Si hay algo que caracteriza al siglo XX y al XXI es que la mayor parte de los registros de los registros de los hechos más importantes de ambos están en formato audiovisual.
Películas, programas de radio y televisión, grabaciones de audio y vídeo, principalmente en formato analógico, pero cada vez más y en más cantidad en formato digital, son los principales testigos de esta nuestra época.
Y sin embargo no parece que se esté haciendo todo lo debido para preservarlos de cara al futuro.
Casos sangrantes como el que se perdieran las cintas en las que la NASA grabó las imágenes originales del primer paseo de dos seres humanos por un astro diferente a la Tierra son solo una muestra de esto.
Nadie sabe qué fue de esas cintas, aunque a estas alturas se las presupone recicladas y grabadas por encima con otros datos, así que tendremos que contentarnos para siempre con imágenes de menos calidad de las que podríamos –de las que deberíamos– tener.
Las Naciones Unidas, de hecho, estiman que si en diez o quince años una pieza audiovisual no es archivada correctamente ya puede ser tarde para recuperarla por deterioro del soporte, porque dejen de fabricarse los dispositivos necesarios para leerlo, por algún accidente que lo destruya, etc.
Teniendo todo esto en cuenta la Unesco, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, celebra el Día Mundial del Patrimonio Audiovisual cada 27 de octubre, y tiene en marcha el programa Memoria del Mundo, que pretende preservar y proteger el patrimonio documental del mundo en cualquier formato que este se encuentre.
Día Mundial del Patrimonio Audiovisual
Claro que el problema está en que los recursos de la Unesco son limitados y cada año sólo se incorpora una pequeña parte de todo lo que sería deseable a este programa.
Por otro lado, el hecho de que en los últimos años produzcamos cada vez más información en formato digital, y se estima que la estamos produciendo a tal ritmo que superamos en varios órdenes de magnitud la cantidad de información producida a lo largo del resto de la historia es un serio problema añadido a todo esto.
Es incontable, casi inimaginable, la cantidad de información que está almacenada en formatos ya obsoletos, ya sea por el soporte utilizado, ya por el formato de archivo, o muy a menudo por ambas cosas.
No deja de ser irónico que la era de la información, en la que inmensas cantidades de datos están a nuestro alcance, pueda convertirse en el futuro en una especie de agujero negro de la historia si no somos capaces de hacer algo al respecto de la preservación de toda esta información.
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2024-11-02
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