está servida.

Toda la música y las películas en un diminuto cacharrito

Con la llegada de la música en archivo mp3, las tiendas de descargas como iTunes (y las descargas gratuitas e ilegales, no nos vamos a engañar) y las películas en formato digital, los CDs y DVDs que dejaron atrás a las cintas de casete y los vinilos (aunque parece que vuelven pisando fuerte) o a las cintas de VHS, están viendo cómo poco a poco están quedando arrinconados por la versatilidad y comodidad de los nuevos formatos digitales. Y así, esas grandes colecciones de discos y películas que lucían orgullosas en las salas de estar pronto formarán parte de la historia. Trucos y guías de videojuegos

Libros y librerías en vías de extinción

Y con los libros pasará igual que con la música y las películas. Si bien es cierto que el dispositivo para consumir libros de papel (nuestros ojos) jamás quedará obsoleto y costará que desaparezcan por completo de las librerías de los hogares, sí es cierto que estamos siendo testigos de su paulatina disminución por el acecho de los formatos y soportes digitales (libros electrónicos, tabletas…). Y en este caso también, la versión electrónica no ocupa nada de espacio físico frente a su hermana de papel.

Siempre faltan enchufes

Y con tanto dispositivo electrónico que necesita ser enchufado para funcionar –cámaras de fotos, ordenadores, reproductores de música, libros electrónicos, tabletas, teléfonos…- el número de enchufes de los hogares antiguos se vuelve limitado y se llenan de ladrones, alargadores y regletas.

En los nuevos hogares, en cambio, los inquilinos ya saben bien lo que hay, y se toman la molestia de estudiar y pensar dónde y cómo quieren las tomas de corriente. Un ejercicio fundamental para el que se muda de piso.

El caos de los cables

Y junto con el problema de la falta de enchufes, los hogares modernos se enfrentan a un nuevo reto derivado de la adquisición de los cachivaches digitales: La administración de cables y cargadores. Una pesadilla cuando en un mismo hogar conviven docenas de gadgets. Cómo hacer los cables indentificables a primera vista, que en todo momento estén perfectamente ordenados y cuando estén en uso no sean un estorbo visual o físico es uno de los nuevos retos de los hogares del siglo XXI.

Las enciclopedias

¿Quién necesita consultar una pesada y casi siempre obsoleta enciclopedia cuando Google y Wikipedia nos pueden dar en pocos segundos todo tipo de información en profundidad, con hipervínculos y constantemente actualizada? Con decir que la mismísima Enciclopedia Británica ya ha dejado de publicarse en papel.

Aparadores vacíos o semi-vacíos

¿Y qué me decís de esas cristalerías que adornan los aparadores de las casas de nuestros padres? Todo tipo de recipientes que sólo se utilizan en contadas ocasiones. Los típicos regalos de bodas: que si un juego de café, que si copas de tal, de cual, una vajilla que jamás en tu vida has visto que se haya utilizado…

Los hogares modernos son más prácticos y apenas hay utensilios para el servicio de bebidas que no se utilicen. Unas tazas, muchos vasos, alguna copa de champán, coñac o vino y poco más. Por eso, los aparadores están casi vacíos, o se emplean para almacenar otro tipo de cosas.

La cubertería básica

Y otro tanto con la cubertería: cuchillos y tenedores para el postre, para el pescado, paleta, sopera… ¿a qué joven recién emancipado se le ocurriría llenar un cajón de su probablemente minúsculo hogar con todo ese tipo de utensilios? Tal vez en la época de nuestros padres y abuelos eran un must, pero hoy en día se tira más por lo práctico, y si el mismo utensilio sirve para la carne, el pescado, las verduras o un trozo de tarta, ¿por qué llenar la casa de más trastos?

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No hace falta tener una casa domótica y cubierta de tecnología de los cimientos hasta el tejado para darse cuenta de cómo han evolucionado –y están evolu

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2025-01-11

 

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