Aparatos de aire acondicionado en Hong Kong. Imagen de Niall Kennedy (CC, Flickr).
Estados Unidos consume tanta electricidad en aire acondicionado como África entera en todo lo demás. Es uno de los múltiples datos que recoge el ensayo ‘Losing our cool’ de Stan Cox, un alegato contra la proliferación de un lujo que, si bien ha hecho habitables (o mucho más cómodas) amplias zonas del planeta, es uno de los principales responsables de su calentamiento, multiplicando la necesidad de más aire acondicionado, que añadirá más CO2 a la atmósfera, en un ardiente círculo vicioso.
Empecemos por el lado positivo, no sea que nos tachen de fatalistas: la calidad de vida y la salud de millones de personas en áreas tropicales ha aumentado exponencialmente desde la invención del aire acondicionado. En zonas desérticas, directamente la diferencia estriba en que la misma tierra sea habitable: Dubai, que apenas era una aldea de camelleros hace apenas medio siglo, cuenta con 1,5 millones de habitantes, muchos de ellos turistas, perpetuamente refrescados con el aire acondicionado en casas, coches, restaurantes y malls. No nos llevemos aún las manos a la cabeza: el AC ha permitido lo que permitió el fuego y la calefacción en las zonas frías de la Tierra. Eso sí: calentar es siempre mucho más fácil y barato que enfriar.
Una encuesta realizada entre los norteamericanos situaba el aire acondicionado como el adelanto que más había mejorado su calidad de vida, por delante del coche o del microondas. Más allá del gustito del refrescuni cuando uno entra a una tienda desde la calle en llamas, la intuición de los consumidores es acertada: en una ola de calor, el aumento de sólo 1ºC en la temperatura aumenta la mortandad de las personas de hasta un 16%. Del efecto contrario ya tuvimos pruebas contundentes durante la ola de calor que asoló Francia en 2008: más de 50.000 muertes prematuras entre los más mayores por la carencia generalizada del AC en casas y hospitales.
Pero como casi todo en esta vida, el aire acondicionado no sale gratis. Y no sólo en la factura de la luz, que ya aumenta un pico cuando rebajamos el termostato, sino en la “factura ecológica” del planeta. La Agencia Energética de Holanda estima que el gasto energético asociado al aire acondicionado se multiplicará ¡por 100! de aquí a final de siglo y superará al empleado en calefacción en algún momento entre 2060 y 2070, según el revelador gráfico que publica The Economist. Entre los mayores cómplices de este dispendio rampante están los chinos, que sólo disponían del 8% de AC en sus casas en 1985 y hoy ya tienen más del 80%, según los datos que maneja Stan Cox. Pero, de nuevo, esta comodidad individual y hogareña no sale gratis: la mayor parte de esta energía está generada a partir del carbón en la país asiático, haciendo que el aire de sus ciudades sea irrespirable demasiado a menudo: la tragedia de los comunes en directo y a 15º. Viajes y turismo
aire de sus ciudades sea irrespirable
¿Cuál la salida a este aparente cul de sac? Podemos prescindir del aire acondicionado, como hacemos el autor del libro o el de este artículo, y tender hacia una arquitectura más razonable y sostenible, que implemente métodos de refrigeración alternativos al AC.
Página web de Stan Cox. Visto en The Economist. Con información de Vuelta y Vuelta.
Aire acondicionado: bueno para ti; un desastre para el medio ambiente
Niall Kennedy Aparatos de aire acondicionado en Hong Kong. Imagen de Niall Kennedy (CC, Flickr). Aparatos de aire acondicionado en Hong Kong. Imagen de Niall K
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2024-11-03
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