Si hay alguien en este mundo al que le gusten los mejillones es a los alemanes del Instituto Max Planck de Microbiología Marina. Los mejillones son unos seres fascinantes, una especie ciertamente de otro mundo que tiene enamorados a estos científicos tanto como a los chefs de alta cocina. Ellos fueron los que el año pasado revelaron el secreto del increíble pegamento de mejillón, la forma que tienen estos seres de pegarse a cualquier superficie contra viento y marea.
Instituto Max Planck de Microbiología Marina
el secreto del increíble pegamento de mejillón
Ahora han llegado más lejos para estudiarlos, hasta el mismísimo fondo del océano, para según los científicos, descubrir que hay mejillones en las profundidades abisales que convierten de una manera ultra-eficiente el hidrógeno presente en la naturaleza en energía, convirtiéndose automáticamente en pequeñas células de combustible de hidrógeno vivientes.
La búsqueda de nuevas fuentes de energía para paliar las crecientes necesidades de la humanidad han hecho que estas pilas de combustible sean consideradas una de las alternativas de energía limpia más prometedoras. Sin embargo, parece que estos mejillones llevan haciéndolo millones de años en la más remota oscuridad, hasta que ahora acaban de ser iluminados por el faro de un batiscafo alemán.
Estos mejillones fueron encontrados cerca de respiraderos hidrotermales en el lecho marino y se habían integrado con las bacterias simbióticas que convierten el hidrógeno en energía para producir materia orgánica. Con este descubrimiento, los científicos podrían ser capaces de clonar estas bacterias que se alimentan de hidrógeno para crear un universo de células naturales de combustible orgánicas, simplemente sintetizando la enzima clave para la oxidación del hidrógeno, mediante técnicas moleculares.
Sin embargo estas enzimas naturales son difíciles de obtener y no sobreviven fuera de los microbios. De hecho sólo existen a 3.000 metros de profundidad.
El descubrimiento fue realizado en una cadena de montañas muy por debajo de la superficie del océano Atlántico, en el campo de chimeneas hidrotermales de Logatchev, una cordillera submarina a medio camino entre el Caribe y las islas africanas de Cabo Verde, a 3000 metros bajo el nivel del mar.
chimeneas hidrotermales de Logatchev
Cuando los investigadores capturaron estos mejillones y los llevaron a su laboratorio, se encontraron con que estaban utilizando para vivir una nueva forma de energía. Desde el descubrimiento de estas fuentes hidrotermales hace 30 años, los investigadores han asistido asombrados a cómo eran habitadas por comunidades exuberantes de animales, como gusanos, moluscos y crustáceos, la mayoría de los cuales eran completamente desconocidas para la ciencia.
Rápidamente se dieron cuenta que la clave de su supervivencia era su asociación simbiótica con los microbios quimiosintéticos que hacían de fuentes de energía para la vida marina de alrededor, transformando el sulfuro de hidrógeno y el metano que lanzan las chimeneas hidrotermales. Ahora, el Instituto Max Planck de Microbiología Marina ha descubierto una tercera fuente de energía basada en el hidrógeno. Trucos y guías de videojuegos
El mejillón hallado, de la especie Bathymodiolus puteoserpentis, es el más abundante en los respiraderos de Logatchev y encontraron que la población de estos moluscos y sus bacterias asociadas consumían hasta un 50 por ciento del hidrógeno liberado, hasta 5.000 litros de hidrógeno por hora.
Los organismos que viven en los respiraderos hidrotermales oxidan los compuestos inorgánicos para obtener la energía necesaria para crear la materia orgánica a partir de dióxido de carbono. A diferencia de en tierra, donde la luz solar proporciona la energía para la fotosíntesis, en las oscuras profundidades del mar son estos productos químicos inorgánicos los que proporcionan energía para la vida, en un proceso llamado quimiosíntesis.
Según los cálculos del Instituto alemán, en estos respiraderos hidrotermales la oxidación del hidrógeno podría proporcionar siete veces más energía que la oxidación del metano; y hasta 18 veces de energía que más la oxidación de sulfuros. Estas fuentes hidrotermales a lo largo de las dorsales oceánicas emiten grandes cantidades de hidrógeno; si las dorsales se pueden comparar a una autopista de hidrógeno, las fumarolas son las gasolineras donde los organismos se paran para la producción primaria de energía simbiótica.
Los resultados de la investigación, llevada a cabo con el instituto alemán Max Planck con la ayuda de la Universidad estadounidense de Harvard, y que publica la revista científica “Nature”, abren “perspectivas muy interesantes” en el sector de las biotecnologías y las energías renovables.
Bravo pues por nuestro amigo el mejillón, tan sabroso encima del agua como debajo de ella.
Vïa Science daily y Nature
En los mejillones abisales podría estar la clave de las células de combustible del futuro
Si hay alguien en este mundo al que le gusten los mejillones es a los alemanes del Instituto Max Planck de Microbiología Marina. Los mejillones son unos seres
comodibujar
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2025-01-08

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