Los selfis llegaron para quedarse. Eso ya lo sabemos todos. Lo que no podíamos imaginarnos era que pudieran llegar a provocar una adicción: esas personas a las que vemos dispararse fotos continuamente empiezan a necesitar ayuda. Para el tratamiento, nada macabro: para curarse del mal del dedo rápido, hay quien opta por el arte para hacer reflexionar a los adictos.
La llamada ‘Social Clinic’ es una instalación artística que prescribe un tratamiento a todo aquel que se acerque, con el fin de mejorar sus habilidades sociales (en el mundo analógico) y obviar aquellas que los podrían alejar de las personas, como tomarse numerosos selfis, o usar el teléfono demasiado para jugar o simplemente chatear.
Por ejemplo, si tienes ‘síndrome del selfi’, los creadores de Social Clinic recomiendan halagar a una persona que tengas a tu lado (quizá sea lo mejor para curar la vanidad propia y mejorar la autoestima del que está cerca); si lo tuyo es ‘incomodidad social’ y te refugias en el teléfono móvil para evitar el trato humano, atrévete a hablarle a un desconocido al que te encuentres próximo. Y si no eres capaz de abandonar tu dispositivo bajo ningún concepto, apágalo durante 10 minutos: te empezarás a sentir mejor.
Social Clinic detecta los casos de adicción a los selfis sin necesidad de observar el comportamiento del supuesto paciente. Según sus creadores (los artistas interactivos Chang Liu, Oryan Inbar y Ava Huang), esto es posible mediante tecnología de reconocimiento facial. Esta técnica detecta las emociones del rostro del paciente y elabora un diagnóstico. “Estamos intentando hacer algo que atraiga la atención de la gente al hecho de que son un tipo de paciente y diagnosticamos sus síntomas sociales potenciales”, explicó Liu.
mediante tecnología de reconocimiento facial
Los pacientes rellenan un cuestionario sobre sus hábitos en medios sociales y cómo se comunican a través de dispositivos como móviles o tabletas. Tras ello, pasan a Face Ray, la tecnología instalada en un ordenador que determinará, mediante el escaneo de su cara, si deben abandonar sus cuentas en Instagram o Snapchat y volver a poner los pies sobre la Tierra. El algoritmo determina niveles individuales de rabia, tristeza, sorpresa o felicidad.
Combinando estos datos con las respuestas de la encuesta, se obtiene un diagnóstico y una prescripción como las que hemos visto antes. Pero no habrá que esperar a que un doctor nos lo explique todo. Una impresora será la encargada de darnos el resultado. Más desangelado, imposible. Y si no estáis cerca de la instalación, siempre puedes hacer el test a través de internet.
hacer el test a través de internet
Los artistas ya lo han probado en algunos espectáculos. Según sus palabras, las sensaciones han sido buenas. “La gente nos confirmaba sus síntomas y decía cosas como ‘Soy muy adicto a mis redes sociales’”, explica Liu. “La parte interesante es que damos a la gente la oportunidad de tener una interacción a tiempo real, una actividad interesante que es un tipo de medicina”. Fotos Porno y actrices porno
Más allá de echarse menos selfis
Sin embargo, Liu y compañía quieren que la gente reflexione sobre más cosas. No se trata solo de dar un remedio a aquellos que se fotografían con facilidad, sino también preguntarse si llegará el día en que una simple máquina pueda notar las emociones de los seres humanos y emitir un diagnóstico sobre ello. Al fin y al cabo, eso es lo que hace Face Ray.
Pero no solo eso. Esta ‘performance’ artística también nos recuerda algo que quizá sea más preocupante: la facilidad con la que la gente aporta datos personales. A Face Ray le estamos dando nuestra cara y mostrándole nuestras emociones para elaborar ese supuesto diagnóstico. Pero eso solo es la punta del iceberg, claro. A Instagram y a millones de internautas en el mundo les decimos cómo es nuestra cara, nuestro destino de vacaciones o el almuerzo que tomamos hace unas horas. Así que ya sabes: analízate ante esta obra de arte y reflexiona.
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Con información de Hyperallergic. Imágenes de Social Clinic y Shutterstock.
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2024-10-29
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