En 1941 Konrad Zuse inventó la Z3, la primera máquina programable del mundo. Quedaban aún varios años para la invención de las computadoras de válvulas y unas cuantas décadas para el desarrollo del hipertexto, el hilo mágico que enhebra la tela de Internet. Durante aquel año y lejos de la contienda que sacudía Europa y buena parte del resto del mundo, Jorge Luis Borges escribía en Buenos Aires su relato “El jardín de los senderos que se bifurcan”, considerado el texto que anticipaba el hipertexto y cuyo original va a subastarse inminentemente en Nueva York.
El jardín de los senderos que se bifurcan
El breve cuento relata la persecución del capitán Richard Madden al espía Yu Tsun, siempre a la sombra de su bisabuelo, el astrólogo Ts’ui Pên, quien se propuso la tarea imposible de construir un laberinto infinitamente complejo y una novela interminable (siendo uno y la otra la misma cosa). Valga una muestra de ese libro hipertextual e infinito:
“Antes de exhumar esta carta, yo me había preguntado de qué manera un libro puede ser infinito. No conjeturé otro procedimiento que el de un volumen cíclico, circular. Un volumen cuya última página fuera idéntica a la primera, con posibilidad de continuar indefinidamente”.
Pero “El jardín de los senderos que se bifurcan” no sólo adelanta el hipertexto sino también el multiverso, el modelo derivado de la mecánica cuántica según la cual vivimos en uno de los muchos universos existentes, que surgen a cada instante en infinitas bifurcaciones espacio-temporales. El multiverso, indemostrable por definición, escapa del terreno de la física para entrar en la pantanosa arena de la metafísica o bien de la literatura, allí donde reina Borges:
“En todas las ficciones, cada vez que un hombre se enfrenta con diversas alternativas, opta por una y elimina las otras; en la del casi inextricable Ts’ui Pên, opta —simultáneamente— por todas. Crea, así, diversos porvenires, diversos tiempos, que también, proliferan y se bifurcan”.
Crea
Dice, más adelante, Stephen Albert, interlocutor (y, ¡spoiler!, inesperada víctima) de Yu Tsun:
“A diferencia de Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto. Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos divergentes, convergentes y paralelos”.
Llegados a este punto vale la pena recordar que la inmensa erudición de Borges incluía también al budismo y su idea del tiempo circular. Las convergencias entre la concepción del tiempo del budismo –pero también del taoísmo y del hinduismo- han sido puestas de manifiesto repetidamente, aunque no siempre con rigor.
no siempre con rigor Fotos Porno y actrices porno
La plasmación popular y preinternáutica de la idea de Borges serían los libros de “Elige tu propia aventura”, aquellas novelas de misterio en las que mediante un arcaico hipertexto (“si quieres enfrentarte al vampiro ve a la página 45”, etc.) cada lector protagonizaba un relato personalizado.
El original de “El jardín de los senderos que se bifurcan” será subastado el próximo 23 de junio mes en Bloomsbury, en Nueva York. Según cuenta Manuel Rodríguez Rivero en Babelia, se trata de “12 frágiles páginas manuscritas por una sola cara, en papel de libro comercial rayado verticalmente para consignar los asientos, con el “haber” impreso en el ángulo superior derecho” que Borges escribió en 1941, mientras trabajaba en la Biblioteca Municipal de Buenos Aires, en aquellos “nueve años de continua desdicha” (pero altamente productivos), según describió más tarde.
Para concluir les regalo el consejo que nos brinda el protagonista, Yu Tsun, en el relato: “El ejecutor de una empresa atroz debe imaginar que ya la ha cumplido, debe imponerse un porvenir que sea irrevocable como el pasado.”.
El ejecutor de una empresa atroz debe imaginar que ya la ha cumplido, debe imponerse un porvenir que sea irrevocable como el pasado
Me puso sobre la pista Manuel Rodríguez Rivero en “De copas con Circe”, la última entrega de su siempre jugoso Sillón de Orejas, en Babelia.
Texto completo (con erratas) de “El jardín de los senderos que se bifurcan”.
“El jardín de los senderos que se bifurcan”, el relato de borges que anticipó el hipertexto
En 1941 Konrad Zuse inventó la Z3, la primera máquina programable del mundo. Quedaban aún varios años para la invención de las computadoras de válvulas y
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2024-10-25
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