Colecciones hay para todos los gustos. Además de los tradicionales sellos, cromos o monedas; botellas de vino, latas de cerveza, medallas militares o relojes antiguos forman parte, hoy día, de los objetos que rastrean por el mundo los dueños de las más pintorescas.
Una de las más peculiares es propiedad de Edoardo Flores, un jubilado italiano que se dedica a reunir carteles de ‘No Molestar’. Sí, sí, aquellos que los clientes de un hotel cuelgan a la puerta de su habitación cuando no desean que el personal de limpieza interrumpa su descanso. Con una recopilación de más de 8.700 carteles, el afán por coleccionarlos llegó a Edoardo de pura casualidad. Como explica en Collectors Weekly, la señal de un hotel de Islamabad, en Pakistán, resultó ser lo bastante curiosa como para que un compañero de trabajo le sugiriera iniciar su colección.
Flores ha logrado reunir tantos carteles gracias a su profesión. Como miembro, ya inactivo, de la Organización Internacional del Trabajo de Naciones Unidas, el italiano ha tenido la oportunidad de viajar por los cinco continentes, aunque no ha estado en todos los países que tienen representación en sus indicadores de ‘No molestar’.
“He comprado algunos en eBay, pero no muchos. He recibido muchas donaciones de amigos, colegas e incluso desconocidos que viajan por negocios o por placer, pero la mayor parte de mis carteles vienen del intercambio con otros coleccionistas”.
Flores no es el único loco de los carteles ‘Do Not Disturb’. Un grupo de Facebook resulta ser el punto de encuentro de 121 entusiastas, la mayor parte diseñadores asombrados por la calidad de los carteles. De entre ellos, solo cinco los coleccionan.
Un grupo de Facebook resulta ser el punto de encuentro de 121 entusiastas
Los carteles de Flores destacan por su variedad. Desde los tradicionales ‘No Molestar’ de papel, tan característicos de los hoteles occidentales, hasta verdaderas obras de arte hechas de madera y talladas a mano.
En los países de habla inglesa, se ha convertido en costumbre dejar colgadores con frases irónicas o divertidas, del tipo ‘mi cama es tan cómoda que todavía estoy en ella’, ‘tomando una siesta posbufé de langosta’ o un simple ‘largo’. Mientras que en las regiones donde es bastante común vender figuras hechas a mano que no cuestan un ojo de la cara – principalmente, en Asia y América Latina -, está de moda dejar en la puerta del cliente un cartel fabricado en madera o acero, tallado y hasta pintado a mano.
En la colección de Flores destacan, entre otros, el cartel del Domus Sanctae Marthae, el hotel de Ciudad del Vaticano donde reside el Papa; un osito de peluche llamado Ruffus que ahuyenta al personal de limpieza del Rufflets Country House en St. Andrews, Escocia; o el colgador que representa a Margaret Thatcher limpiando en el Westiminster Intercontinental de Londres.
No se sabe a ciencia cuándo empezaron los hoteles a poner a disposición de sus clientes los carteles de ‘No Molestar’. Según Flores, se cree que fue a principios de siglo XX, cuando los más prestigiosos establecimientos de Estados Unidos los obsequiaban como muestra de calidad.
Hoy en día, además, este tipo de señales forman parte de las herramientas con las que cuentan las compañías para publicitar su negocio sin molestar demasiado al cliente. Porque, de entre todos los papeles de publicidad que encontramos en el buzón, un colgador original es de los pocos que se salvan del cubo de la basura.
este tipo de señales forman parte de las herramientas con las que cuentan las
compañías para publicitar su negocio
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Con información de Collector’s Weekly, Business 2 Community y Printing For Less. Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Edoardo Flores (y 2, 3 y la imagen de portada)
Con información de Collector’s Weekly, Business 2 Community y Printing For Less. Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Edoardo Flores (y 2, 3 y la imagen de portada)
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2024-12-31












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