Quién no ha dedicado una vez al menos cinco segundos a replantearse su felicidad, o a cuestionarse el ritmo de vida que lleva. Lejos de parecer un detalle sin importancia, lo cierto es que este fugaz pensamiento tiene el potencial de cambiar nuestros hábitos. Si bien escribir un diario ha sido siempre la manera más común de recopilar y analizar datos sobre nosotros mismos, Ellis Bartholomeus propone una nueva técnica: resumir cada jornada de nuestra vida con un emoticono.
Ellis Bartholomeus es una diseñadora de juegos holandesa que trabaja en la Universidad de Ámsterdam. Innovadora, creativa y con altas dosis de imaginación, ha estado pintando durante seis meses su estado de ánimo. Todo empezó cuando su hermana le regaló por su cumpleaños el libro ‘Draw a Face’ (“Dibuja una Cara” sería la traducción al español). Su sistema es de lo más sencillo. Cada noche al acostarse, Ellis dedica unos minutos a recapitular y pensar qué tal le ha ido el día, cómo se ha sentido y lo feliz que se encuentra. Con esta información en mente, da rienda suelta a su imaginación dibujando un emoticono que describa su estado de ánimo de la manera más precisa posible.
Durante seis meses, ha realizado estos dibujos en el libro que le regaló su hermana. Muy pronto, empezó a sentir curiosidad por la manera en que ella misma era capaz de motivarse para cambiar su comportamiento. También, el papel que las caritas tomaban en este cambio de actitud. Fue entonces cuando empezó a plantearse la efectividad de los dibujos que hacía. Aunque creía en su poder, los seguía viendo demasiado simples como para poder calificar su estado de ánimo de manera exacta. Además, si ponía las caritas en el calendario, le costaba bastante identificar lo que significaban realmente.
Para solucionar este problema, lo primero que hizo fue empezar a anotar otras informaciones complementarias. Por ejemplo, la cantidad de ejercicio que hacía, si se cocinaba la comida, la cantidad de alcohol que bebía o los dulces que se zampaba. Todo ello, para comprobar si llevaba realmente una vida saludable, y si hacía todo lo que estaba en sus manos para alcanzarla.
Mientras que iba añadiendo el resto de aspectos de su vida que le suscitaban interés, se dio cuenta de que, a medida que los apuntaba, los resultados eran cada vez más positivos. Por ejemplo, la cantidad de alcohol que bebía comenzó a descender, mientras que la cantidad de veces que se cocinaba iba en aumento.
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Resultó que cuantas más cosas apuntaba Ellis, y cuanto más constante era con la actividad que se había propuesto, más motivada se sentía y más avanzaba para lograr su propósito. Una buena noticia, sin duda. Sin embargo, seguía sin terminar de solucionar la cuestión de la simplicidad de los emoticonos. Eran todavía muy difícil de entender al cien por cien, ya que no le proporcionaban lo necesario para poder comprender claramente los resultados.
Así, dio un paso más y empezó a dar una nota numérica a sus días de 1 a 3. Si al caer la noche se daba cuenta de que no había cocinado ni hecho deporte, se ponía un 1. De haber llevado una jornada más saludable, su día era valorado con un 3. De nuevo, dar nota a sus días le motivaba para seguir avanzando hacia un estilo de vida más saludable. Como si de una competición consigo misma se tratara, se proponía de manera constante que sus días llegarán al nivel 3.
Una vez obtenida la información numérica de cada día, Ellis optó por realizar las medias semanales para que fuera más sencillo analizar los resultados. Echando un vistazo a su nuevo calendario, comprobó que tener una semana “completamente verde”(semanas valoradas con un 3) era en realidad, algo bastante inusual.
Sin embargo, lejos de desmoralizarse, Ellis comprendió que tener una semana naranja era en realidad tan buena noticia como tenerla verde. A fin de cuentas, no eran semanas donde no se hubiera preocupado por su salud o bienestar, sino que eran semanas más equilibradas. Observó también una tendencia, pues las semanas en el nivel 2 solían estar precedidas de semanas rojas, nivel 1. Así comprendió que gracias a la recopilación de los datos, cada vez que veía que en una semana había descuidado sus propósitos, la siguiente arrancaba con mucha más fuerza.
Otra de las conclusiones que Ellis ha extraído tras dedicar seis meses de su vida a replantearse su propio estado de ánimo es que, a medida que dibujaba caritas, un mayor número de ellas tenía una amplia sonrisa. Ser consciente de cómo se siente y controlar su estado de ánimo y su salud le hacían no solo tomar decisiones diferentes, sino también sentirse más a gusto con su forma de vida. Comenta, además, que no solo ella se dio cuenta de que se encontraba mejor, sino que también amigos y familiares comenzaron a decirle que la notaban más alegre que nunca. Fotos Porno y actrices porno
Por simple curiosidad, Ellis pidió a su madre que probara el mismo experimento que ella realizaba. Su objetivo no era otro que ver si generaba los mismos efectos en ella. La mujer, lejos de seguir los pasos de su hija, se cansó a las pocas semanas. ¿La razón? Ya no se le ocurrían más caras que dibujar.
No es la primera vez que Ellis realiza un experimento para comprobar que, al ser consciente de sus hábitos, se siente más motivada para cambiarlos. Ya en el año 2013 decidió tomar una foto a cada comida que ingería para comprobar el ritmo alimenticio que llevaba. Durante este proceso, se dio cuenta de dos cosas. La primera, comía mejor y más sano cuando realizaba las fotos. La segunda, pasado un tiempo empezó a sufrir una pérdida de motivación por situarse metas muy lejanas (como dejar de comer carne o hacer tres comidas diarias). En el momento en el que se planteó objetivos a medio plazo, la motivación volvió a aparecer.
El ejemplo de Ellis pone de manifiesto que de vez en cuando necesitamos tomarnos algo de tiempo para pensar las cosas y ser conscientes de lo que hacemos. Dedicar unos minutos al final del día a plantearnos diversos aspectos sobre nuestro grado de felicidad o sobre el ritmo de vida que llevamos podría hacer que nos sintamos mejor y que, más allá del cuaderno, empecemos a dibujar sonrisas en nuestras propias caras.
Con información de Ellis in Wonderland y Quantified Self (1, 2).
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2024-10-01
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