21 de Septiembre de 2025, Equinoccio de Primavera (Hemisferio Sur)

El aire cambia. Se llena de una luz distinta, una claridad que ya no corta sino que acaricia. Llega el equinoccio de primavera, ese instante preciso en que el sol se sitúa exactamente sobre el ecuador de nuestro planeta. Y mientras el norte se prepara para el otoño, aquí, en el hemisferio sur, la tierra despierta. Es el gran equilibrio, el día en que la noche y el día duran exactamente lo mismo, doce horas de luz y doce de oscuridad en una danza perfecta y efímera. A partir de este momento, el sol ganará terreno, regalándonos minutos preciosos de luminosidad cada tarde.Es el renacer. Es la estación que celebra la vida que resurge con una fuerza imparable. Se inicia un ciclo nuevo, una energía que lo permea todo. En el campo, los brotes verdes asoman con una timidez que pronto se convertirá en exuberancia. Los árboles que parecían muertos revelan su engaño, vistiéndose de un follaje tierno y esperanzado. Los primeros insectos zumban, reconquistando el aire. Y las flores… las flores estallan en una sinfonía de color y aroma. Es la explosión de los jacarandás tiñendo el cielo de lila, de los ceibos con sus rojos passionarios, de los aromos con sus delicadas bolitas amarillas que perfuman el aire.Este no es solo un evento astronómico. Es una fiesta para los sentidos. Es el olor a tierra mojada después de las primeras lluvias cálidas, ese perfume fresco y profundo que se conoce como petricor. Es el tacto de una brisa que ha perdido el filo del invierno y ahora es suave, juguetona. Es el sonido de los pájaros que redoblan sus cantos, construyendo nidos, anunciando la vida con trinos que son pura alegría. Es el sabor de las primeras frutas de la temporada, jugosas y dulces, prometiendo la abundancia del verano.El equinoccio de primavera invita a mirar hacia afuera y también hacia adentro. Así como la naturaleza despierta de su letargo, es una potente invitación a que nosotros hagamos lo mismo. Es un momento propicio para sacudirnos lo viejo, para plantar nuevas semillas de proyectos e ilusiones. Para abrir las ventanas no solo de la casa, sino del alma, y dejar que entre esa luz nueva, esa brisa renovadora. Es tiempo de soltar lo que ya no sirve, de limpiar lo que quedó estancado y de dar espacio a lo que quiere nacer, a lo que quiere crecer.Es un recordatorio ancestral de que todo ciclo tiene su momento de quietud y su momento de expansión. Que después del frío y la introspección, siempre llega el calor y la exuberancia. La naturaleza nos da una lección de resiliencia, de paciencia y de belleza eterna. Nos muestra que el equilibrio es posible, aunque sea por un instante perfecto, y que la vida siempre, siempre, encuentra la manera de abrirse paso.Así que sintamos este cambio. Salgamos a recibirlo. Caminemos descalzos sobre el pasto todavía fresco. Respiremos hondo el aroma de la vida que se renueva. Observemos el milagro en lo pequeño: en un capullo a punto de abrirse, en un brote verde rompiendo la tierra oscura, en el vuelo alegre de un pájaro. La primavera ha llegado al sur del mundo, trayendo consigo la promesa de luz, de color, de calor y de un nuevo comienzo. Bienvenida seas, primavera.