Ya forma parte de la sabiduría popular que beber dos litros de agua al día es bueno para nuestra salud. Unos ocho vasos diarios a repartir entre el desayuno, la comida y la cena que ayudan a evitar la aparición de piedras en el riñón o, simplemente, a tener un cutis perfecto.
Así lo indican los médicos, lo recuerdan las campañas de publicidad del gobierno cuando llega el verano y nos lo explican también las marcas de agua embotellada, aunque quizá sean estas últimas las que menos derecho tengan para aconsejar que bebamos tanta agua.
Es muy probable que, en muchos casos, el agua que bebemos de una botella proceda del mismo sitio que el líquido elemento que sale de los grifos. Según una investigación realizada por NRDC (el Consejo para la Defensa de los Recursos Naturales, por sus siglas en inglés), el 25% de las botellas de agua que se comercializan en Estados Unidos contienen, en realidad, agua del grifo.
Y sin embargo, tendemos a considerar el agua embotellada de mejor calidad. Lo vieron en su día el dúo de magos y cómicos Penn y Teller, al realizar un experimento en un restaurante de moda del sur de California. La pareja contrató a un falso sumiller de agua para que recomendara una serie de botellas de agua de lujo y recogiera las opiniones de los catadores. Y todos ellos estuvieron de acuerdo en un sólo punto: que el agua de botella era mucho mejor que el agua de grifo.
Lo que evidentemente desconocían los clientes del restaurante era que las diferentes aguas embotelladas que habían degustado procedían, en realidad, del grifo. Les habían engañado. Como también lograron confundir al 45% de los ciudadanos que eligió el agua de Nueva York como favorita frente a marcas de lujo, como Evian o Poland Spring, en un experimento que llevó a cabo el programa Good Morning America para el canal estadounidense ABC.
La consideración de que el agua embotellada es mejor que la de grifo nació hace no mucho tiempo. Comenzó en 1975 con la marca francesa Perrier, que lanzó una campaña de publicidad en Estados Unidos para darse a conocer y hacerse un hueco en nuestas neveras.
Con el eslogan “el primer refresco de la Tierra”, los anuncios de la compañía señalaban que el agua procedía de las mejores cascadas, manantiales y ríos del mundo. Unas cuantas florituras que actualmente siguen casi todas las compañías de agua mineral.
La llegada de Perrier al mercado estadounidense avivó el interés de otras empresas en el sector del agua embotellada. Para finales de la década de los noventa, las grandes compañías de refrescos comenzaron a lanzar su propia marca de agua. En 1994, Pepsico presentó Aquafina; y en 1999, Coca Cola mostró a los consumidores la suya, Dasani.
El ‘marketing’ que todas estas marcas han desplegado desde entonces ha contribuido a que, en nuestra mente, consideremos el agua embotellada de mayor calidad que la del grifo. De acuerdo con el filósofo Kevin Simler, este hecho responde a un mecanismo bastante empleado en el mundo de la publicidad: modificar la impronta cultural de un producto. “Es el mecanismo por el que un anuncio cualquiera, en lugar de intentar cambiar nuestras mentes de forma individual, cambia el campo de los significados culturales que, a su vez, cambia cómo percibimos a los otros cuando usamos un producto”.Te recomendamos Tienda retro online
En el caso del agua, han sido las agresivas campañas de publicidad las que han cambiado nuestra percepción. Grifo malo, botella buena. Pero tranquilos, que todavía tenemos la oportunidad de reconciliarnos con el agua corriente, bebiendo al día esos dos litros que tanto recomiendan las marcas de agua embotellada.
Con información de Social Rank, Melting Asphalt, y NRDC
¡Agua va!
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¿Cómo nos dio por embotellar el agua del grifo y pagar por ella?
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2025-01-05
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