Tengo una idea de negocio

 

 

 

Muchas decisiones de emprender un negocio por cuenta propia surgen de una idea. Ese concepto que se nos ocurre y pensamos que será genial y a todos les gustará. Ese producto o servicio que echamos en falta, o estamos seguros que podemos mejorar. Otras veces, simplemente algo que nos gusta hacer y nos gustaría vivir de ello, o por lo menos, ganar dinero haciéndolo.

“Montemos una empresa” es lo siguiente que nos llega a la cabeza, y probablemente, lo tercero es esa persona que tiene lo que nos falta, que suele ser dinero.

¿Por dónde empezamos?

 

Toda idea de negocio que tengamos, tiene que ser contrastada como tal. Eso es lo básico. Confirmar si lo que a nosotros nos parece una buena idea, además de serlo, es negocio. Y negocio lo será sólo si se puede ganar dinero con ello. Como agencia de publicidad, muchas veces me han propuesto ideas que basaban sus ingresos nada más que en la publicidad que se le pudiera añadir, o en el patrocinio que se consiguiera. La famosa respuesta “Esto lo paga la publicidad”. Pero crisis de medios aparte, la mayoría de negocios son precisamente lo contrario, lo que necesitan es publicidad para venderse.

Así que, si has tenido esa idea brillante que te ilusiona por las noches y rellena servilletas de papel con nombres o argumentos, párate un momento e investiga las tres que la harán realidad o no:

1. Cuantifica el mercado. ¿Cuántos clientes potenciales tendrás? Que a ti te guste no significa que le guste a nadie más. Pero aunque guste, es necesario que lo necesiten, o lo deseen. Ese es el “mercado” famoso.

No voy a hablarte de curvas de demanda ni conceptos de marketing que están en los libros. Para eso están. Porque es muy diferente el estudio que necesitas para sacar una variedad de refresco, destinada al “gran consumo” que un servicio, por ejemplo, de reciclado de aceite casero, o de peluquero de canarios. Los pequeños emprendedores, normalmente gestionarán mercados reducidos en un primer momento. Así que es imprescindible que analices y cualifiques cuántos posibles clientes hay disponibles, porque de ello depende que tu idea sea rentable o no. Si son pocos, probablemente puedas atenderlos fácilmente, pero los costes generales serán mayores y la repercusión en el precio será mayor. Si son muchos, será más fácil que un pequeño porcentaje compre, pero también será probable que tengas más competencia. Y ese es el segundo punto a tener en cuenta…

2. Cuantifica la competencia. Busca si alguien más ofrece lo que tú. Y si hay, identifícalos a todos. Compara calidades y variedades, precios, servicio… Anime en Español

Si no hay competencia, ¡bingo! Puede que tu idea sí cubra un hueco de mercado, los famosos nichos. O puede ser que alguien lo haya intentado antes y no sea rentable.

Tanto si hay competencia como si no, el siguiente paso es ya empezar a trabajar en nuestro producto para convertirlo en realidad. Conociendo la competencia, sabremos en qué debemos mejorarla, y cómo nos vamos a diferenciar. Puede ser precio, cantidad, presentación, distribución o sólo imagen de marca… todo ello, es ya parte del marketing mix. Deberás tomarlo en serio, aprender a hacerlo o buscar asesores externos. Pero sin saber quiénes son tus posibles clientes y tu competencia, lo demás es perder el tiempo y seguramente, el dinero.

3. ¿Por qué a mí?. Esa sería la tercera fase imprescindible. Si miras los libros de management lo verás explicado de forma compleja en el análisis DAFO. Pero es mucho más sencillo de lo que parece. Pregúntate a ti, y sobre todo, a los demás, qué razones tendría alguien para elegirte. Si realmente cubres una necesidad. Si realmente mejoras lo que existe… Hoy en día, aunque los consumidores sean caprichosos, los productos que no resisten a la evidencia de los hechos, están condenados al fracaso. Más que nunca, por aquello de las redes sociales, que todo lo saben y todo lo cuentan. Igual que pueden ayudarte a difundir las ventajas que aportas, te delatarán si tienes una idea tan brillante como la Power Balance.

DAFO

Y si entre las respuestas de por qué te elegirían a ti añades que por la campaña de publicidad, casi debes ponerlo en la lista de impedimentos. Primero porque eso ya parte de una inversión inicial fuerte y sostenida. Y segundo, porque aunque yo sea publicitario, y defienda el marketing como imprescindible, el producto o servicio debe ser capaz de venderse por sí solo, por el boca a oreja, por la gestión comercial y por la experiencia satisfactoria de uso. La publicidad no hace milagros. Ayuda a vender, si el producto es vendible. No esperes que porque anuncies algo, se venda. Y si se vende, no esperes que sea así siempre, sólo por anunciarse.

 

Imagen: Flickr (CC) by mskogly

mskogly

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2025-01-02

 

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