En 1985 Andy Warhol creó su “Escultura invisible”, un pedestal vacío en el que reposaba su propia huella, pues estuvo encaramado un rato en lo alto. Se trataba, evidentemente, de una de las bromas del burlón artista sobre lo etéreo de la fama: Warhol situó el pedestal en mitad de una sala de la Factoría y lo rodeó de detectores de movimiento, de modo que el único lugar en el que se podía estar sin que saltaran las alarmas era subido en el pedestal.
Warhol no fue el inventor del arte invisible pero supo llevarlo al paroxismo dadaísta del arte pop. Tres décadas antes, en 1958, el francés Yves Klein inventó la “arquitectura del aire”, al levantar en su galería de París una habitación en la que las paredes habían sido sustituidas por corrientes de aire. En “Le Vide” (El Vacío), “el arte ya no parece un objeto sino que es percibido como una presencia artística que se vislumbra en el espacio”, según el catálogo de la retrospectiva de Klein del Guggenheim de Bilbao. Recordemos que Klein ya se había significado como un artista con mucho morro al presentar sus famosos lienzos monocromos, incluido su color Azul Klein que patentó como propio.
“Escultura invisible”, de Andy Warhol.
“Escultura invisible”, de Andy Warhol.
Otra alegoría sobre el arte invisible es la que se marcó el artista Tom Friedman con “Mil horas mirando un papel en blanco”, un vídeo al que dedicó 5 años de su vida (1992-1997) y al que dedicó, efectivamente, 1.000 horas mirando fijamente un folio. Según los entendidos, la obra es una alegoría sobre la paradoja del inmenso esfuerzo que supone crear una obra de arte cada vez más desmaterializada.
La última vuelta de tuerca del arte invisible llega, cómo no, en Internet: el Museo del Arte Invisible (MONA) “redefine el concepto de lo que es real”, según sus creadores. Y tan real: el año pasado una coleccionista pagó 10.000 dólares por la obra “Aire fresco”, que sólo existe en la imaginación del artista. Y no es la única que ha picado: 164 internautas ya han apoquinado 16.000 dólares en el KickStarter del proyecto, a cambio de recibir una serie de esculturas invisibles de jirafas, cebras o un corto imaginario a partir de un relato de Faulkner.
Museo del Arte Invisible (MONA)
Todas las obras arriba señaladas pueden verse, es un decir, en la exposición “No visto”, en la Hayward Gallery de Londres, por el módico precio de 10 euros. Productos y gadgets de espias
Más información en Warhol Stars, Stef Pasquini y Telegraph.
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