La épica historia tras La invención del minusvalorado... ¡pan de molde!

 

 

 

La humanidad lleva más de 3.000 años comiendo pan. Y no sólo eso: el producto del cereal fermentado ha sido el centro de la dieta de los hombres durante la mayor parte de ese periodo. A través de la historia, el pan se ha cocinado en las casas o en hornos comunitarios donde el grano, producto de la tierra, se ponía en común para aprovechar al máximo las materias primas. Las barras de pan, más o menos, no variaban demasiado de unos países a otros hasta que un hombre revolucionó su producción y la manera de comercializarlo.

En su apariencia externa el pan de molde es bastante simple, pero no fue así su invención. Durante el proceso de fabricación de la primera rebanada su inventor sufrió tremendas dificultades, tragedias y años de innovación antes de llegar a las estanterías de las tiendas en la década de los 20. El popular alimento, incluso, llegó a sufrir un embargo en su fabricación durante la Segunda Guerra Mundial por parte del Gobierno de los Estados Unidos.

 

Todo comenzó con su infatigable inventor: Otto Rohwedder

Rohwdder nació en 1880 en Davenport, Iowa (EE.UU.), de padres alemanes. Desde pequeño mostró una gran capacidad para el emprendimiento y para trastear con herramientas y cacharros. A los 20 años se mudó a Chicago para graduarse en optometría, pero un año después cambió radicalmente de profesión aceptando un trabajo como aprendiz en un taller de joyería.

En 1905 volvió a cambiar de domicilio estableciéndose en San José, en el estado de Missouri. Allí prosperó como empresario. Durante los siete próximos años comprará tres joyerías locales y comenzará a inventar máquinas de diversos fines y pelajes con las que ganará modestas patentes. En lo que se refiere al pan, en aquella época en Estados Unidos, las barras eran grandes y con una dura corteza para preservar la ternura de la miga en el interior. Rohwedder, siempre atento, comenzó a escuchar quejas habituales de las amas de casa sobre lo difícil y costoso que resultaba partir y conservar el pan.

Se juntaron el hambre y las ganas de comer: ¿qué pasaría si inventara una máquina para que los panaderos vendieran las barras ya cortadas?

Confiado en el gran potencial de su hipotético invento, de inmediato se lanzó a la aventura. Publicó un cuestionario en varios periódicos en el que preguntaba por un “grosor de rebanada de pan que tuviera una aceptación universal”. En pocos meses, 30.000 amas de casa le contestarían rearmando su ambición inicial. Vendió sus joyerías y con el dinero comenzó a construir el primer prototipo en un taller abandonado a las afueras de la ciudad. Era 1916.

El primer problema que tuvo que afrontar estuvo relacionado con la duración del producto. Una barra de pan entera duraba más tiempo fresca que una rebanada por separado. Su solución fue insertar largas agujas – alfileres de sombrero – atravesando las rebanadas para mantener la barra unida. Pero los panaderos que probaron el invento no acabaron muy contentos; a la larga, las piezas metálicas se salían o caían.

En el primer año frenético, en el que dibujó cientos de planos de la máquina ‘corta-pan,’ tuvo que afrontar además la peor pesadilla de un inventor: su taller sufrió un incendio reduciendo todas sus horas de trabajo a cenizas.

 

Pero Rohwedder no se rindió. Encontró trabajo como agente de seguros y, con el tiempo, recuperó su capital y buscó socios para que invirtieran en su idea. Para 1927 ya había construido otro prototipo, uno mucho mejor que el de una década atrás: en vez de pinchar el pan, ésta envolvía la barra con papel de cera, manteniendo las rebanadas frescas durante mucho más tiempo.

Un año después patentó una “máquina que corta pan en un solo movimiento” y formó su propia compañía, la Mac-Roh Sales y Manufactura, para dar salida a la producción de su invento (aquí se pueden consultar los planos originales de la patente).

aquí se pueden consultar los planos originales de la patente

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Durante meses nadie se interesó por una máquina que ocupaba una habitación entera. Para los panaderos, esacasos de espacio en sus obradores, era un incordio para sacar adelante su producción diaria. Como un gol salvador en el minuto 90, un panadero amigo suyo, Frank Bench, se decidió a comprar la máquina a pesar de su delicada situación económica.

La gigantesca máquina se instaló en la compañia panadera de Chillicothe en Missouri el 7 de julio de 1928, vendiendo así la primera rebanada de pan de molde de la historia. Rápidamente, el nuevo producto, comercializado como ‘Kleen Maid’, se hizo inmensamente popular con reseñas muy favorables en la prensa local.

Una página entera en el periódico Constitution-Tribune llamaba al pan de molde “el mayor invento en la industria panadera desde que el pan se envuelve” una frase que pasó al acervo popular en Norteamérica y que en los 50 tuvo su ‘spin-off’ como “el mayor invento desde el pan de molde”, para referirse a los nuevos avances de la década. Noticias del cadiz

Frank Bench, el único que había confiado en Rohwedder, salvó la bancarrota gracias a su máquina. En apenas dos semanas, su venta de pan creció un 2.000%.

Tras los difíciles comienzos, Rohwedder consiguió en 1930 vender su máquina a una panificadora en Nueva York, la Continental Baking Company, que lanzó una línea completa de negocio basada en el pan de molde. La agresiva campaña de publicidad – lo llamaron ‘Wonder Bread’ (pan maravilloso) – hizo que el producto adquiriera notoriedad a nivel nacional. Para 1933 no había un panadería en Estados Unidos que no tuviera una máquina del inventor. Aquel año, el 80% de la producción de pan en Norteamérica fue de molde.

Satisfecho con su éxito, Rohwedder vendió los derechos de su patente a Micro-Westco, una gran empresa industrial, y se unió a la compañía como empleado para jubilarse en 1951 como vicepresidente de ventas.

¡Extra, extra, el Gobierno prohíbe el pan de molde!

Durante la década de los 30, las amas de casa se acostumbraron al nuevo producto, pero, sin previo aviso, se quedaron sin él. A comienzos de 1943, en respuesta a los esfuerzos de guerra, la administración prohibió el pan de molde aduciendo que éste gastaba mucho papel para su envoltorio y que, por razones de ahorro, tanto en las industrias panaderas como papeleras se iba a prohibir. El 18 de enero la medida entró en vigor con enorme contestación popular.

 

Tres meses y centenares de cartas a los periódicos para que levantaran el embargo, el Gobierno se vio obligado a permitir de nuevo la producción. La excusa que dieron fue que no se ahorraba tanto papel como habían creído en un principio.

La chispa del ingenio

Hoy, en una época llena de inventos formidables, no se puede olvidar la importancia del pan de molde. Aunque por sí mismo no sea el mayor descubrimiento de la humanidad, la perseverancia de su inventor y la solución de un problema común en las casas, lo colocan en un puesto de honor de la tecnología que ha revolucionado la vida de las personas durante el siglo XX.

Sirva de recordatorio para los jóvenes inventores: la perseverancia y la creencia de poder cambiar el mundo tienen recompensa. Rebanada a rebanada.

Con información de Priceonomis y njspmuseum

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Priceonomis

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2024-10-07

 

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