El mejor de los caminos

 

 

 

Cuando tenía 7 u 8 años, mi padre me contaba historias de sus viajes por el mundo. En una ocasión hace mas de tres décadas, me contó que había un lugar en América con submarinos y barcos antiguos, con castillos y trenes que flotaban y ratones del tamaño de un hombre, donde podías comer sin parar todo tipo de dulces y donde vivían los personajes de los cuentos. De pequeño soñaba con sitios así. Hace 30 años no había vuelos de esos que por 40 euros te dejan atravesar Europa. Salir de España era para mi, casi tan increíble como viajar a otro planeta. No lo consegui hasta los 21 años. El primer verano que tuve un poco de dinero decidí irme lo más lejos posible. Ya sabes, coges un globo terraqueo, cierras los ojos, le das un par de vueltas, y decides irte alla donde salga.

 

Seguro que a ti también te ha ocurrido algo parecido. Tienes tantas ganas de ir a un lugar que se convierte en una obsesión. Te han contado cosas alucinantes, tal vez que es el único monumento que se ve desde el cielo o que son triángulos gigantes hechos de bloques de piedra que sólo han podido colocar así los extraterrestres, qué más da, te has cansado de repetirte a ti mismo, “algún día lo veré con mis propios ojos”. Te has imaginado tantas veces en ese sitio que ya forma parte de ti.

“algún día lo veré con mis propios ojos”

A lo mejor te ha pasado como a mi, que aunque sabes que es un mala idea (porque en el fondo de tu corazón lo sabes), decides apuntarte a un viaje con una pareja de amigos a los que no conoces demasiado bien pero que también sueñan con visitar ese maravilloso lugar al otro lado del mundo. Y te sumas con ellos y con tres o cuatro personas más con intereses, ritmos y valores diferentes a ese viaje, porque por alguna razón compartir el destino parece dar sentido al grupo. Y entonces avanzas en plan: taxi, maletas, avión, autobús, hotel, ducha, comida, compras, más autobús, más maletas, etc, mientras que la convivencia se va haciendo día a día más dura porque: “esta tia es insoportable y su novio un pedante”, o “este es sencillamente un pesado, y aquel demasiado rata”.

Pues mira, al final, ya has llegado, ya estás donde querías y ahora, un par de fotos más y un único pensamiento: “por Dios, que esto se acabe”. Sólo piensas en el momento de la despedida en el aeropuerto de Barajas. En lo maravilloso que será ese violento instante justo antes de coger el taxi a tu casa, donde al separararte de estos tipos, ojalá que para siempre, diras algo como:”bueno, nos vemos un día de estos” y donde tu cuerpo, al ver desaparecer a aquellos con los que una vez creiste ir a tu mayor aventura, se relajara como si le pincharan Orfidal directamente en la aorta.

“por Dios, que esto se acabe”

bueno, nos vemos un día de estos”

En el mundo de la empresa igual que aprendí el refrán de “a perro flaco todo son pulgas” aprendí aquel de “se nos atragantó la langosta” y eso es sencillamente lo que ha pasado: demasiado destino para tan poca garganta.

“a perro flaco todo son pulgas”

“se nos atragantó la langosta”

Recuerdo un verano en Santander. Tenía 18 años. Como cada tarde me veo ahí sentado al sol en el banco de la “plaza de los cuadros”. Como cada una de esas tardes de agosto estoy en la calle esperando a que bajen mis amigos. La diferencia es que esta vez vienen a buscarme en un Seat “Panda” lleno de mochilas: “David, nos vamos a Noja de acampada”. La oferta: dormir en el suelo, sobrevivir a base de sandwiches y concentrarnos en lo que salga. Así de pronto, sin estar preparado tengo que decidir si quiero ir a un lugar poco misterioso que esta como quien dice “aquí al lado”.

 

“David, nos vamos a Noja de acampada”

Noja

Miro sus caras y no me lo pienso. Me subo al coche, paso por casa, y nos vamos de viaje a la playa del infinito.

Cinco días a 40 kilomentros de mi cuarto y aquel fué uno de los mejores viajes de mi vida.

En los ultimos 20 años he montado muchas compañías. Demasiadas si te digo la verdad. No presumo de ello, no es ni sano, ni inteligente. A pesar de que algunas han salido muy bien, muchas más han salido mal. En unas, las metas eran muy grandes: vender por el mundo, salir a bolsa, o ser los primeros en hacer algo y en otras eran mas humildes, como hacer algo bonito o emocionante. Cada una de ellas ha sido una especie de viaje. Apuesto a que, como yo, en las que tú has participado o creado, sabías de antemano quién no sería un buen compañero de viaje pero te engañaste a conciencia por querer llegar a ese sitio que tanto deseabas. Apuesto también a que más de una vez vez has pensando que el premio del destino solucionaría los problemas que fueran surgiendo en el camino.

El caso es que la perspectiva del tiempo, con sus éxitos y sus fracasos me ha permitido ver que la meta no es lo que hace un viaje especial. Si algo he aprendido es que al final, el sitio a donde vas, no es más que otro motor que te hace caminar y que no hará tu vida más o menos feliz. Nos despista el lugar a donde vamos y no nos damos cuenta de que son los compañeros del camino, los que harán que el viaje merezca o no la pena. En el mundo de la empresa esos son tus socios o la gente que trabaja contigo, muchas veces incluso tus clientes o tus proveedores. Al final, es verdad que todos ellos formarán parte de ti, los “pesados” de los grandes viajes y los “mezquinos” de los pequeños, los “generosos” de los grandes exitos y los “héroes” de los fracasos. Fanfics en Español

La diferencia entre unos y otros es muy grande. Si no te dejas confundir por el espejismo de una meta grandiosa, si te enfocas en elegir con mimo con quien quieres construir tus proyectos y con quien no, tendrás la oportunidad de hacer del mas pequeño de los viajes, el mejor de los caminos.

 

p.s

p.s

Queridos amigos:

Queridos amigos:

Sabéis que le he puesto el corazón a estos post que he escrito cada o “casi cada” viernes y que han aparecido junto con los de unos extraordinarios compañeros y blogueros, pero esa neurosis creativa que me obliga una y otra vez a meterme en lios y a crear nuevos proyectos, me obliga tambien en este momento a tener que bajar mi ritmo de escritura por un tiempo. Ha sido una experiencia muy bonita, mil gracias a todos por leerme.

Sabéis que le he puesto el corazón a estos post que he escrito cada o “casi cada” viernes y que han aparecido junto con los de unos extraordinarios compañeros y blogueros, pero esa neurosis creativa que me obliga una y otra vez a meterme en lios y a crear nuevos proyectos, me obliga

tambien

en este momento a tener que bajar mi ritmo de escritura por un tiempo.

Ha sido una experiencia muy bonita,

mil gracias a todos por leerme.

David Cantolla

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