La empresa japonesa Masunaga Optical acaba de poner a la venta una solución de alta tecnología para el vídeo-jugón obsesivo-compulsivo o para todos aquellos ratones de biblioteca cuyos ojos se secan por falta de parpadeo, las Wink Glasses.
Cuando el usuario no parpadea durante más de cinco segundos, un sensor conectado a la estructura de las gafas da orden para que una hoja de cristal líquido, situada delante, se vuelva opaca. Cuando el usuario parpadea, la lente vuelve a hacerse transparente, obligando al portador a guiñar ojo de una manera continuada, al menos cada 5 segundos, el tiempo que 9 de cada 10 oftalmólogos recomiendan para lubricar en condiciones y evitar el Síndrome del Ojo Seco (SOS).
Coincidiendo con su cuarenta cumpleaños, la word wide web hace por fin realidad la primera de sus “w”: convertirse es mundial. La organización que asigna los nombres de Internet, ICANN, acepta a partir de hoy los dominios de primer nivel y correos electrónicos escritos en lenguas con caracteres no latinos (o, más estrictamente, no ASCII), como el ruso, el árabe, el japonés o el inglés. Se trata del mayor cambio técnico de Internet desde su nacimiento.
lenguas con caracteres no latinos
Sólo una de las 28 letras del español está “vetada” en los correos electrónicos y en las urls de Internet. Imagine por un momento que el alfabeto entero de tu idioma –como el cirílico para las lenguas eslavas- o todos los idiogramas chinos están sistemáticamente excluidos de ambas herramientas. Es el equivalente a obligar a la mitad de los internautas del mundo (unos 800 millones en la actualidad) a aprender una lengua latina como el inglés para renombrar sus empresas, instituciones o sus propios nombres: un imperialismo alfabético no buscado.
Pues no son ni tan fríos estos insulares como se les presupone. Ni Darth Vader tan terrible como nos tiene acostumbrado. El siguiente “quítate tú pá ponerme yo” ocurrió el pasado 23 de octubre, cuando la Orquesta Filarmónica de Islandia estaba interpretando la Marcha Imperial de Star Wars y el mismísimo Darth Vader (o uno que se le parece mucho) salió de entre bambalinas para solicitar, con su voz ronca, la batuta para acabar los compases de la obra.
Por la cara de asombro que ponen muchos músicos, parece que la irrupción del espontáneo no estaba preparada, como también lo demuestra la doble salva de aplausos que el respetable dispensó al Jedi más oscuro. “Luke, yo soy tu director”, parece que espeta Darth Vader antes de quitarse de encima al conductor de la orquesta.
“Luke, yo soy tu director”
Hubiéramos preferido que Darth Vader sacara el sable láser rosa para utilizarlo de varilla gobernadora, en vez de hacerlo a mano alzada; tal y cómo hizo en esta recreación en Lego del mismo acontecimiento, de la que, quizá, habrán sacado la idea los organizadores del evento.
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En el cisma entre apocalípticos e integrados, Michael Ruppert sería el campeón de los primeros. Un “armagedónico”, si existiera el término. Ruppert, editor del boletín From The Wilderness, es el protagonista de “Colapso”, un documental que hace que películas como “Una verdad incómoda” o cualquiera de Michael Moore “parezcan un capítulo de Teletubbies”, según la crítica de la revista Variety. Para hacerse una idea, “Colapso” se estrena en EEUU simultáneamente como documental y película de terror.
“Colapso”, como su propio nombre indica, viene a contar el inminente colapso de la civilización tal y como la entendemos, empezando por Estados Unidos y desmoronándose como un castillo de naipes por el resto del mundo. La crisis será esta vez energética: los precios del petróleo y derivados alcanzarán tal punto que se volverá inasequible alimentar los 800 millones de motores de combustión interna que existen en la Tierra. Como resultado, “todo se parará, incluyendo la distribución del correo, el control del tráfico aéreo, el mantenimiento de las carreteras, la seguridad, la producción de alimentos y su distribución”, según adelanta Variety. No hay alternativas al petróleo: el “carbón limpio es una contradicción en sus términos y el etanol es una broma”.
Todos los que peinan ciertas canas deben acordarse, allá por el año 1984, cuando se escuchaba en la radio o en las discotecas la canción “99 Luftballoons” de la cantante alemana Nena, un clásico del “one hit wonder” más laqueado. Nena (Susanne Kerner) vivía en esa época, 1982, en Berlín, en plena Guerra Fría.
“one hit wonder”
Un día, el guitarrista de su banda (Carlo Karges) fue a un concierto de los Rolling Stones donde soltaron globos hacia el cielo, un hecho que le hizo percatarse del parecido de esos globos con naves extraterrestres. La versión inglesa de la canción, la que realmente fue nº1 mundial, cambió las naves alienígenas por misiles soviéticos SS-20 (más “rojos” y rechonchos) para convertir el “99 red balloons” en un clasico de la canción protesta de la época.
La letra de esta canción, tanto en inglés como en alemán, narra que, cierta vez, volaban 99 globos por el cielo (comprados por unos críos en una juguetería) y el gobierno creyó que era un ataque enemigo, empezando una guerra nuclear hasta que todo el mundo quedó reducido a la extinción.
El efecto del reflejo de la luz del concierto sobre los globos que soltaron los Rolling Stones, junto con alguna calada del psicotrópico de la época, hicieron que el guitarrista de Nena confundiera los globos con superficies reflectantes que emitían luz desde dentro.
Similar efecto es el que ha querido plasmar el artista suizo Maybits en su instalación “905″, donde ese número de pelotas de ping-pong conforman una superficie de vídeo interactiva para la proyección de imágenes.
Octubre 2009
La empresa japonesa Masunaga Optical acaba de poner a la venta una solución de alta tecnología para el vídeo-jugón obsesivo-compulsivo o para todos aquello
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2024-12-31
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