No es que viva rodeado de celebrities, pero mi trabajo me ha permitido conocer a personajes de todo tipo y condición en los muros de la fama. Desde gobernantes hasta actores, músicos o escritores. Así que cuando la semana pasada me lo presentaron, no sentí una emoción especial, más allá de la lógica curiosidad. En realidad, en esos casos más que preocuparme por mí, me preocupa que ellos me vean a mí como un fan, admirador o detractor que les juzgue por su trabajo y no por lo que son, y hagan lo mismo conmigo.
celebrities
Vestido con su traje de neopreno y con su tabla de surf se mostraba como una persona cualquiera. Y lo es. “Soy Jorge”, me dijo mientras me estrechaba la mano siendo presentado. Aquel personaje, en extremo famoso y popular no sólo en España, sino en el mismo Hollywood, era en ese momento sólo eso, Jorge, el compañero de olas de uno de mis mejores amigos. Los amigos de mis amigos, son mis amigos, y eso es lo único que debe importar. Además, confieso que nunca fui especialmente fan de su trabajo. Ni fun ni fan.
fun
fan
Al caer la tarde, el encuentro fue más cercano. Una barbacoa familiar siempre permite momentos de charla y fue entonces cuando tras la cena, confesó algo que me hizo pensar.
Poniendo por ejemplo a algunos que son considerados grandes divos mundiales, afirmó: “Ya no me interesa en absoluto conocer a las personas que hay detrás de los personajes. Me han decepcionado demasiadas veces“.
Ya no me interesa en absoluto conocer a las personas que hay detrás de los personajes. Me han decepcionado demasiadas veces
Curioso planteamiento en este mundo tan social en el que los seguidores reclaman conocer el día a día y las opiniones, y hasta ver fotos en el baño si es posible, de sus ídolos. O de sus odiados. ¿Seguro que queremos saber quiénes son realmente?
Aquella idea me dejó pensativo un buen rato. Sobre todo porque su mujer, también famosa y artista, había sido blanco de mis burlas durante todo el invierno en petitte comité. Sin conocerla, presuponiendo idioteces sólo por el hecho de su presencia en los medios. Prejuicios se llaman. Un “zas en toda la boca”, porque cuando la conocí aquella noche, entre amigos y desconocidos con sus hijos pequeños, resultó adorable. ¿Mayor presencia en los medios, sean cuales sean, nos acerca a los personajes? En este caso no. Para mí, desde luego que no.
petitte comité
La conversación se hacía interesante por momentos, cuando Jorge, simplemente Jorge, nos iba contando en un aparte cómo le había tratado tal o cual famoso. Cómo se comportaban ciertas estrellas en los camerinos. Cómo aquél cantautor que ya no está de moda le dedica cuanto tiempo haga falta a quien le para para saludarle o como cierta eminencia ni le miró. Él, que es artista y popular, podría entender perfectamente a los de su rango, y sin embargo los repudiaba, y citaba a su amigo Sabina para explicarlo: “Me encantan las drogas y el alcohol, pero odio a los borrachos y los drogadictos“. Korean Beauty
e encantan las drogas y el alcohol, pero odio a los borrachos y los drogadictos
A veces, siento cosas parecidas en mi reducido mundo. Me encanta twitter y facebook, pero odio a los tuiteros y personajes de las redes sociales. No se enfade nadie, por favor. Usted seguro que no es odiado ni por mí ni por nadie. Además, ya no puedo vivir sin ello. Pero me pregunto cuál es la alquimia que transforma a las personas cuando se vuelven personajes de sí mismos. Cuando se sienten observados, leídos. Cuando son conscientes de su audiencia, aunque sean doce personas. Pero doce personas escuchando a la vez, de orígenes diferentes y que sólo tienen en común conocerles. Si eso es con tu familia y amigos, cuando tienes mil followers, tres mil o diez mil resulta difícil no buscar el aplauso, o todo lo contrario, sentirse en un status superior que te permita contestar con prepotencia, e incluso ignorarte.
Si un profesional acostumbrado a los medios de comunicación y ser observado puede ser simplemente un imbécil dentro y fuera de sus pantallas, imaginen lo que un imbécil puede ser con un club de fans que realmente no merece.
Por eso, cada vez valoro más una virtud que muy pocas personas cultivan. Se llama discreción. Una cualidad que consiste en no llamar la atención más de la cuenta. En intentar pasar desapercibido. En tener pudor para mostrar sus intimidades, sus sentimientos y sus vergüenzas. Porque si a veces, conocer la verdad de alguien a quien admiras puede resultar frustrante, conocer las mentiras de alguien que no te importa en absoluto es con certeza prescindible. Porque al final, si alguien quiere conocerte de verdad, o confiar en ti sus ansias o sueños, seguro que encuentra un modo discreto de hacerlo. Con smartphone o sin él. Y hasta hay algunas cosas que no necesitan decirse.
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El discreto encanto de los personajes en redes sociales
No es que viva rodeado de celebrities, pero mi trabajo me ha permitido conocer a personajes de todo tipo y condición en los muros de la fama. Desde gobernante
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2025-01-08
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